Desde su arranque, Gran Hermano VIP 5 y su sistema de nominaciones ha expuesto a varios de sus concursantes a la prueba de fuego por antonomasia del programa: el veredicto de la audiencia.

Como bien es sabido y conocido por todos los seguidores o conocedores del formato, solo aquellos personajes capaces de ganarse el voto del espectador a través de su juego social podrá hacerse con la victoria del concurso.

La primera edición de Gran Hermano VIP llegó a Telecinco motivada por el éxito de las cinco primeras ediciones de la versión estándar del reality show y los datos de audiencia cosechados por las dos primeras ediciones de La isla de los famoS.O.S (Supervivientes) emitidas en Antena 3.

Es por ello que ninguna de las celebrities que se ha atrevido a adentrarse en el juego propuesto por la casa de Guadalix de la Sierra puede afirmar que no sabe a lo que se expone. Pese a ser muchos los concursantes que han pasado por la versión estándar del formato y de su variante con celebrities que han confesado no haber seguido ninguna de las ediciones del formato, son pocos los que dicen la verdad.

Todos, o casi todos, han acabado cayendo en la trampa de la vida en directo, mostrando entre pequeños o grandes detalles haber sido intoxicados por algún tipo de estrategia seguida por algún concursante de los múltiples formatos de telerrealidad emitidos en nuestro país. La carpeta amorosa, el victimismo, el conflicto o el juego de la provocación son elementos comunmente usados por los participantes de este tipo de espectáculo televisivo que sigue enganchando a cifras astronómicas de audiencia.

El caso de Alyson es distinto. La norteamericana se enfrenta al reto de Gran Hermano VIP sin expectativas y sin conocer demasiado el lenguaje televisivo patrio. La expresentadora de Hable con ellas ha demostrado actuar por impulsos, sin estrategias definidas, y con un único leitmotiv: vivir una experiencia única.

Esto convierte a la estadounidense en una concursante especial e inusual, en un verdadero experimento sociológico comparable al de las primeras ediciones del formato en nuestro país. Alyson desprende la esencia de Gran Hermano y representa el espíritu inocente y virgen de un concursante que afronta el desafío de vivir rodeada de cámaras sin tapujos y sin pensar en el qué dirán.

Eckmann ha demostrado con creces tener madera de ganadora al enfrentarse a los otros VIP sin hacer distinciones y, en algunos casos, sin conocer su verdadera trayectoria televisiva o transcendencia mediática y, lo más importante, entreteniendo a la audiencia.

La norteamericana aporta al programa de manera diaria momentazos en los que presume de su humor sarcástico, sus despistes de guiri, su buen corazón y, como no podía ser de otra manera, de su apasionado caracter y ganas de disfrutar.

Alyson vive GH como una verdadera convivencia entre iguales, entre compañeros de piso, con sus errores y sus aciertos y con la ventaja que le ofrece ser una extranjera de origen humilde que conoce lo mínimo de la cultura española.