Juan Pablo en Irlanda.

Juan Pablo en Irlanda. Cedida.

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Juan Pablo, 30 años, deja España y se marcha a Irlanda: "No podía independizarme, aquí en 4 meses ya tengo coche"

El joven español asegura que en Irlanda cobra el doble que lo que ganaba en Zaragoza en un puesto con responsabilidades.

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Zaragoza
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La emancipación juvenil se ha convertido en uno de los mayores retos sociales y económicos de España. Según el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud, solo un 16,3% de los jóvenes menores de 30 años logra independizarse, la cifra más baja de toda la Unión Europea.

La causa principal es una combinación de salarios bajos y precios de la vivienda desorbitados: mientras el sueldo medio de los menores de 30 años ronda los 1.150 euros netos mensuales, el alquiler medio supera los 900 euros, según datos del INE y Fotocasa. Una ecuación que, para muchos, resulta sencillamente imposible.

Es el caso de Juan Pablo M.C., un zaragozano que, a pesar de llevar ocho años trabajando en la misma empresa, nunca logró reunir el dinero suficiente para independizarse y ahora trabaja en Irlanda.

"Comencé cobrando 1.200 euros, pero tras 8 años con un buen rendimiento y responsabilidades solo logré subir a 1.600 euros; con eso no te da para pedir una hipoteca", cuenta a El Español de Aragón.

Como tantos otros jóvenes cualificados que se sienten atrapados en una economía que no les permite avanzar, Juan Pablo decidió emigrar. "Sabía que no iba a mejorar. Quería ahorrar, tener casa… y con ese sueldo, imposible", explica.

Su hermano ya vivía en Irlanda, y eso le animó a dar el salto. "Me dije: si voy a poder ganar más dinero en menos tiempo y, encima, aprendo inglés, ¿por qué no? Nunca está mal aprender inglés, aunque sea tarde", añade entre risas.

Juan Pablo en Irlanda.

Juan Pablo en Irlanda. Cedida.

Hoy trabaja en Prime Carpentry, una empresa irlandesa de construcción de casas de madera. Su jornada arranca temprano, a las 7.30 de la mañana, pero los números hablan por sí solos: cobra 21,50 euros la hora, unos 3.000 euros al mes. "En España ganaba la mitad y llevaba trabajando 8 años en la misma empresa. Aquí directamente entré cobrando el doble", resume.

Y desmiente el tópico de que Irlanda es un país caro: "Dicen que en Irlanda todo cuesta más, pero no es verdad. Pago 480 euros por una habitación. Vete a Madrid y dime cuánto cuesta. La compra es parecida. Lo único caro es el alcohol, los vicios, el ocio... Pero si no sales todos los días, puedes ahorrar muchísimo", asegura.

De hecho, su objetivo es ahorrar unos 1.000 euros al mes, una meta que en España le parecía inalcanzable. "En seis meses he ahorrado casi lo mismo que en ocho años allí", dice con una mezcla de orgullo y asombro.

Antes de empezar a trabajar, Juan Pablo pasó tres meses aclimatándose al país. Durante ese tiempo gastó los ahorros que había acumulado en España, pero pronto recuperó el ritmo: "Necesitaba el vehículo para ir a trabajar, mi hermano me hizo un adelanto, pero en 4 meses ya se lo he pagado todo".

El transporte, reconoce, es un punto flaco. "Aquí no puedo depender del autobús, porque van bastante regular, y si quiero llegar puntual necesito el coche", explica.

Más allá del salario, Juan Pablo destaca el cambio en la cultura laboral. "En España, si no pides, no te dan. Puedes ser el mejor y darlo todo, pero si no reclamas, nadie se mueve. Aquí enseguida te dicen que están contentos contigo, alaban el buen rendimiento y hablan de subidas de sueldo. Eso te motiva", cuenta el zaragozano.

Aunque echa de menos a su familia, tiene claro que su decisión fue la correcta. "Me da pena y rabia, porque en España se vive muy bien… salvo por la política y las condiciones laborales. Pero yo con 30 años seguía en casa de mis padres, sin poder independizarme. Así no se puede. Aquí, en cambio, es otra cosa", asegura.

Con seis meses en Irlanda, coche propio y un empleo estable, Juan Pablo simboliza una realidad generacional: jóvenes formados que ven en la emigración la única vía para prosperar.

"Yo me habría quedado en mi tierra hasta el fin de mis días. Pero es imposible. Ojalá no me hubiera tenido que ir, pero si quiero avanzar, tenía que hacerlo", reflexiona.

Su historia no es una excepción. Como Juan Pablo, en la última década, unos 300.000 jóvenes españoles han emigrado buscando oportunidades laborales, según datos del INE y Eurostat.