Incertidumbre, agitación y palabras gruesas. He aquí la tríada de rasgos que sintetiza lo que ha sido 2022 en Castilla y León en lo político. Elecciones autonómicas anticipadas (hecho insólito en los cuarenta años de historia autonómica), la irrupción de Vox en el parlamento regional con trece procuradores, el primer equipo de gobierno en coalición que conforma el partido de Santiago Abascal en una comunidad autónoma y un sinnúmero de refriegas dialécticas en comisiones y plenos, salpimentadas de acusaciones e insultos, que han dado a la desconocida política de esta tierra un protagonismo inusitado en los informativos nacionales.

Poco antes de cerrar los ojos, este annus horribilis sorprendía con un pleno estrambótico en las Cortes de Castilla y León, en el cual PP y Vox se equivocaron y votaron a favor de las medidas de acompañamiento a los presupuestos de la Comunidad para 2023 propuestas por los socialistas, y la denuncia ante un juzgado de instrucción de Salamanca interpuesta por trece militantes del PP para que Alberto Núñez Feijóo explique por qué no se convoca el congreso provincial de su partido en la provincia cuando, según los estatutos, debería haberse celebrado en abril de 2021.

Tras el paréntesis navideño, 2023 despierta marcado por la cita electoral de las municipales del 28 de mayo. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha puesto sobre el tapete la posibilidad -no tan descabellada- de que Pedro Sánchez haga coincidir las elecciones generales con las autonómicas y municipales. Si fuera así, la presión de la olla política se incrementaría aún más si cabe.

Los partidos políticos se afanan estos días en dar con las personas más idóneas para encabezar las candidaturas municipales, especialmente en las capitales de las nueve provincias. El PSOE ha hecho ya sus deberes. PP y Vox, en cambio, se están demorando en la selección más de lo previsto.

En el caso de Ciudadanos, con la formación inmersa en el proceso de refundación, la única incógnita relevante a despejar en Castilla y León es si Francisco Igea se presentará o no como candidato a la alcaldía en Valladolid. De no presentarse, desperdiciaría acaso un último cartucho interesante.

Valladolid es justamente el escenario que más quebraderos de cabeza está dando al PP. Todavía no han conseguido dar con un candidato capaz de hacer frente a Óscar Puente. En las últimas semanas han trascendido nombres, representativos de las taifas en que se ha convertido el PP vallisoletano, pero ninguno satisface plenamente.

Tras la dimisión de Pilar del Olmo como presidenta del grupo municipal y sucesivos descartes, algunos apuntan hacia Ignacio Tremiño como candidato. Tremiño es actualmente director general de Atención a Personas con Discapacidad en la Comunidad de Madrid. Sería un candidato avalado por el sector afín a Jesús Julio Carnero, actual consejero de Presidencia de la Junta de Castilla y León, quien, al parecer, prefiere continuar su carrera política en el ámbito regional que enfrentarse con Puente en unos comicios de inciertos resultados.

La figura de Tremiño tampoco convence a amplios sectores del partido. Así pues, la búsqueda de candidato/a continúa, conscientes los dirigentes provinciales del PP de Valladolid de la importancia de presentar una lista bien armada para poder alzarse de nuevo con el bastón de mando en el emblemático consistorio vallisoletano.

Es un gran problema, porque Valladolid, guste o no, es el buque insignia de la comunidad para cualquier partido. Si en esta ocasión no se consigue apear de la alcaldía al socialista Óscar Puente será un gran fracaso, no sólo para el PP vallisoletano, también para Alfonso Fernández Mañueco y para el propio Alberto Núñez Feijóo, ya que las municipales serán un importante termómetro para su liderazgo nacional.

La posibilidad de superar al bloque de izquierdas estriba en un pacto municipal con Vox. Pero el partido de Abascal en Valladolid también atraviesa su crisis interna. La elección de una desconocida como candidata a la alcaldía, la jueza sustituta Irene Abascal, ha provocado la dimisión del presidente provincial, Javier García Bartolomé. Se le juntan así dos problemas: división interna y una candidata inexperta cuyo tirón electoral habrá que ver.

Los dirigentes nacionales de Vox han entrevistado en los últimos meses a cargos públicos relevantes que dejaron el PP por unas razones u otras. Finalmente, han descartado los fichajes estrella y han apostado por candidatos sin pasado político, temerosos de que los candidatos con pasado sean más una rémora que un revulsivo.

Tras el fracaso de la estrategia con Macarena Olona en Andalucía, Abascal prefiere para las municipales y autonómicas a candidatos con un marcado perfil profesional, pero sin pasado político, especialmente juristas y economistas. O sea, se confía más en el tirón del partido que en el de los propios candidatos.

El proyecto aditivo de Yolanda Díaz de momento no está sumando mucho en Castilla y León. Podemos no existe en la comunidad, después de los años desperdiciados cuando la formación dispuso de diez procuradores en las Cortes regionales. En todo este tiempo, Podemos sigue sin conseguir crear estructuras de partido en ninguna de las nueve provincias, imprescindibles para afrontar con mínimas garantías las municipales, de modo que los resultados se auguran raquíticos.

La excepción es Zamora, única capital de España gobernada por Izquierda Unida, además con una holgada mayoría absoluta. El gran éxito de hace cuatro años está ahora en el aire. La figura clave en el gran triunfo de 2019 fue Francisco Guarido, el actual alcalde. Pero Guarido, próximo ya a su jubilación, ha dicho en reiteradas ocasiones que su intención es no repetir como candidato. Su problema es que detrás de él no hay nadie con personalidad suficiente para recoger el testigo.

En cuanto al congreso provincial del PP de Salamanca, comienza el año con esa cita del 20 de enero en la que Alberto Núñez Feijóo deberá comparecer ante el juzgado de instrucción número 5 de Salamanca para declarar como testigo por la no convocatoria del congreso al cabo de casi dos años.

Es un asunto delicado, cuya solución se ha ido posponiendo, de manera que la polémica interna aflora a escasos meses de las elecciones municipales. El denominado ‘apagafuegos’ del PP, Miguel Tellado, vicesecretario de Organización Territorial y hombre de la máxima de Feijóo, ha tratado de buscar una solución al conflicto reuniéndose en diversas ocasiones con oficialistas y críticos, pero hasta ahora sin demasiado éxito.

Al contrario, la falta de neutralidad por parte de Génova, defendiendo la posición del sector oficialista, ha propiciado que el fuego se avive y se extienda más allá de las fronteras de Salamanca y Castilla y León y que las chispas salpiquen en pleno rostro al líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, justamente en el momento más inoportuno.

Si no se alcanza una solución y el proceso judicial se alarga, las quemaduras se notarán en las elecciones municipales. Y lo que es peor, pueden deteriorar la imagen de Feijóo en las generales. Esas generales que, según barrunta Pablo Iglesias, podrían coincidir con las municipales y autonómicas. Y Feijóo, el hombre de una sola bala, necesita todos los apoyos de su partido para mantener el tipo y llegar a las generales con fuerza suficiente para disputar a Sánchez la silla curul del Gobierno.