Ana I. Gracia Daniel Basteiro

Entre los partidos nacionales, Ciudadanos ha sido el gran triunfador de las elecciones catalanas. La formación que lidera Albert Rivera ha triplicado sus votos respecto a los anteriores comicios autonómicos. Y ha pasado de 9 a 25 escaños en el Parlament. Mientras, PP, PSC y Podemos no han logrado cumplir las expectativas que tenían para esta histórica cita con las urnas.

La candidatura naranja que lideraba Inés Arrimadas ha conseguido más de 710.000 votos y 25 escaños. Unos resultados que casi triplican sus cifras de los comicios de 2012, cuando con Rivera como número uno de su lista el partido consiguió 274.000 votos y 9 escaños. Así, Ciudadanos es la segunda fuerza política en Cataluña, algo que parecía impensable un año atrás.

Así las cosas, no resulta extraña la reacción pública del partido. Pasaban quince minutos de las once de la noche cuando Arrimadas compareció para valorar los resultados. El ambiente en la sede de C's era de total euforia, con gritos de "Cataluña es España" y "Cataluña ciudadana". Flanqueada por Rivera y por la plana mayor del partido, la candidata afirmó que "la mayoría de los catalanes" ha dado "la espalda a Artur Mas". "Sólo puede hacer una cosa con este resultado: dimitir e irse a su casa", añadió.

Para terminar, Arrimadas reclamó que se celebren "unas nuevas elecciones autonómicas" en las que los catalanes voten "a partidos y a programas". El propio Rivera también tomó la palabra, entre vítores y gritos de "libertad". "Son más los que quieren unión que los que quieren separación", apuntó. E hizo hincapié en destacar que "empieza la nueva política para España". "Es Ciudadanos quien ha evitado la ruptura de este país", remachó. Una muestra de cómo Ciudadanos quiere usar el resultado del 27-S como catapulta para las próximas elecciones generales.

Al contrario de lo que creían muchos de los propios militantes y simpatizantes del partido naranja, ha funcionado la estrategia de colocar a Inés Arrimadas como cabeza de lista

En los meses precedentes a este 27-S, se debatió mucho sobre si Rivera debía concurrir como número uno tanto en las elecciones catalanas como en las generales. Sin embargo, el presidente de C's decidió presentarse en los comicios nacionales pero no en los autonómicos. No fueron pocas las críticas internas que recibió por ello. Finalmente se ha salido con la suya.

Además, si para Ciudadanos el resultado de estas elecciones autonómicas es bueno por los números obtenidos, todavía es mejor si se compara con los números de los otros partidos nacionales. Y es que tanto el PP como el PSC han bajado en votos y escaños. Y la coalición liderada por Podemos tampoco ha cumplido con las expectativas.

El 'efecto Albiol' no convence

Mientras Ciudadanos crece como la espuma, el PP pierde en Cataluña. El golpe de efecto que el Ejecutivo de Mariano Rajoy buscaba con el cambio de Alicia Sánchez Camacho a dos meses de las elecciones ha sido un auténtico fracaso. Por perder, Xavier García Albiol ha perdido hasta en Badalona, donde le gana la partida Junts pel Sí. El respaldo de líderes internacionales y de la banca solo ha servido para que la candidatura encabezada por Albiol se hiciese con 11 escaños, ocho menos que en 2012. Es el peor resultado de los conservadores desde 1992, cuando apenas consiguieron siete diputados.

En Génova, el cuartel general de los populares, seguían los resultados electorales desde última hora de la tarde el presidente del Gobierno acompañado de su jefe de gabinete, Jorge Moragas; la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría; los vicepresidentes Javier Maroto, Pablo Casado, Javier Arenas y Fernando Martínez Maíllo; la ministra Fátima Báñez y la ex ministra de Sanidad, Ana Mato. Muy entrada la noche dio la cara Pablo Casado, que se quedó con que "el desafío separatista ha fracasado. Mas ha intentado romper España y no lo ha conseguido".

El candidato oficial en Cataluña dio la cara cuando la derrota se consumó y habló sin disfrazar la realidad. “Los resultados no son los que esperábamos”. Sin reconocer el triunfo de Junts pel Sí, felicitó a su rival, Inés Arrimadas, y le tendió la mano de cara a una futura gobernabilidad. “Espero que a partir de mañana impere el sentido común”, añadió.

Tras el batacazo catalán, las miradas se centran ahora hacia el presidente del Gobierno, a quien muchos achacan que haya mirado hacia otro lado y no haya atajado el problema del independentismo catalán mucho tiempo antes.

Iceta llega vivo al final del baile

Dulce derrota se ha llevado el PSC. De 20 escaños en 2012, el partido hermano del PSOE ha bajado hasta los 16, más de los que le otorgaban la mayoría de las encuestas y cinco más que Catalunya sí que es pot, la marca que abanderaba Podemos.

Miquel Iceta, el candidato que se hizo omnipresente al bailar Don’t stop me now, de Queen, consideró un “éxito” su resultado por el “contexto de máxima polarización" en el que se celebraban las elecciones. La sensación en el PSC es de haber salvado los muebles. Desde Madrid, Pedro Sánchez se comprometió de cara a las elecciones generales a “abrir un período de reformas y de modernización de España que le lleve a garantizar un proceso de convivencia similar al que hemos disfrutado durante estos 37 años”. La carrera hasta diciembre ha comenzado.

Miquel Iceta

En Ferraz no disimulaban en la noche de este domingo su alegría. En la Ejecutiva se considera que el éxito de Ciudadanos es una “mala noticia” para el PP y la derrota de Podemos es “dramática” para las opciones de Pablo Iglesias como competencia por la izquierda. Sin embargo, el PSC venía ya de un mal resultado. Hace tan solo cinco años, José Montilla obtuvo 28 escaños en el Parlament. En 2006 logró 37, casi 20 más que los de estos comicios. Era la época en la que el PSOE ganaba elecciones.

Andalucía y Cataluña han sido tradicionalmente los principales graneros de votos del PSOE en España. El resultado de este domingo tampoco es halagüeño en ese contexto. Si en 2008 el PSOE obtuvo 25 diputados en el Congreso, en 2011 pasó a 14. La derrota se ha dejado sentir en feudos del socialismo catalán como L’Hospitalet de Llobregat, donde ha ganado Ciudadanos. Según algunas proyecciones que circulaban entre los socialistas menos optimistas que los de la Ejecutiva, con estos resultados, el PSOE obtendría en Cataluña 9 diputados en el Congreso. Son “los peores datos de la historia del PSC, pero seguro que en Ferraz están encantados”, aseguraba a EL ESPAÑOL un diputado socialista. La dulce derrota puede no ser suficiente para soñar con La Moncloa.

Podemos: Pablo Iglesias ya sabe lo que es perder

Hace unos días, Pablo Iglesias soñaba en público con que el candidato de Catalunya si que es pot se convirtiese en president de la Generalitat. Pero la amalgama de partidos que lideraba el independentista Lluis Rabell no ha logrado ni los escaños que consiguió uno solo de sus componentes, ICV, en 2012. De 13 a 11 escaños en el Parlament, empatados con el PP y lejos de Ciudadanos y PSC, los dos primeros partidos de la oposición.

“A lo mejor nuestro error ha sido hablar de derechos sociales”, dijo desde Madrid Pablo Iglesias, que reconoció que el desenlace es “claramente decepcionante”. “Si ese es nuestro error, seguiremos cometiéndolo”, prometió tras asegurar que tiene un proyecto para Cataluña, aunque los ciudadanos no lo valoren.

El resultado “es la consecuencia de un escenario extremadamente polarizado entre el 'sí' y el 'no'” en el que “las propuestas sociales han sido expulsadas del debate", dijo Rabell.

El fracaso en Cataluña no es bueno para Iglesias, que desde las elecciones europeas había confiado en una progresión imparable hasta batir al PSOE como primer partido de la izquierda. Lo debilita frente a Pedro Sánchez y le resta el impulso de la nueva política frente a los partidos tradicionales que le había funcionado incluso para alcanzar las alcaldías de Madrid, Barcelona o Cádiz.

Tampoco son buenas noticias para Alberto Garzón (IU) y sus intentos de construir una candidatura unitaria de izquierdas. “Toca seguir trabajando por la Unidad Popular desde un proyecto nítidamente rupturista y de izquierdas para diciembre y más allá”, ha aventurado Garzón tras el fracaso del que debía servir como modelo para todo el Estado.