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Opinión

Siempre a tu lado

8 mayo, 2018 18:24

Disfrutas de la fiesta, la alegría te invade y las ganas de vivir explotan dentro de tu cuerpo, cuando, de repente, unos desalmados destrozan tu vida en unos minutos, te fuerzan, violentan tu libertad e invaden tu cuerpo haciendo añicos tu presente y tu futuro y, cuando acudes a las Instituciones, te ocultan, te ofrecen servicios y salen a la calle clamando por tus derechos buscando la mayor sanción posible para esos canallas, recibiendo, como no debe de ser de otro modo, el apoyo, el cariño y el sosiego de los que te rodean y que unos delincuentes te han quitado para siempre.

Caminaba por la calle de la mano de su hijo en dirección al colegio y, en esos minutos indescriptibles para un padre y un hijo, que se sienten plenos, en un segundo, se acercan dos individuos por la espalda, en silencio, sin mediar palabra, escuchas un estallido con un descerrajado metálico y tu padre cae al suelo con una gran herida en la cabeza y, una vez en el suelo, otras dos detonaciones destrozan su cabeza y su pecho. Acudes a las instituciones y hacen uso de tu dolor, te manosean para, unos, apoyar sin dar nada y, otros, destrozar la memoria de tu padre muerto. No hay cariño, no hay comprensión, incluso el funeral se hace a escondidas como si fuese tu padre el criminal.

El violador, para poder reducir su condena, o mitigar su pena, debe pedir perdón, que no se admitirá sin gestos que demuestren la efectividad y realidad del mismo, y actos que busquen mitigar el perjuicio causado a la víctima, para, aun así, cumplir su pena y recibir el desprecio de la sociedad.

Al “valiente” que asestó tres tiros por la espalda se le considera un “luchador por la patria”, se negocia con él, se habla de “conflicto armado” de proceso “político” y el muerto al hoyo y el vivo al bollo, para permitir que disuelvan la organización con el aplauso de parte de la sociedad y el alborozo de otra para, sin pedir perdón, sin mostrar arrepentimiento, sin hacer el más mínimo gesto de restablecimiento del dolor causado a la víctima, recibir los beneficios penitenciarios, las políticas de comprensión y, finalmente, ganar el pulso.

Puede que las feminazis, incluso alguna amiga feminista o algún pijiprogre intelectual critique la comparación y se duela por las víctimas de agresiones sexuales que, dicho sea de paso, no sólo merecen mi comprensión, cariño, respeto y apoyo, sino el de una sociedad enferma que acoge este tipo de situaciones, muchas veces sin comprender el dolor y el daño causado; pero, me encantaría ver que esos sentimientos también se les concedieran a quienes han perdido la vida, la salud, a un ser querido, etc a manos de delincuentes que se irrogan el derecho de destrozar la vida de otros por una simple idea política.

Cuando el radicalismo se instala en la sociedad, la tensión es instrumento político, o algún canalla habla engreído y sin pudor de que desea salir de “cacería de fachas” o que le gustaría “pegarla hasta que sangrase” y no hay una reacción que le impida seguir en esa dinámica, no se le deje en la mayor de las soledades y apartado, para, en cambio, se activen mecanismos de comprensión al asesino, de reescritura de la historia y de victoria del que debió de ser derrotado, presentándolo como tal pero concediéndole lo reclamado, el problema de esta sociedad no son sólo los políticos corruptos, los partidos impresentables, la basura intelectual y personal de nuestros dirigente, es la ponzoña moral que alberga en su corazón.