Jorge Pérez e Iracy Llinares explican el impacto que tiene en la vida sexual las redes sociales.

Jorge Pérez e Iracy Llinares explican el impacto que tiene en la vida sexual las redes sociales.

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Instagram, Grindr y el círculo verde de Twitter, los sexólogos de Alicante alertan del efecto escaparate

La creación de más opciones para compartir imágenes íntimas en aplicaciones sociales afianza la percepción de ellas como mercancías.

25 septiembre, 2022 01:21
Alicante

Cuando es más fácil enseñar una foto de los genitales en las redes sociales que decir tu nombre, la persona se ha convertido en un objeto más. Los sexólogos de Alicante alertan del llamado efecto escaparate que se amplía con el lanzamiento de nuevas formas de compartir contenido que derivan en una hipersexualización.

"Todo lo que tiene que ver con las redes sociales, sobre todo con las plataformas de conocer gente, de alguna forma siempre se produce un efecto escaparate que hace que las personas que estén ahí se vean como un producto al que tú llegas y que puedes consumir o no". Así razona Jorge Pérez sobre este concepto que ha desarrollado para abordar los efectos que esto genera entre sus usuarios.

La última de las propuestas que acaba fomentando este comportamiento sin pretenderlo en principio viene de Twitter. "Ahora con el círculo verde de Twitter nos encontramos con lo que se pensaba que era como Mejores Amigos [de Instagram] pero se usa como forma de exhibirse, de hipersexualizarse mucho más, como una continuación de lo que se hace en las plataformas para conocer gente donde antes se enseña una foto del pene o de la teta que de la cara o se dice el nombre".

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¿Cuál es la consecuencia de esta forma de abordar las relaciones personales? "Al final somos sexo sin personas", señala Pérez, "cuando las personas somos sexo en sí mismas". De ahí que alerte "del proceso de deshumanización que se genera a veces con este efecto escaparate".

La clave está en que las plataformas especializadas en fomentar contactos que acaban centrándose más en el sexo, impulsan este efecto antes que reducirlo. "Al final te dan opciones donde eliges entre aceptar y rechazar y a veces es una cuestión de milisegundos", indica el sexólogo alicantino.

"Cuando eso sucede, a la persona no la estás conociendo, estás viendo un escaparate. Es la imagen de un bolso o de unas zapatillas que te pueden gustar más o menos. Y eso genera que no te relaciones con una persona sino con un producto. Y eso puede llevar a consecuencias como el maltrato o el ghosting".

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No es casual el uso de la palabra maltrato. "Uso el concepto maltrato con toda la mala fe porque algo que es peor que te consideren o definan mal es que directamente ni existas", afirma. Eso lo ha ido viendo en sus consultas cuando se ha encontrado personas que han recibido ghosting a las que "eso acaba repercutiendo en su autoestima porque al final es que ya ni son. No es una persona a la que no gustas, es que no eres, no existes. Y eso desde mi punto de vista es maltrato pasivo".

Iracy Llinares comparte la opinión de su compañero sobre estos ceses repentinos sin advertencia alguna. "El ghosting es una manera de comportarte que puede hacer daño". Ambos forman parte del grupo de trabajo sobre sexualidad del colegio oficial de psicología de la Comunidad Valenciana, con sede en Alicante, y tienen clara la importancia de reivindicar la educación sexual para evitar estos fenómenos.

"Hablemos de buen trato que no es solo educación", razona Llinares sobre unos comportamientos que escucha mucho en su consulta y para los que cree que la respuesta está en la educación de valores. "Tienes que aprender, y para eso hay que poner foco en la educación sobre emociones porque cara a cara no te comportarías así", recalca.

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Ambos valoran las ventajas que pueden aportar aplicaciones como Grindr, especializada en el público homosexual, "porque han ayudado a juntar personas que por una sexualidad o mentalidad no era aceptada en la sociedad". Ahora, "la dinámica de conocerse del colectivo LGTBI se ha habituado a contactos de redes sociales y plataformas con lo que las consecuencias se han visto más en ese colectivo". Un fenómeno que, como añaden, se ha extendido ya de forma generalizada para cualquiera.

Con eso vuelven a que se ha popularizado una forma de uso en la que no se empatiza con la persona al otro lado del móvil porque "al final es una foto". Llinares dirige la mirada al paso siguiente que se busca con estas aplicaciones, "habría que ver el momento posterior que se traspasa la barrera tecnológica y las expectativas creadas con ese escaparate, si se cumple o no, cuál es el contacto real".

El problema resumen ambos es que, pese a esa despersonalización con que se afronta la creación y envío de perfiles hipersexualizados en la que "de primera pareces un producto", estas acciones representan una exposición emocional en un momento sexual "y para enfrentarse a eso tienes que tener la autoestima bien colocada".