Hace tiempo sólo había un tonto por pueblo ahora los hay en todas partes hasta en el telediario. El español es de naturaleza estoico, calmado y sufridor. Puede aguantar el peso del yugo mucho tiempo, hasta que se harta. Los que ya no distinguimos la realidad de la ficción hemos leído que Hacienda ha anunciado oficialmente que en junio teníamos un déficit de 30.571 millones. Tenemos un médico llevando los números en España. Un déficit público que no hay quién lo pare y una deuda que nos ahoga. Números que han guardado para hacerlos públicos después de las elecciones. Como siempre que el que venga detrás que arree.

Lo peor y lo más silenciado es el covid de las vacas que ha matado a miles y miles de reses en España. Cuadros de depresión en ganaderos y veterinarios. Parece una locura. El contagio es por un mosquito y la transmisión es muy rápida. La enfermedad ha venido subiendo desde el sur a través de Marruecos. Las bajas son tantas que la Junta de CyL trabaja en estimaciones. Seguimos para bingo después del aceite de oliva, y las granizadas catastróficas antes de la vendimia. De esto nadie habla. Lo importante es la amnistía de delincuentes. Castilla se agrieta en silencio y por sus grietas se escapa la memoria y la riqueza para siempre.

El problema de la inmigración ilegal, tolerada por no se sabe quién, es que hay muchas cosas más en cada ilegal. Diez mil ilegales significan decenas de miles de robos, miles de violaciones, cientos de asesinatos, millones de euros que no irán destinados a los ciudadanos de bien y a mejorar lo que en realidad importa. No tiene ningún sentido la entrada de ilegales que no aportan, que no tienen oficio ni beneficio, ni nos van a salvar de nada. De que van a vivir en un país como España con un 28 por ciento de paro juvenil, etc. El problema se soluciona cerrando las fronteras a lo ilegal y no legalizando lo ilegal. Nadie que entre de forma ilegal se puede quedar en Europa.

El coste laboral supera ya los tres mil euros por trabajador mientras crece el cierre de empresas. España ha perdido setenta mil sociedades desde que gobiernan los progresistas y cerca de treinta y cinco mil desde el Covid. El incremento de los costes laborales repercute en la competitividad de las empresas y la destrucción de empleo.

No sabemos nada de nada, mientras en España se habla de Rubiales, de Amaral, de la amnistía y los nacionalistas y otros cebos del progresismo, la Ley de Servicios Digitales impulsada desde Bruselas regulará lo que se considere contrario a la narrativa oficial en toda Europa. Decidirán lo que es verdad y lo que es mentira. Seguimos progresando. Para cuando cantamos bingo.