Imágenes de ‘Farmacia de guardia’ y ‘La que se avecina’.

Imágenes de ‘Farmacia de guardia’ y ‘La que se avecina’.

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De ‘Farmacia de guardia’ a ‘La que se avecina’ y la evolución de la vida del barrio a través de la televisión

Antes, todos conocíamos el nombre de nuestros vecinos y del dueño de la tienda del barrio. Algo que se ha perdido en la vida diaria y en la ficción.

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Hace unos días, Juan Muñoz de Cruz y Raya visita el programa Yas verano, y allí hablaba de cómo entendía él la manera de hacer el humor. “Yo me inspiro en amigos, en gente que conozco. Me gustó hacer humor del barrio, de lo que veía en la calle. De las señoras que van a comprar con la bata. Me gusta retratar los personajes de barrio, de lo que he vivido cuando era joven”.

La vida cotidiana de los barrios de clase media siempre han sido una gran fuente de inspiración, y también para la televisión. Y es que a través de muchas series se ha retratado cómo eran los españoles y cómo era ese día a día, cuando los negocios de cualquier calle de extrarradio tenían clientes en cola.

Desde la Farmacia de Guardia de Antonio Mercero y Médico de familia hasta Cuéntame cómo pasó, pasando por Los Serrano, El Súper, Manos a la obra o Aquí no hay quien viva y ahora La que se avecina, la ficción española no solo ha sido un referente para entretener. También narraron cómo era vivir en un bloque de pisos, en un adosado de extrarradio o en un barrio obrero.

Todas ellas mezclaban tramas particulares con otras universales. Las preocupaciones del día a día, la familia, el trabajo, las amistades, el amor. Y todo ello envuelto en una realidad en la que se hacía cómplice al camarero del bar (qué sería de las series de televisión sin los bares), al dependiente de la farmacia, al doctor del ambulatorio y a la peluquera.

Cada serie tuvo su propio universo y reglas, y trataba los temas desde un prisma único. Farmacia de guardia, en clave de comedia, abordó la homofobia, el racismo, la violencia machista o la soledad de los mayores. Nada que no ocurra en la calle en la que vive cualquiera de nosotros.

'Médico de familia'.

'Médico de familia'.

La boticaria a la que encarnó Concha Cuetos y toda su familia se implicaban en lo que les sucedía a sus vecinos, a los amigos, al muchacho mantero que vendía pañuelos delante del comercio. Citando dos títulos que protagonizó Beatriz Carvajal en Antena 3, era una época en la que se preguntaba “quién da la vez” y se presumía de que “este es mi barrio”. 

La vida de barrio podía llevar a los vecinos a reunirse en el videoclub para charlar, como en Aquí no hay quien viva. En Menudo es mi padre, la serie de El Fary, el taller mecánico también hacía las veces de foro de vecinos. La gente salía a la calle y se contaban las cosas a la cara, no a través de una pantalla.

Nacho Marín (Emilio Aragón) se desvivía por sus pacientes, y hasta por los compañeros de clase de sus hijos en Médico de familia. Y en Cuéntame cómo pasó la Peluquería Nieves reflejaba cómo muchas mujeres usaban el sillón del tinte para vaciar sus penas cotidianas y compartir sus sueños. Antes de las plataformas, cuando las series se emitían semanalmente, existía esa sensación de que todos vivíamos en el mismo barrio, aunque fuera desde el sofá de casa. Ya fuese en San Genaro, en Esperanza Sur o el mismísimo Barrio Sésamo.

Con el paso de los años, la vida de barrio ya no es la que era. Las tiendas cierran porque nadie baja a comprar, los locales comerciales se reconvierten en viviendas, la gente prefiere comprar en supermercados y centros comerciales o a través de Internet, y ya no podemos ni pedir sal al vecino porque desconocemos cómo se llama. Si hasta el médico de familia nos atiende por teléfono en vez de pedirnos que saquemos la lengua y respiremos fuerte mientras nos ausculta.

Imagen de 'Cuéntame'.

Imagen de 'Cuéntame'.

Y la televisión también ha ido reflejando esos cambios. De ahí que ya no haya barrios reales ni vida cotidiana en la mayoría de nuestras series. Funciona más la ficción de épocas pasadas que el reflejo del ahora: La favorita 1922, Valle Salvaje, Sueños de Libertad, La Promesa. Porque ya pocos dicen con orgullo, como antaño, que este es mi barrio.

Tras el fin de Cuéntame y la vida en San Genaro, y a la espera de ver cómo transcurre Barrio Esperanza en RTVE (que se ambientará en un colegio, realmente), el barrio que en la actualidad sigue vivo en la pequeña pantalla es el de La que se avecina, y eso porque los vecinos tuvieron que abandonar Mirador de Montepinar para trasladarse a Contubernio 49. Un pequeño oasis donde se apuesta por comercios únicos como la Cafebrería Quiroga, y donde las señoras todavía salen a la calle a tomar el fresco y comer pipas. Y, de paso, poner verde a cualquiera que pase, como ha sucedido toda la vida.