La farmacia de Irene González Orts está en Campo de Mirra.

La farmacia de Irene González Orts está en Campo de Mirra.

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Irene González, boticaria en un pueblo de Alicante con 400 habitantes: "Yo soy el primer contacto sanitario"

La revista Forbes ha incluido en su lista de los 50 más influyentes a esta farmacéutica que trabaja en la localidad de Campo de Mirra.

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Alicante
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Vivir en el entorno rural implica, en muchos casos, renunciar a servicios básicos. En numerosos municipios de la España menos habitada, hacer la compra, acudir al médico o ir a la farmacia obliga a coger el coche y recorrer varios kilómetros. Una realidad que condiciona el día a día de cientos de vecinos.

No es el caso de Campo de Mirra. Esta localidad alicantina, situada junto a Villena y con 445 habitantes, mantiene uno de esos servicios esenciales que marcan la diferencia: su farmacia. Un recurso clave que evita desplazamientos y garantiza atención sanitaria inmediata.

Al frente se encuentra Irene González Orts. No reside en el municipio, pero su papel resulta imprescindible. Dirige la única farmacia del pueblo y se ha convertido en una figura de referencia para sus vecinos, tanto dentro como fuera del mostrador.

La prestigiosa revista Forbes ha incluido recientemente a Irene González en su lista de los 50 farmacéuticos de dermocosmética más influyentes de España. Un ranking en el que también aparecen los hermanos Pérez Colmenero, de Benidorm, y que pone el foco en perfiles con impacto profesional y divulgativo.

Según recoge Forbes, Irene González es "farmacéutica comunitaria en Alicante y divulgadora sanitaria en redes sociales como @boticonsejo (85.000 seguidores). Desde su perfil impulsa la educación sanitaria".

Un reconocimiento que la boticaria asimila con sorpresa. "Este tipo de cosas siempre piensas que otros se lo merecen más", confiesa. De hecho, cuando recibió la primera llamada pensó que podía tratarse de una broma.

El corazón del pueblo

Irene desarrolla su labor en Campo de Mirra, un municipio de apenas 440 habitantes situado entre Villena y Biar, conocido por ser el escenario histórico del Tratado de Almizra. Aunque vive en San Vicente del Raspeig y se desplaza a diario, su vínculo con el pueblo es total.

"La gente aquí es como una familia prácticamente", explica. "Todos somos como vecinos de la misma escalera". Esa cercanía convierte la farmacia en algo más que un lugar donde retirar medicamentos.

La falta de consulta médica diaria refuerza aún más ese papel. El médico y la enfermera no pasan todos los días, y ahí la farmacia cobra una dimensión asistencial clave. "Yo soy el primer contacto sanitario", describe Irene a EL ESPAÑOL de Alicante.

Los vecinos acuden a ella para valorar síntomas, resolver dudas y decidir si es necesario desplazarse a otros municipios. La confianza es absoluta.

Diez años combatiendo bulos

La inclusión en la lista de Forbes no es casual. Responde a una labor divulgativa que Irene inició hace una década a través de un blog, con un objetivo claro: romper las paredes físicas de la farmacia y combatir la desinformación sanitaria.

"Mi idea era transmitir todo lo que yo le decía a los pacientes para que encontraran una fuente fiable, porque por desgracia hay mogollón de bulos", explica.

El gran salto llegó hace unos cinco años con Instagram. Desde entonces, su perfil no ha dejado de crecer. Hoy combina la atención presencial con la digital, enviando incluso infografías por WhatsApp a sus pacientes para reforzar los consejos que da en persona.

La realidad de la farmacia rural

Más allá del reconocimiento, la farmacia rural sigue enfrentándose a importantes dificultades. Irene González es secretaria de la Asociación de Farmacéuticos Rurales de la Provincia de Alicante (AFARPA) y conoce bien la situación del sector.

La baja densidad de población y el reducido volumen de dispensación complican la viabilidad económica. "A nivel económico es muy complejo. Yo tengo un sueldo muy justito", reconoce con franqueza.

Aun así, valora lo que este modelo le ofrece. La farmacia rural le permite conciliar su vida laboral con la maternidad, gracias a un horario reducido y a la exención de guardias. Una ventaja que no oculta el gran reto del futuro: el relevo generacional.

Cada vez resulta más difícil encontrar profesionales dispuestos a instalarse en pueblos tan pequeños. Irene, sin embargo, lo tiene claro. "Desde el punto de vista emocional, es súper gratificante", puntualiza.