Evaristo Mendoza, administrador de fincas.

Evaristo Mendoza, administrador de fincas.

Economía

Evaristo, administrador de fincas: "En las obras nuevas cometen fallos tremendos que acaban en demanda"

El profesional analiza los problemas más comunes en las comunidades de vecinos, los defectos de las nuevas promociones y las dudas habituales.

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Alicante
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Un administrador de fincas es el encargado de que una comunidad funcione con orden, eficacia y sin sobresaltos. Gestiona el mantenimiento del edificio, coordina reparaciones, controla las cuentas y vela por la convivencia.

Su trabajo implica mucho más que tramitar recibos: es la figura que mantiene la maquinaria del edificio en marcha y actúa como mediador cuando los vecinos necesitan apoyo.

Este papel se vuelve esencial en una provincia como Alicante, donde los edificios muestran realidades muy distintas según su antigüedad. EL ESPAÑOL DE Alicante ha hablado con el administrador de fincas, Evaristo Mendoza, con 30 años en el sector, quien ha explicado cuál es la situación actual del parque de viviendas en Alicante.

Con casi tres décadas de experiencia, Mendoza conoce las entrañas de los edificios como quien lee un libro abierto. Trabaja como administrador desde 1995 y, desde marzo de 2024, atiende en sus nuevas oficinas del PAU 1, desde donde analiza un sector que supera con creces la imagen reducida de "pasar recibos".

Su misión, asegura, es que los vecinos vivan "lo más cómodos posible" y que todo funcione como debe. Sin embargo, apunta que el verdadero escenario ideal es que los propietarios ni siquiera piensen en él. "Significa que no hay problema entre vecinos", afirma.

La realidad, admite, es menos idílica. El día a día implica averías, ruidos, conflictos y una dimensión inesperada: la social. Muchos vecinos llaman con una excusa técnica, explica, aunque lo que realmente buscan es hablar con alguien. "A veces, actuamos de psiquiatra, de psicólogo", confiesa.

La paradoja de la construcción

Al revisar el estado del parque inmobiliario de Alicante, Mendoza lanza un diagnóstico contundente. Los edificios antiguos suelen presentar "lo de siempre": tuberías viejas, fachadas que necesitan atención o instalaciones que acusan el paso del tiempo. Nada sorprendente.

El problema, dice, está en las obras nuevas. Aunque"estéticamente son muy bonitas", advierte que "en muchos edificios nuevos tienen muchas deficiencias de construcción, con unos fallos tremendos". Un jarro de agua fría para quienes creen que estrenar vivienda es garantía de tranquilidad.

Atribuye estos fallos a la falta de mano de obra especializada. Antes, recuerda, los constructores que controlaban cada detalle. Hoy, lamenta, las grandes obras funcionan "a destajo", con menos supervisión y menor profesionalización. El resultado es claro: "Casi todas las obras nuevas acaban con demanda".

En las fincas antiguas, la prioridad pasa por cumplir con la Inspección Técnica de Edificios (ITE). Mendoza subraya que, en aquellas donde hay administrador, "se hace prácticamente siempre" por la enorme responsabilidad que supone omitirla.

Sobre la okupación

En lo referente a uno de los problemas que más preocupa a muchas comunidades de propietarios, Evaristo Mendoza aborda el fenómeno de la ocupación con un enfoque pragmático basado en la prevención y la rapidez.

El administrador explica que la colaboración vecinal es la primera línea de defensa, instando a los residentes a estar atentos a los ruidos en pisos vacíos para avisar inmediatamente al propietario y a las fuerzas de seguridad.

De hecho, relata cómo la intervención temprana, incluso gritando que "la policía está de camino", ha logrado frustrar intentos de entrada antes de que se consumen.

Sin embargo, cuando la ocupación ya es un hecho, -especialmente en viviendas propiedad de bancos-, Mendoza opta por una vía diplomática para proteger al resto de los vecinos. Su objetivo principal es lograr un equilibrio de convivencia mientras se resuelven los trámites legales.

Reformas en casa

Entre las dudas más frecuentes está el eterno debate de las reformas. Mendoza lo resume con sencillez. Si la obra es dentro de la vivienda y no afecta a elementos comunes, basta con informar a los vecinos para evitar sorpresas con el ruido.

La cosa cambia cuando la intervención afecta a la estética del edificio. Cambiar ventanas, cerramientos o cualquier elemento visible exige autorización de la comunidad. De lo contrario, se rompe la armonía de la fachada.

Sobre las pequeñas averías cotidianas, Mendoza bromea con el sentido común que, a veces, se esfuma. Recuerda peticiones insólitas como cambiar un mando de garaje por falta de pilas. "El pensamiento de muchos propietarios es distinto. Es: ‘Como pago la comunidad, la comunidad se tiene que encargar de todo'",comenta.

Con tres décadas de profesión, Mendoza retrata un oficio complejo, marcado por la convivencia, los retos técnicos y una paciencia casi infinita. Y si algo deja claro es que la buena gestión se nota, precisamente, cuando nadie se acuerda de quién la hace.