
Jorge Javier Vázquez en una gala de 'Supervivientes'.
Jorge Javier se abre en canal: "Estuve a punto de entrar en el Opus Dei, pero me daba miedo decírselo a mi padre"
El presentador de 'Supervivientes' se ha sincerado sobre su vínculo con la religión desde que era pequeño.
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La muerte del Papa Francisco ha copado la parrilla de la mayoría de las televisiones desde el pasado lunes 21 de abril. Jorge Javier Vázquez le ha dedicado unas palabras en su columna en Lecturas. Además, ha aprovechado para compartir su vínculo con la religión y con el Opus Dei, una institución a la que estuvo a punto de unirse durante su adolescencia.
“Pese a que el Papa Francisco me ha despertado gran simpatía, lo que representa su figura no ha tenido ninguna importancia en mi vida”, ha asegurado Jorge Javier Vázquez. También ha desvelado que, durante su juventud, la religión fue un pilar fundamental, sobre todo en su etapa en un colegio del Opus Dei.
Jorge Javier reconoce que estuvo a punto de ingresar en la Obra, "pero le daba miedo la reacción de su padre". “Me decían: ‘Es que no se lo tienes que contar porque no lo van a entender’, pero a mis 16 años ocultar algo así me parecía muy feo”, confiesa.
El catalán asegura que confesarse era una práctica habitual en su colegio. “Todas las semanas se pasaba una hoja durante alguna de las clases para que nos apuntáramos", comenta el presentador. "Algunos lo hacían por devoción, otros para evitar justificaciones incómodas", añade.
“Los pecados que más les preocupaban a los sacerdotes eran los que afectaban al sexto mandamiento. La pureza”, ha recordado. “Era su gran caballo de batalla. En plena adolescencia, con las hormonas locas como cabras, a ver cómo le dices a un chico que masturbarse es pecado”, comenta.
Jorge Javier ha desvelado que ser gay en ese entorno le resultaba “cómodo” porque el sexo, en cualquiera de sus formas, era considerado pecado. Por tanto, su orientación quedaba oculta y no tenía la necesidad de justificarla ante los demás.
“Durante los años que tuve relación con el Opus Dei me sentí en un entorno seguro”, ha afirmado. “A mediados de los 80 resultaba muy cómodo ser gay en el Opus Dei porque como el sexo fuera del matrimonio (y con uno mismo) era pecado, pues un problema que te quitabas. No existía”.
Sin embargo, ha advertido que esa “comodidad” no era real, sino una forma de negación. “Sentía inquietud porque la homosexualidad era un plus para peor”, ha explicado. Según recuerda, no se hablaba de “gays”, sino de “mariquitas”.
También se ha abierto sobre las consecuencias psicológicas de toda esa etapa: “Así tengo la cabeza como la tengo: bastante averiada para muchas cosas”. Además, asegura que tuvo sentimiento de culpa durante años.
“Durante varios años recé para convertirme en una persona ‘normal’”, cuenta. “Me daba mucha vergüenza confesar al sacerdote que me gustaban los hombres. Lo englobaba todo bajo el epígrafe de ‘pensamientos impuros’, pero jamás me sentía limpio del todo”, lamenta.
Uno de los episodios que más le han marcado ocurrió en la Catedral de Barcelona. “Me confesé y le dije al sacerdote que tenía pensamientos con hombres. Me dijo airadamente que debía dejar de tenerlos o me convertiría en un ‘invertido’”, ha explicado.
“Y más o menos me echó con cajas destempladas”, ha añadido, subrayando la dureza de aquella experiencia. A raíz de ello, comenzó a distanciarse del Opus Dei y de su forma de entender la religión. Concretamente cuando descubrió los bares de ambiente gay en Barcelona, que le permitieron explorar su identidad desde otro ámbito.
No obstante, también explica que la huella de su educación religiosa no desapareció con facilidad. “Cuando me eché mi primer novio, allá por mis 27 años, afloró un sentimiento de culpa que me llevó por primera vez a un psicólogo".