Cuando te asomas en el balcón de nuestra existencia con el convencimiento de encontrar hechos, acontecimientos del mundo que te rodea, actitudes, personajes y comportamientos que te hagan reflexionar sobre la vida, te encuentras con todo tipo de cosas que puedan despertar tu reflexión.

En esta ocasión la reciente muerte del filósofo norteamericano, Harry G. Frankfurt, a los 92 años (16 de julio de 2023), ha sido el estímulo que me ha permitido reflexionar sobre un concepto que él trabajó a lo largo de su dilatada vida académica y que tuvo su mayor repercusión en el 2005, aunque el libro se había publicado en el año 1986. El concepto analizado en, el y que le daba título no era otro que “On bullshit: sobre la manipulación de la verdad”. Presenta una teoría de la mentira y además define el concepto y analiza las aplicaciones en el contexto de la comunicación. Siempre me llamó la atención el propio concepto utilizado por Frankfurt para expresar lo que él quería decir. “Bullshit” significa literalmente “mierda de toro,” “caca de vaca”, por lo que la expresión “On Bullshit”, que literalmente pudiera traducirse como “en mierda”, en el contexto en el que se ha desarrollado el libro, se ha traducido de diferentes maneras como: “charlatanerías” "patrañas", "sandeces”, “pamplinas”, “trolas” y en castellano tiene una especial expresión que combina un poco todos los significados y que llamamos “mentira cochina”.

De esto se trata, de las “mentiras cochinas” de las que estamos siendo testigos cada vez más en múltiples ámbitos de la vida, en especial en la política y la comunicación.

Esta “charlatanería” que derrochan los políticos, unos más que otros, y un montón de interesados tertulianos, es un fenómeno al que cada vez estamos más expuestos y que, bajo el adormecimiento del estado del bienestar, todo el mundo sabe de su existencia, la aceptamos y acabamos por no darle importancia, aunque cada vez más incida en nuestra sociedad. Las"patrañas", "sandeces”, “pamplinas”, “trolas” de estos charlatanes son mucho más peligrosas que la simple mentira. Como dice Frankfurt, el mentiroso se preocupa por la verdad e intenta ocultarla; mientras que el que dice sandeces no le preocupa si lo que dice es verdadero o falso, sino que más bien se preocupa sólo de si su oyente queda convencido. La consideración de la verdad queda totalmente eliminada. A un mentiroso se le puede descubrir, pero el charlatán no está del lado de la verdad ni del lado de lo falso. No le importa si las cosas que dice describen correctamente la realidad; se limita a extraerlas de aquí y de allá o a manipularlas con el único objetivo de que se adapten a sus intereses, totalmente indiferente al bien común. Por eso es mucho más perniciosa que la mentira.

No solo la verdad se ha “enmierdado”, sino que la propia mentira se juega “on Bullshit” (sobre la mierda), de forma que, como dice el propio Frankfurt en su ensayo: “uno de los rasgos más destacados de nuestra cultura es la gran cantidad de charlatanería que se da en ella” (p.9). Lo más paradójico es que siendo más peligrosa que la mentira, la gente es más indulgente con los charlatanes que con los mentirosos, porque los primero no mienten.

Incluso algunas corrientes filosóficas tratan de fijarse en el valor exclusivo del conocimiento, despreciando el valor de la verdad por considerar su posesión algo subjetivo y peligroso para la convivencia.  Pero realmente el problema es desvincular la verdad del conocimiento. En filosofía, el conocimiento siempre es de la verdad y aferrarnos a lo contrario es vaciar el conocimiento y sustituir su objeto por creaciones subjetivas capaces de manipular más y mejor al hombre corriente.  Pero claro, de esto se trata: de manipular.  Es más fácil “enmierdar” la opinión pública con la “charlatanería” que enfrentarse a la verdad que exige una racional defensa o, incluso, a la mentira que necesita una composición estructural sólida para poder defenderla. Estamos en el “todo vale” de manera que las categorías de “verdadero” o “falso” carecen de sentido y buscamos alternativas más facilonas y perversas que nos permitan transmitir un mensaje que llegué mejor al ciudadano.

Toda esta reflexión ha quedado patente en los últimos acontecimientos de nuestro país. Elecciones, campañas electorales, resultados electorales, declaraciones de algunos y destacados expertos charlatanes, argumentarios políticos seguidos cuan rebaño por sus acólitos, todo se ha “On Bullsilt” (enmierdado). La verdad y la mentira se ha expulsado de la política y de todo el mundo de la comunicación y nos hemos quedado con la “charlatanería”, las "patrañas", "sandeces”, “pamplinas”, “trolas” convirtiéndolo todo en “mentira cochina”. Creo que, en el momento en el que nos encontramos, es necesario ir despertando de este largo “aletargamiento” en que nos han metido estos “charlatanes”, rompiendo esa creencia popular del “todo vale” , “todo es relativo”, que permite alienar profundamente a las masas y meterlas en un sueño profundo anticipo de su decadencia final. Solo espero que los responsables de todo tengan su merecido algún día, porque los ciudadanos ya lo pagamos día a día.