Ahora que se encuentra abierta para disfrute de los alicantinos, es buen momento para evocar las Exposiciones del Ninot, desde 1940 se consolidaba como principal avanzadilla previa a las fiestas de fogueres. Fue un elemento que, de manera singular, estuvo sometido a improvisaciones e incluso jugosas anécdotas. Improvisaciones estas fruto del ayer, ya que por fortuna la misma se encuentra hoy perfectamente delimitada.

Retrocedamos a 1990, uno de los años en que me encargué de la organización de la misma. Fue la primera ocasión en que esta se celebró en el Palacio del Conde de Lumiares -actual emplazamiento del Mubag, en la calle Gravina-, donde ya en 1988 se realizó la muestra infantil. Tras el desastre de la muestra de 1989, donde apenas 25 ninots participaron en los bajos del Ayuntamiento, la Gestora de Conrado Albaladejo apostó por medidas de potenciación de la muestra.

Una de ellas sería el decisivo cambio de marco. Otra, la implantación de premios a los mejores ninots de cada categoría. Y una tercera, esta secundaria, incluir en cada figura su foguera, artista y categoría de procedencia -hasta entonces solo constaba un número de identificación-.

Así pues, desde la tarde del viernes estuvimos presentes en dicho emplazamiento, recibiendo los ninots participantes, a los que se incorporaba un número de llegada. Todo ello, hasta la misma mañana del domingo, 10 de junio, en cuya tarde se inauguraba la muestra. Allí me encontraba solo, perdiéndome el V Festival de Paellas, que se celebraba en el antiguo hipódromo.

La verdad es que, sobre todo, esperaba la participación del ninot de Carolinas Altas, uno de los tres de categoría especial, que no llegaba… y no llegó, al cerrar a mediodía el recinto. Me fui como pude hasta la fiesta de las paellas, y avisé al presidente de dicha comisión, el llorado José María Lorente, sobre tal ausencia. Como era de esperar puso el grito en el cielo, y me consta que se desplazó hasta la nave del artista, agriándosele el arroz en el cuerpo.

Es importante señalar que estábamos lejos de disponer de teléfonos móviles. El caso es que con considerable antelación bajé por la tarde a Gravina, incluso para preparar la cinta de inauguración, que quedó ubicada desde un buen rato antes, atravesando la puerta del palacio. Se acercaban las ocho de la tarde, hora prevista para su apertura. Cuando desde la plaza del ayuntamiento se escuchaban ya los sones de la banda de música que en pasacalle acompañaría la comitiva oficial, con Albaladejo y Nuria Larrosa -Bellea del Foc- al frente, para inaugurar la muestra, algo nos sorprendió.

Llegaba el camión con el grupo de Carolinas Altas, aún fresco de pintura, representando la figura de Salvador Dalí acompañado por sus musas, para incorporarse al lugar que le había reservado -si no llegaba, tenía estudiado mover un par de ninots para cubrir el hueco-. Tuvimos que quitar por un momento la cinta, y mandar a alguien para pedir que se retrasara algo la comitiva e incorporar la figura. Antes era mucha menos gente la que acudía a este acto, y lo hacía por lo general siguiendo el pasacalle.

El ninot 'tardío' que se expuso en la Exposición de 1990 .

El ninot 'tardío' que se expuso en la Exposición de 1990 . Archivo J.V.C.

Nadie se dio cuenta de ello y yo respiré tranquilo, mientras el público presente valoraba los 40 grupos participantes y los 35 infantiles. 2.593 votos certificaron la tarde del 17, que la ‘Adivina’, realizada por Manuel Algarra y Enrique Viguer, era elegida Ninot Indultat de les Fogueres 1990.