Enrique Arias Vega

Enrique Arias Vega

Opinión

Políticos pobres, políticos ricos

1 octubre, 2018 12:58

En España, en general, a la gente le gusta presumir de tener menos dinero del que posee. No tanto para defraudar a Hacienda, que también, como por ese ancestral complejo de culpa religioso que ponderaba la austeridad frente a la opulencia.

Por eso, están mejor vistos por la opinión pública los políticos que menos haberes tienen frente a los más potentados. Justo lo contrario que en los países de tradición protestante, donde suele creerse que quien ha triunfado en esta vida tiene más mérito que el que no lo ha hecho y hasta goza de la complacencia de Supremo Hacedor.

Ya ven, frente a los escasos 200.000 euros de patrimonio neto que declara Pedro Sánchez, se estima que su admirado Barak Obama, tiene 40 millones. Y nadie se lo reprocha. Aquí, en cambio, un político con dinero es mirado con recelo y hasta con sospecha.

No basta, sin embargo, con ser rico para ganar las elecciones en Estados Unidos, por supuesto. Así, por ejemplo, el multimillonario Mitt Romney fue derrotado claramente por el más modesto Obama, en 2012, y antes que él les ocurrió lo mismo a tantos otros. Además, hay que reconocerlo, los oligarcas del mundo, el ruso Putin incluido, no son demócratas, sino que pertenecen a las dinastías de los príncipes asiáticos, como el rey de Tailandia y el sultán de Brunei, o a las de los petrodólares, como los jeques del Golfo Pérsico.

Llama la atención, no obstante, la habitual menesterosidad de nuestros políticos, con llamativas excepciones, eso sí, tras toda una vida profesional, se supone que de éxito. A mí, personalmente, me intriga y me perturba, por ejemplo, que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no pueda ni comprarse una mountain bike, al tener un patrimonio con más deudas que bienes. No digo que haya que ser tan rico como el chileno Sebastián Piñera, el argentino Mauricio Macri o Donald Trump, pero ¿será capaz de administrar bien nuestros impuestos quien no ha sabido ahorrar tras 52 años de brillante ejercicio profesional?

Por eso, me inspiran más confianza muchas veces quienes ya llegan ricos a la política que quienes llegan para enriquecerse de ella. No siempre es así, por fortuna, pero no presumamos de tener políticos indigentes que no han sabido labrarse un porvenir antes de acceder a la política, porque de ser así es como incitar a que se dediquen a ella los menos preparados o los más corruptos.