El científico José Antonio Flores Yepes posa junto al yeso.

El científico José Antonio Flores Yepes posa junto al yeso. EFE

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Así son los contenedores antiincendios para proteger obras de arte desarrollados en Elche

La Universidad Miguel Hernández (UMH) ha creado un yeso barato e ignífugo con el que transportar colecciones de cuadros.

25 abril, 2021 11:59
Alicante

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Un yeso ignífugo desarrollado y patentado por la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche ha sido ensayado con éxito en la protección frente al fuego de los contenedores empleados en el almacenaje y traslado de obras de arte de los museos.

Este material mejorado por el científico José Antonio Flores Yepes, del Centro de Investigación e Innovación Agroalimentaria y Agroambiental (CIAGRO-UMH) de Orihuela (Alicante), incorpora un aditivo orgánico a base de ácido cítrico que aporta cualidades térmicas, resistencia frente a impactos y capacidad aislante tanto contra las llamas como contra el agua.

En la línea de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) defendidos por Naciones Unidas, es un material considerado ecológico porque en su fabricación se emite hasta un 98 por ciento menos de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera que otros productos similares, como el ladrillo cerámico.

Esto es posible porque en su fase de fabricación requiere temperaturas entre 180 y 250 grados centígrados unos minutos frente a los cerámicos, que demandan una fase de secado y otra de cocción entre 800 y 900 durante 20 horas.

Otros materiales parecidos y sin tanta capacidad contra el fuego, como el hormigón (cemento), necesitan aún más calor en su fase de producción (1450 grados).

El aditivo orgánico incorporado por la UMH es "muy económico", ha explicado Flores Yepes en una entrevista con Efe, ya que tiene un coste de 6 euros cada kilogramo y únicamente se requiere mezclar porcentajes desde 0,06 hasta un 1 gramo por cada kilo de yeso, según el uso al que se destine la pasta.

Este material especialmente dirigido a la protección contra el fuego de alta intensidad ha sido ensayado satisfactoriamente en el parque de Bomberos de Molina de Segura (Murcia) y tuvo la supervisión del museo del Prado de Madrid y varias empresas privadas, como Prosegur y la ilicitana Fire Test SL.

Concretamente, se usó este yeso para recubrir con un espesor de dos centímetros los contenedores metálicos o de madera empleados en los centros logísticos o de traslado de obras de arte.

Las pruebas demostraron que en incendios protege durante varias horas a temperatura ambiente el interior de los embalajes, sometidos a una intensidad de fuego de entre 800 y 900 grados centígrados en el exterior.

Esta cualidad debería proporcionar tiempo a la actuación de los servicios de emergencias de un museo o de un centro logístico que albergue obras de arte para evitar daños.

Este mismo producto se puede emplear para proteger estructuras que puedan ser sometidas a un fuego accidental, no deteriorando las propiedades mecánicas de dichas estructuras después de ser sometidas a una alta temperatura.

En un contexto de cambio climático y de mayor concienciación medioambiental, este yeso "ayuda a ser sostenibles y a la economía circular porque es un material recuperable ya que", ha reiterado el investigador, "se puede volver a utilizar".

El yeso de la UMH tiene muchas otras aplicaciones, como una ensayada en colaboración con la Guardia Civil de protección de edificios ante deflagraciones de artefactos explosivos, ya que resiste ondas de presión de hasta 84 kilogramos de TNT.

El material desarrollado alcanza aproximadamente 20 Newton por milímetro al cuadrado de resistencia a la compresión.

Esta característica lo asemeja al hormigón con el valor añadido de que, al igual que ocurre con los ladrillos cerámicos, tiene un coste de fabricación menos oneroso en dinero y en emisiones, al precisar de menos energía.

Del mismo modo, se ha probado su idoneidad para fabricar ladrillos que sustituyan a los habituales cerámicos, lo que ya ha llamado la atención de empresas del sector y de expertos de países del norte de África para su uso en construcciones sostenibles.

Junto a Flores Yepes, en el desarrollo de la investigación han participado Joaquín Julián Pastor Pérez y Antonio Martínez Gabarrón, también del CIAGRO, cuyo campus se halla en la pedanía oriolana de Desamparados.