Es tanta la codicia del ser humano que le damos valor a las cosas materiales y no valoramos el capital humano de las personas. Si hubiera más voluntad de educar a las personas el mundo sería diferente. El exceso de poder produce soberbia y la soberbia insensibilidad. Así están las cosas.
 
Políticamente estamos en un estado catatónico, y en lo demás se siguen quemando montes o arrancando árboles para poner placas solares y molinos eólicos, que contaminan además visualmente el paisaje, se derrumban presas y secan embalses causando sequías y pobreza a la población, se destroza así nuestra biodiversidad, pero los malos son los que no van en un coche eléctrico. Los expertos climáticos proponen ahora talar árboles para acabar con los incendios.
 
En cuanto a las cosas chulísimas, los alimentos llevan 22 meses subiendo desde julio de 2019, el encarecimiento acumulado asciende al 31%. El invierno no se presenta mejor. La culpa siempre es de otros mientras seguimos para bingo. Todavía quieren subir más los impuestos y aplicar restricciones al campo. Este descontrol evidencia el freno de la economía española. Menos mal que después del concierto de las tetas. Lo femenino con mayúsculas y esfuerzo se abre camino venciendo el mundial de fútbol, medallas en atletismo y el ingreso de la princesa de Asturias en la Academia Militar. La realidad empezará en septiembre pues a la clase media ya no le salen las cuentas con el alquiler, la compra, la guardería, los seguros, el transporte, los libros, el colegio, etc. Ahorrar ni se lo plantean. Los más inteligentes no volverán a la ciudad de sus vacaciones en el pueblo. Aunque después de la lluvia siempre escampa te vas a vivir al pueblo y el vecino el día de la fiesta se pone a enterrar purines al lado del casco urbano, y se pasea tan ufano entre la gente. Nadie le dice nada. Estamos adormecidos. No hay fuerzas para luchar parece que ya no molesta lo que molesta.
 
Hay un dicho que resume todo esto: "Las personas inteligentes hablan de ideas, las menos inteligentes se refieren a hechos, y solamente las personas poco cultivadas hablan de personas". Los mediocres hablan siempre de nosotros y vosotros. Como si el mismo fuera muchos para darse autoridad. Trasladando el sentido de esta frase a la vida política y social cerraríamos el cuento porque quedaría rápidamente vacío de contenido. En España las personas son el problema, en el noventa por ciento de los casos, no solamente por afirmación personal de los que dominan el poder o aspiran a él, sino por el común de los ciudadanos, que antes de mostrar su opinión o preferencias por ideas, programas, problemas puntuales o soluciones, prefieren mostrarse a favor o en contra de tal persona, política o no. Está claro que una idea, sin una persona líder y muchas otras a su alrededor que la difundan y la impongan a grupos de personas que lleguen a ser mayoría, sirve para poco. La personificación ahorra muchas discusiones sobre ideas y conceptos, que seguramente nadie sabría defender. Así que mostrándose partidario o no de alguien resolvemos nuestras opciones ante la realidad. El riesgo está en que el fulano en cuestión sepa dar la talla y esté a la altura de las circunstancias, o sea, un bebesinsed capaz de encandilar a la mayoría, sin tener un valor personal auténtico, un propósito decidido de servicio a las ideas que defiende, y su realización palpable de forma inteligente y ponderada, respetando las opciones minoritarias y los demás valores que en una sociedad se dan. Si el panorama no se aclara vamos camino de unas próximas elecciones, o no. Queda el consuelo de pensar que España hubo un tiempo cabía en una cueva, en un lugar llamado Covadonga. De donde supo resurgir.