De agricultores, ganaderos y pescadores olvidados nada; de Europa, fronteras, seguridad e inmigración nada, de la infame agenda 2030 que empobrece a las clases medias nada, de plan hidrológico nacional, de agua y regadíos nada; de la crisis energética, de la guerra de Ucrania nada; de la educación, del distrito universitario único, del español, de la IA nada de nada. De lo que importa verdaderamente a los españoles nada de nada. Ninguna propuesta real ni a largo plazo. Un debate simbólico de la decadencia intelectual y política a la que asistimos. El país va como siempre a la deriva, mientras los que levantan la puerta por la mañana y se visten por los pies siguen yendo a trabajar. No es lo mismo mentir porque no sabes la verdad que mentir para ocultar la verdad.
 
De momento la deuda ya va por los 1.900.000.000.000 de euros y sigue subiendo. Nadie se pregunta cómo llegan a fin de mes muchas familias sin trabajar, ni cómo compran, ni cómo pagan, y los que trabajan lo mismo. Nadie les pone un plato en la mesa ni una ayuda directa porque son españoles. Los engañados con los coches eléctricos van por la autovía a la playa despacio con cara de espanto porque no llegan mientras correan calor para no gastar batería. De Sagunto no llegan noticias de la instalación de la fábrica de baterías. Va con el pie en el freno. Las constructoras que han invertido en todo lo que nos han vendido están muy preocupadas. La industria del automóvil empieza a darse cuenta de la metedura de pata. No se puede producir mirando lo que sale en el BOE. Cada vez es menos fiable.
 
Así todo, la gente sigue sin poner los pies en el suelo ni aterriza en el sentido común. La gente es incapaz de empatizar con sus iguales pensando que se salvarán mientras compran discursos que son mentira, fácilmente comprobables pero que no quieren escuchar. No piensan por sí misma. Vivimos en el continuo mediocre corta y pega como en los trabajos de instituto. Seguramente el voto no cambiará con respecto a las municipales pues cuesta mucho pensar y reflexionar cuando no hay capacidad ni formación. La mentira se ha convertido verdad y la verdad en mentira y ya es muy difícil discernir. Es el triunfo de la desinformación.
 
La sociedad se ha convertido en muy gregaria con etiqueta de defensores de causas perdidas, de una libertad individual que parece detesta, no hay familias, no hay matrimonios, no hay niños. Hay una sensación de cochambre y senectud. Las primeras en caer son las mujeres por ser más especiales y no son conscientes que nadie las defiende. La igualdad ha derivado en biodiversidad. Vamos hacia una sociedad más analfabeta, inculta y fracasada, que necesita que la dirijan pues ya no sabe navegar sola. Los profesores claman contra la escuela desigual con notas de colores.
 
Lo que ocurre en Francia da que pensar. Europa era un continente tranquilo, hasta preciosos al que todos queríamos viajar por tierra para ver sus paisajes y obras de arte, además de interactuar con sus habitantes. Ahora ya no. De verdad es justo que tengamos que estar así todos los días por culpa de los de siempre. Si no quieren vivir como europeos que pintan aquí. Las consecuencias económicas no nos las van a decir, pero a pagarnos las pensiones no vienen sino a empobrecernos cada día más. La ley y el orden no se compran con paguitas sino trabajando.
 
Si creíamos que no podíamos estar peor después de que tengamos que comer bichos, de no salir por la noche, de los coches eléctricos ahora Bruselas da el banderazo a que nos pongamos ropa vieja con su nuevo impuesto al textil. La ropa nueva será demasiado cara para poder comprarla. El foro de Davos insta a la población a lavar los vaqueros una vez al mes o hasta que estén acartonados. La chupipandi querrá también uniformes con alitas de ángel para los guardias civiles y que canten el cumbayá, pues quiere una policía más tolerante y desmilitarizada sin armas de defensa. De momento el Ministerio de Justicia ha sacado una página para que los delincuentes puedan borrar sus antecedentes penales y sexuales para pedir la nacionalidad española.
 
La cultura del esfuerzo era algo bueno en sí mismo, no era el sustento ético de la precariedad. La cultura del esfuerzo afecta al propio sujeto a modo de talante vital y transversal, en el estudio, el trabajo y en la búsqueda de nuevas opciones con sentido común y con los pies en la tierra.