Castilla y León

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Opinión

Caña de España

10 noviembre, 2018 11:27

Cuadragésimo quinta semana de 2018, la de los datos del paro de octubre, que vuelven a mostrar la precariedad de un mercado laboral temporal, muy dependiente del sector servicios y con un importante nicho de economía sumergida durante el verano que sale a relucir cuando las hojas caen de los árboles, pero no la vergüenza de algunos explotadores. Sólo así se entiende que suba la afiliación a la Seguridad Social, pero también el paro, en una provincia donde el año pasado llegaron 7.700 trabajadores menos de los que se marcharon a otras comunidades autónomas en busca de más y mejores oportunidades laborales.

Fue también la semana de la vergonzosa y aberrante sentencia del Tribunal Supremo sobre el impuesto de actos jurídicos documentados en las hipotecas, desdiciéndose con una bochornosa sentencia que hipoteca la credibilidad de las altas esferas de la Justicia, porque hay jueces de provincias que desempeñan una encomiable labor cada día y no pueden pagar justos por pecadores. He leído y escuchado justificaciones de todo tipo, que si no los bancos se hunden en Bolsa, se congestiona la economía y se colapsan los juzgados con tantas querellas a mayores de las que ya hay con las cláusulas suelo. Mentira. Nada de eso es cierto. Si los bancos tuvieran que devolver el impuesto que han evitado pagar injustamente es cierto que notarían los efectos en la Bolsa, pero igual que baja su cotización, sube, nada es eterno, después de la tormenta siempre llega la calma. ¿Y Justicia colapsada? Tampoco.

Sería todo muy fácil: el Gobierno habilita un documento a descargar por internet o recoger en Hacienda, con el que el hipotecado va a su banco y demuestra la existencia de un vínculo con la entidad financiera, ésta refleja cuánto dinero evitó pagar porque corrió a cuenta del hipotecado, con el documento ya sellado, y por tanto confirmada la existencia de una hipoteca, va a Hacienda y lo deposita, para que en la próxima declaración se lo descuenten de pagar o aumenten la cantidad a devolver al declarante, al tiempo que la Agencia Tributaria reclama esa cantidad al banco en cuestión. Y si Hacienda comprueba que ha intentado engañar al hipotecado con una cantidad inferior a la que le corresponde, sanción al canto. Así de simple, sin burocracia farragosa, sin abogados, sin notarios, sin denuncias, sin colapsar la Justicia y sin perjuicio para la economía. Todo lo más, que un banco en lugar de ganar miles de millones ganaría unos cuantos menos, pero seguiría ganando. La vida no son problemas, sino soluciones.

Y fue además la semana de más revelaciones sobre los casos de abusos sexuales en la Iglesia católica. Multitud de casos silenciados por las máximas autoridades eclesiásticas, sin problemas de conciencia. ¿Con qué autoridad moral puede el obispo de Salamanca, Carlos López, hablar de caridad, de solidaridad, de moralidad y de perdón en sus homilías y sermones, cuando se ha demostrado que calló abusos sexuales de curas durante años y que incluso negociaba tratos económicos con las víctimas? Y en lugar de entonar el mea culpa y pedir perdón, ese que dicen administrar en cada confesión a sus feligreses, todavía se atreve a minimizar los hechos y dudar del motivo de las denuncias. Un escándalo mayúsculo, otro más en esta arcaica institución, que tergiversa el mensaje de Jesús de Nazaret y se pervierte entre el poder y la opulencia, repleta de pecadores que no hacen examen de conciencia. Pero llegará el día, más pronto que tarde, en que estas grietas resquebrajen su corrompido templo para dejar entrever el verdadero y revolucionario mensaje lanzado hace dos milenios. Los datos hablan por sí solos. Por cada joven católico hay tres ateos.

También pierden la fe múltiples colectivos de empleados públicos en sus gestores políticos. Así, esta semana se confirmó la huelga de jueces y fiscales para el 19 de noviembre, más protestas de los funcionarios de prisiones, paros laborales de los trabajadores de Justicia, y este domingo tiene lugar la séptima ‘marea blanca’ para reclamar una sanidad mejor en Salamanca. Sus motivos tienen los convocantes, el más poderoso las listas de espera. Justifica el consejero de Sanidad que son menores que hace un año y que dos, cuando se alcanzó una situación insostenible, pero es insuficiente el descenso en el número de pacientes y los días de demora para una intervención quirúrgica o una consulta de un médico especialista. Los hospitales de Salamanca duplican a Valladolid, León o Burgos, por equiparar complejos sanitarios más o menos de la misma entidad. Con menos plantilla es imposible reducir las listas de espera, y con menos recursos para la sanidad pública, falta de planificación para reponer las plazas de jubilados o falta de planificación para formar jóvenes médicos de familia, por poner algunos ejemplos. Pero como el consejero de Sanidad, Antonio María Sáez Aguado, sabe que no continuará en su puesto a partir de junio de 2019… ¿Y no tendrá algo que ver en este escarnio sanitario desde Valladolid hacia Salamanca el enfrentamiento con nuestro alcalde y futuro candidato del PP a la Presidencia de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco? Ya son varias las gaviotas que revoloteando me han dejado caer el mensaje de que las altas bandadas esperan desde la distancia no al despegue, sino al aterrizaje forzoso tras estrellarse para dar paso a una nueva camada de aves. Los cuchillos vuelan por doquier.

Hablando del PP, esta semana se reunió su comité electoral autonómico, repartiendo responsabilidades de cara a las elecciones municipales y autonómicas del próximo año. En el comité de campaña estará Daniel Llanos, concejal de Obras y Juventud en Salamanca, al frente de nuevas tecnologías y redes sociales. Duro trabajo el que tendrá para contener a hordas y trolls que pululan a través de internet, tergiversando la realidad y manipulando mensajes. Mientras la designación oficial de Mañueco se retrasa (dicen que no habrá convención regional este mes de noviembre en Salamanca, como se anunció, y no será hasta después de la nacional en enero, cuando pasen los comicios andaluces) el Partido Popular ya avanza las líneas maestras de su programa. Es como tener las noticias preparadas para emitir pero estar sin presentador en el telediario. Disfunción poco habitual en el PP, acostumbrado a tener los pasos muy marcados y todas las piezas engranadas. Pero la maquinaria electoral de los populares anda desorientada desde la moción de censura.

Mientras en territorio cidiano las huestes permanecen a la espera, desde la capital de España han tocado a rebato y comienza el zafarrancho de combate. Diputados y senadores del PP arremeten contra PSOE y Ciudadanos en cuanto tienen la mínima oportunidad. Caña de España. José Antonio Bermúdez de Castro, María Jesús Moro y Bienvenido de Arriba en el Congreso denunciando los perjuicios que las políticas del Gobierno de Pedro Sánchez ‘El ocurrencias’ están provocando sobre los salmantinos, Gonzalo Robles, Javier Iglesias y Esther del Brío desde el Senado. Esta semana tocó atacar con los impuestos, las cotizaciones a los autónomos, la falta de pago a abogados del turno de oficio y el Archivo de la Guerra Civil.

Y si beligerantes están los populares, no menos en el PSOE, con una diana clara: Mañueco. El portavoz municipal y candidato a la Alcaldía de la capital charra en 2019, José Luis Mateos, espera aún un debate con el alcalde. Aceptó el reto que le lanzó, recogió su guante, así que debería producirse el duelo. Pero el popular está ya más pendiente de Castilla y León en su conjunto que de Salamanca. Cuando se habla, hay que cumplir. Por higiene democrática, ese debate debería producirse, si no cara a cara, al menos en el seno del Ayuntamiento en forma de debate sobre el estado de la ciudad entre todos los portavoces de la oposición y el primer edil antes de que Mañueco deje la Alcaldía. Esta desidia e infravaloración del rival político le puede pasar factura. No quiere porque piensa que le darán caña todos, que será un linchamiento al muñeco (permítaseme el juego de palabras por similitud sin ánimo despectivo), pero sería una oportunidad muy buena para hacer ver que él sólo los barrería, me decía esta semana un experimentado político popular. Pues es el momento para demostrarlo.

El problema para el PSOE es que el ilusionante proyecto que quiere construir en Salamanca se ve salpicado por los bandazos del Gobierno. Cada semana que transcurre son varios los vaivenes. Ahora toca con las cuentas del Estado. Pedro Sánchez dijo que borraría de un plumazo cualquier reminiscencia del PP al llegar a La Moncloa, pero a las pocas horas ya aseguró que mantendría los Presupuestos Generales del Estado para 2018. Después anunció unos presupuestos para 2019, pactados con Podemos, como su seña de identidad de buen gobernante, el respaldo para agotar la legislatura hasta 2020, pero cuando se pacta con el diablo para llegar al poder los intereses después son mayores de lo previsto, y sin apoyo independentista (bajarse más los pantalones lastraría definitivamente los cercanos intereses electorales socialistas) ahora ya se plantea el Gobierno prorrogar los presupuestos de 2018 el próximo año e incluso dar caña al PdCat del huido Puigdemont y a Esquerra del preso Junqueras. Toma ya. El PSOE aborrece un presupuesto del PP con el que no solo gobierna este año, sino que piensa hacerlo el próximo. Con esta incertidumbre, los empresarios cierran el puño por si acaso y las inversiones extranjeras huyen. Defender estos vaivenes en Salamanca será muy complicado para los socialistas charros.

Un ejemplo claro es lo acontecido durante el último pleno en el Ayuntamiento de Salamanca, con una moción del PP reclamando que no salgan más documentos del Centro Documental de la Memoria Histórica (Archivo de la Guerra Civil) con destino hacia Cataluña. El PSOE fue el único partido que votó en contra, argumentando que no hay tal petición de salida de papeles y, por tanto, esa moción no tiene sentido. Los socialistas salmantinos quedan señalados por PP y Ciudadanos como políticos que no defienden a su tierra, que anteponen el ‘sí bwana’ a su partido, cuando la realidad es que no pueden pronunciarse sobre algo que no ha sucedido. Amén de que el Archivo ni crea ni destruye empleo, es una burda arma arrojadiza entre unos y otros por mero interés político. Tan sólo entiendo y justifico la labor de la asociación Salvar el Archivo, presidida por un historiador, no un político, Policarpo Sánchez. Se podrá estar a favor o en contra de sus argumentos, pero no se puede negar su esfuerzo, incluso luchando contra las piedras que la vida y la salud le ponen en el camino. Todo un ejemplo de constancia. Por cierto, a destacar la oratoria del portavoz socialista, José Luis Mateos, y del concejal de Cultura, Turismo y Festejos, Julio López, durante el debate. Otros concejales podrían tomar nota de cómo exponer unos argumentos sin calumniar, sin faltas de respeto, sin trastabillarse y sin leer un discurso previamente escrito.

Por ejemplo Pilar Moreno, de Ganemos, que soltó un "me cago en Dios" que levantó polvareda entre los ediles populares, llegando a emplear incluso la palabra blasfemia. Sólo escucharla me retrotrae a la Edad Media, la Inquisición y la quema de herejes. Pobre Pilar, arderá en el infierno... (nótese la ironía, que hay mucho sensible últimamente, y por cierto, se trata de una expresión empleada constantemente por muchos católicos, porque utilizar cáspitas, como que no). Pero a lo que vamos, hay que romper una lanza en favor de la concejal de Ganemos en esta polémica. La expresión fue empleada dentro de una frase aludiendo a ella de forma indirecta, no porque soltara el exabrupto sin ton ni son. Cierto es, también, que podría haber argumentado que la derecha ya ni siquiera permite expresiones coloquiales en las que se sueltan maldiciones. Con estas palabras, por ejemplo, hubiera evitado la llamada al orden del alcalde. ¿Eufemismo? Tal vez, pero lenguaje políticamente correcto, el que gusta entre quienes no hablan de progenitores, porque es masculino y aliena a la mujer, sino de personas guardadoras, por ejemplo (amén de otras chorradas que denigran nuestro rico castellano). Pero es lo que tiene la costumbre de un discurso cañero, con ataques banales e inapropiados, chabacanos en ocasiones, como si estuvieran en el patio del colegio, en las reuniones de asamblea o la pandilla de camaradas, que después te traiciona el subconsciente. O el inconsciente.

Debate muy tenso, sobre todo entre Ciudadanos y Ganemos. Los concejales Fernando Castaño y Gabriel Risco se enzarzaron dialécticamente en varias ocasiones durante una maratoniana sesión de siete horas (sobra insistir sobre asuntos ya abordados en comisión o temas que no competen a la vida municipal y mucho menos afectan directamente a los salmantinos). Ciudadanos también repartió a PP y PSOE. En estos plenos queda una sensación de que hay dos formaciones naranjas, la que defiende a capa y espada a los populares porque son sus socios (o algo más) y la que recela y fiscaliza su labor (que para eso fueron elegidos por los salmantinos), en función del concejal que tome la palabra. Ciudadanos carga contra el PP y Ganemos, como ocurre a nivel nacional (Podemos en su caso), para convertirse en referente del electorado de centro derecha, de los más moderados hastiados de la corrupción popular y de los más extremos al ver en el partido de Albert Rivera un azote de sensatez frente a la izquierda radical, con la que pacta el PSOE. Lo vengo repitiendo desde hace meses, rojos y naranjas ven con muy buenos ojos su pacto de gobierno allá donde las matemáticas lo permitan, porque unos arrinconarían al PP para minimizar su fuerza y otros dejarían de depender de Podemos y satélites similares. En el centro y la moderación siempre está el equilibrio. En el diálogo, más.

Y entre todo este maremagnum de incertidumbre, ¿qué dos políticos de alta alcurnia, de diferentes partidos, con una relación similar a Pimpinela, se han reunido en secreto? ¿Qué pajarito les vio, en esta ciudad de tanto estornino y paloma, uno con el puesto asegurado pero el futuro muy gris, otro sin ni siquiera saber si le bailarán la silla, por tanto ambos con un poder de decisión limitado? Pero ya saben, se dice el pecado, no el pecador. La próxima semana, les prometo más madera.