Planta de biometano

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Biometano: la gran oportunidad para transformar residuos en energía y empleo en el medio rural de Castilla y León

Castilla y León ha dado ya los primeros pasos con planes como el Plan Regional de Biogás 2024–2034, que establece objetivos de producción, inversiones y número de instalaciones.

Más información: Biometano, energía segura y sostenible para Castilla y León

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Europa transita con determinación hacia un modelo energético más limpio, resiliente y autónomo.

El objetivo de alcanzar la neutralidad climática en 2050, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y disminuir la dependencia de los combustibles fósiles marca una agenda ambiciosa en la que las energías renovables desempeñan un papel esencial.

En este nuevo escenario, el biometano se posiciona como una solución estratégica que permite convertir un desafío —la gestión de residuos— en una oportunidad energética y económica de gran calado.

El biometano es un gas renovable que se produce a partir del tratamiento de residuos orgánicos, como los generados por actividades agrícolas, ganaderas, agroindustriales y urbanas.

Tras un proceso de digestión anaerobia y purificación, se obtiene un gas con una calidad equiparable a la del gas natural, pero con ventajas medioambientales incuestionables: es neutro en carbono, reduce las emisiones de metano, favorece la economía circular y genera energía local y sostenible.

La tecnología ya está madura. Países como Francia, Alemania, Dinamarca, Reino Unido o Italia han consolidado su producción y apuestan decididamente por esta fuente renovable como parte de sus estrategias de descarbonización y reindustrialización verde.

Según el Mapa Europeo del Biometano 2025, elaborado por la Asociación Europea del Biogás (EBA), Europa cuenta ya con 1.678 plantas operativas, 165 de ellas puestas en marcha solo entre 2024 y 2025.

Las inversiones comprometidas superan los 28.000 millones de euros, con una previsión de alcanzar una capacidad de producción de 7.300 millones de metros cúbicos de biometano al año en 2030.

España: un gigante dormido

Pese a este impulso continental, España avanza más lentamente. Actualmente, el país dispone de solo 12 plantas de biometano operativas, frente a las más de 250 instalaciones de biogás en funcionamiento.

Sin embargo, el potencial es inmenso: 163 TWh de capacidad técnica anual, lo que permitiría cubrir aproximadamente la mitad de la demanda nacional de gas natural, según datos de Sedigas.

Además, podrían movilizarse inversiones por más de 40.000 millones de euros, con más de 2.300 instalaciones de gas renovable desplegadas en todo el país.

El reciente borrador de actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) ha elevado el objetivo de producción de biometano hasta los 20 TWh anuales en 2030, duplicando la cifra recogida en la Hoja de Ruta del Biogás de 2022.

Es un avance relevante, aunque aún insuficiente para activar todo el potencial latente del sector.

Castilla y León: un actor clave para liderar el cambio

En este contexto, Castilla y León se sitúa como una de las Comunidades con mayor capacidad para protagonizar esta transformación.

Su estructura productiva, marcada por la actividad agrícola y ganadera, y su extensa superficie rural ofrecen condiciones excepcionales para el desarrollo de proyectos de biometano.

Pero no solo son los recursos. La Comunidad dispone también de capital humano cualificado, cultura de cooperación, experiencia agroindustrial y un tejido de pymes y cooperativas altamente capilarizado y con un gran arraigo en el territorio.

Según un informe de Sedigas, Castilla y León concentra cerca del 23% del potencial nacional de producción de biometano, con más de 37 TWh anuales estimados.

Esta cifra posiciona a la Comunidad como un líder natural en la transición energética hacia una economía descarbonizada y eficiente, gracias a su capacidad para valorizar residuos orgánicos en energía limpia y sostenible.

Cada planta de biometano representa mucho más que una fuente energética y sostenible. Es un motor de desarrollo rural, un generador de empleo cualificado, un impulsor de servicios auxiliares y un ejemplo de economía circular aplicada al territorio.

Además, el biometano permite revalorizar subproductos antes considerados residuos, transformándolos en una oportunidad para explotaciones agrarias, industrias locales y ayuntamientos.

También hay beneficios medioambientales claros: reducción de emisiones, mejora en la gestión de purines y residuos orgánicos, generación de fertilizantes naturales, disminución del uso de fertilizantes químicos y menor riesgo de contaminación de acuíferos.

Es, en definitiva, una solución integradora que conecta transición energética, economía circular y cohesión territorial.

Uno de los frutos más valiosos del proceso de generación de biometano es precisamente la obtención de fertilizantes orgánicos derivados, que pueden retornar a los campos y cerrar el ciclo de los nutrientes.

Así se refuerza la sostenibilidad del modelo agrícola y se reducen los costes y la dependencia de insumos externos.

La tecnología utilizada en la producción de biometano es madura, segura y ampliamente probada en Europa. Estos sistemas incorporan protocolos estrictos de control de emisiones, tratamientos avanzados de olores y medidas de integración ambiental que garantizan el respeto por el entorno.

Todo ello se traduce en seguridad para los vecinos, transparencia en la gestión y confianza en que los proyectos se desarrollan bajo los estándares más exigentes de sostenibilidad y control ambiental.

Hacia una gobernanza colaborativa

Uno de los grandes activos del biometano es que exige una gobernanza compartida. Su despliegue requiere la cooperación entre agricultores, ganaderos, operadores tecnológicos, empresas energéticas, entidades locales y administraciones públicas.

Esta lógica colaborativa encaja especialmente bien en Castilla y León, donde existe una larga tradición de redes cooperativas y alianzas territoriales.

De hecho, el digestato —subproducto del proceso de digestión anaerobia— puede convertirse en un fertilizante natural que sustituya a los de origen químico, reduciendo así la dependencia de insumos importados y contribuyendo a la mejora de los suelos.

Se trata de una solución que conecta transición energética y regeneración agronómica, con beneficios concretos para la agricultura local.

Además, el sector está avanzando en la definición de marcos de buenas prácticas, que garantizan la transparencia informativa, la seguridad de los procesos, el respeto medioambiental y la participación de las comunidades locales.

Este compromiso es fundamental para ganar la necesaria licencia social y consolidar un modelo energético con raíces en el territorio.

En este sentido, Sedigas ha impulsado un decálogo de buenas prácticas que promueve proyectos basados en la sostenibilidad, el respeto al entorno y la transparencia en la información a los vecinos.

El objetivo es claro: que el biometano no solo genere energía, sino también confianza, arraigo y oportunidades para las personas que viven en los territorios.

El momento de actuar

Castilla y León ha dado ya los primeros pasos con planes como el Plan Regional de Biogás 2024–2034, que establece objetivos de producción, inversiones y número de instalaciones.

Pero para que esta visión se traduzca en realidad, es imprescindible reforzar el marco normativo nacional, agilizar la tramitación administrativa, establecer mecanismos de apoyo eficaces y garantizar una fiscalidad que incentive la producción y el consumo de gas renovable.

El biometano no es una utopía. Es una oportunidad tangible y estratégica para transformar los retos energéticos y ambientales en vectores de desarrollo rural, generación de empleo y mejora de la competitividad territorial. Europa ya avanza en esa dirección. Castilla y León tiene todo para ser parte del liderazgo.

El momento es ahora. Transformar residuos en energía, energía en oportunidades, y oportunidades en futuro es posible. El biometano puede y debe ser uno de los pilares del nuevo modelo energético regional. Castilla y León está preparada para asumir ese reto.