La cala en la actualidad es una de las más buscadas en la provincia de Alicante.

La cala en la actualidad es una de las más buscadas en la provincia de Alicante. M.H.

Turismo

Este pueblo no era un paraíso suficiente: así reventó un promotor un acantilado en Alicante para crear una cala

Una explosión transformó la costa de este paraje que es ahora una de las playas más buscadas en la provincia por visitantes que desconocen su origen.

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Benitatxell
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En la España de los años 70 el turismo era un motor económico tan potente que la destrucción de parte de unos acantilados no era un problema para crear un nuevo atractivo turístico: una playa privada para una nueva urbanización. Más de 50 años después, en este pueblo de Alicante recuerdan cómo nació una de las calas más famosas de la Comunitat Valenciana.

Victor Bisquert, profesor de historia en un instituto de Xàbia, es también el concejal de patrimonio y turismo de El Poble Nou de Benitatxell. Él se encarga de gestionar el pasado y presente de la cala del Moraig, un tema sobre el que ha investigado reuniendo documentación y hablando con los mayores de la localidad que conocieron esta deseada parte del término municipal.

Y así explica que la "cala natural, entre comillas, del Moraig no es tan natural". Como cuenta a EL ESPAÑOL la configuración actual tan reproducida a través de las redes sociales no es con la que se formó este trozo de costa.

Los impresionantes acantilados de la costa norte de la provincia de Alicante, como recoge el Geolodía de la Universidad de Alicante dedicado al área. En él apuntan que la configuración del terreno es producto de un conjunto de fallas, "a modo de escalones de una gigantesca escalera descendente".

Eso ya crea un llamativo paisaje que alrededor del año 1973 iba a transformarse totalmente. Es en aquella época cuando "se aprueba definitivamente la venta del Puig Llorença" a una inmobiliaria.

En ese momento, "se abrió un camino de acceso grande, una carretera de acceso para poder bajar hasta la actual cala". La constructora realizó esta obra para facilitar la venta de chalets "en una playa privada al lado".

Para lograrlo, "se hizo entonces mediante explosivos" con los que "se dinamitó" la parte necesaria del acantilado para que se pudiera crear esa playa que antes no existía. Bisquert indica que el rastro de esta intervención "se ve perfectamente en el cortado que inicia la bajada a la cala del Moraig".

La obra implicó "ampliar, también dinamitar parte del cortado que había, parte de las rocas", con el objetivo de "ampliar la playa". Así se creó un espacio suficiente para que esos turistas que venían a descubrir el sol y playa de un país que se abría al mundo se pudieran bañar en aguas turquesas mientras disfrutaban de bebidas baratas en el chiringuito que se construía.

La España de los 70 está dejando el blanco y negro para empezar a vivir en color. La expansión económica de los años 60 se quería mantener y el temor a la crisis del petróleo de 1973 influía en las perspectivas de un territorio donde no había otras muchas opciones, como sí las tenían los municipios que aún se mantenían en la agricultura.

La adecuación de ese nuevo espacio se completaba con la construcción de una zona de aparcamiento para que esa nueva clase media con vehículos pudiera bajar, literalmente, hasta el litoral.

Esa fue la parte "más artificial" y que se encontraba en el actual espacio de salvamento en la cala. Como apunta Bisquert este aparcamiento era "bastante más grande, es decir, el doble de lo que es ahora".

Si la intervención humana había permitido crear ese indudablemente atractivo espacio para multitud de visitantes, la naturaleza también tenía su respuesta.

El mar recupera espacio

El aparcamiento artificial sufría daños recurrentes, pues "siempre que había mala mar, al final acababa comiéndose parte del parking". Pero no fue hasta el temporal Gloria en 2020, que el área de Costas del Gobierno central exigió retirarlo. Y así es como "desaparece el parking" que facilitaba el acceso ya no a unos pocos sino a miles de personas.

Antes de esta intervención, como prosigue Bisquert, existía un "camino estrechito" a la Cova dels Arcs para pescar. La gente bajaba, pero "obviamente no con la estética y la dimensión que conocemos a día de hoy".

Al repasar la historia de esta transformación, el concejal apunta el contexto de la época cuando se valoró como una "alternativa muy interesante" para el Ayuntamiento. Ahora, la cala recibe una "masificación muy grande" que deben gestionar en un lugar declarado Monumento Natural desde 2022.

La visión actual del Ayuntamiento es "ponerla en valor, obviamente, pero, sobre todo, proteger un entorno que cada vez es mucho más frágil".