Castilla y León

Castilla y León

Opinión

Lucas, Mañueco y el puente de Villarino

22 agosto, 2020 09:00

Villar del Río, es decir Villarino de los Aires, es un mediano y tranquilo pueblo en el que nunca pasa nada. Sin embargo, el mismo día en que llega Mañueco a presidente de la Diputación, el alcalde recibe la noticia de la inminente visita de un comité del Plan Lucas. La noticia provoca un gran revuelo entre los vecinos que quieren impresionar y ofrecer a los políticos un recibimiento muy especial. Corría el año 1996 y era el mes de julio. El jovencísimo diputado del PP Alfonso Fernández Mañueco había sido nombrado presidente de la Diputación de Salamanca el 3 del mismo mes, en sustitución del defenestrado Gonzalo Sáiz quien, tras dejar la delegación de la Junta en Salamanca, no llevaba ni un año de presidente de La Salina. Avatares de la política... En Castilla y León, por aquel entonces, reinaba más que mandaba Juan José Lucas. Y en el pueblo de Villarino de los Aires era alcalde el 'recuperado' franquista Juan Manuel Benito Hernández. Eran tiempos cuando la derecha mandaba férreamente en todos los resortes de las administraciones... De aquellos polvos llegaron estos lodazales.

Villarino de los Aires no quería quedarse atrás en el boato al rey castellano y, con la mediación de una vecina del pueblo que trabajaba en Presidencia, el alcalde, al que se apodaba 'Franco', consiguió lo que sólo había conseguido el llorado Luis Filgueira con Demetrio Madrid, que el presidente de la Junta de Castilla y León visitase este municipio de La Ribera -ya se decía Arribes-. El mencionado alcalde Juan Manuel, al que se apodaba 'El Juano', montó toda una película de Berlanga para recibir como un emperador al presidente Juanjo Lucas. Propone a los vecinos que se disfrace el pueblo al más puro estilo fascista para causar buena impresión a los visitantes políticos y conseguir así algún dinero y alguna obra. Arcos del triunfo romanos -a la moda fascista- con laurel y banderas, pancartas de bienvenida por toda la calle Cumbre y música para no desmerecer a Villar del Río -Villarino de los Aires-. 

El alcalde José Isbert -Juan Manuel Benito- recibe en Santa Catalina al presidente Lucas que llega desde el aire a bordo de un helicóptero -las carreteras eran intransitables y podría marearse-. Allí espera también el futuro delfín del tándem Lucas-Merino y toda la cohorte de lameculos, pelotas y advenedizos de toda la provincia y también de Zamora. Aterriza en el campo de fútbol de Santa Catalina y, ya en coche, baja hasta la entrada al pueblo, donde está ubicado el primer arco. Y así hasta la plaza recordando las visitas de los gobernadores civiles en los años de la dictadura.

En la misma plaza, llena hasta la bandera y con el público expectante ante las promesas de Míster Lucas, el alcalde pide la construcción de un puente en el río Tormes que una el paraje de Ambasaguas con la finca Muncena en Fermoselle para acceder a Portugal por la presa de Bemposta y, así, ganar más de media hora de tiempo en poder cruzar la frontera. Cómo no! Míster Lucas no pasa de largo y sí, promete la construcción de dicho puente ofreciendo 20 millones de pesetas y, allí mismo, como que ordena al presidente de la Diputación de Salamanca que ponga otros 20 millones, y asintió. Porque, dijo Míster Lucas, "hay que perforar la frontera todo lo que se pueda...". Ahí quedó la frase, las promesas y del puente nunca más se supo. 

Tal fue el acontecimiento, que este periodista realizó la crónica de la visita acompañado por el director de Tribuna de Salamanca -el periódico de papel- Carlos Velasco y el fotógrafo Eduardo Margareto. Al día siguiente, el diario abrió con una mujer besando la mano a Lucas, y amplio reportaje bajos los arcos que no bajo palio- faltaría más-, y el titular 'Bienvenido Míster Lucas'. En estos días de vacaciones vienen a la memoria aquellos tiempos, aquellas promesas y estos políticos, cuando el viajero se ve en la obligación de recorrer más de 30 kilómetros para hacer una distancia que no tendría más de 5 para acceder a Portugal. 


En la retina queda el genial discurso del alcalde José Isbert -perdón, Juan Manuel Benito-, desde el balcón del ayuntamiento que les dice a sus vecinos: “Como alcalde vuestro que soy, os aseguro que para pagar todo esto, ni un céntimo ha salido de las arcas públicas, porque en estas arcas jamás ha habido un céntimo” -porque todo lo gastó-. Y para la eternidad la secuencia final de todo este boato que mueve a la sonrisa, a la tristeza y en el fondo a la esperanza de que otros vendrán 'que malo me harán'. Una estupenda banda sonora que popularizó aquella canción que entonaron los vecinos de la época “Políticos, os recibimos con alegría”. Tan sólo faltó Lolita Sevilla cantando 'Suspiros de España', ay!