Alicia Abenza (derecha) y su casa calcinada a la izquierda, tras la intervención de los bomberos.

Alicia Abenza (derecha) y su casa calcinada a la izquierda, tras la intervención de los bomberos. Jorge García Badía / Cedida

Reportajes

La tragedia de los Abenza en Ricote: el fuego devoró a Alicia, a su pareja y a su hijo pese a dar la alarma

Antonio y Alicia, y el hijo de ésta última, José Ángel, murieron calcinados en este pequeño pueblo murciano en la madrugada del miércoles.

10 mayo, 2024 02:47
Ricote

José Ángel acudió este miércoles al estanco de Ricote para comprarle un boleto de la Primitiva a su madre: Alicia. Este fue el último recado que el mayor de sus cuatro hijos le hizo a esta usuaria del servicio de teleasistencia domiciliaria, solo unas horas antes de que un incendio devorase la casa donde convivían madre e hijo, junto a la actual pareja sentimental de la octogenaria: un mando militar de la Armada ya retirado, Antonio. Ninguno de los tres pudo salvarse de morir calcinados por las llamas.

"Es una tragedia muy grande para el pueblo", se lamenta Maricarmen Pérez, de 76 años, amiga de la fallecida y testigo directo del incendio porque vive en la calle de la Plaza de Ricote, justo enfrente de la casa de dos plantas donde residían los tres fallecidos: Alicia Abenza Domingo, de 88 años, su pareja, Antonio Loureiro Castro, de 91 años, y el primogénito de la anciana, Ángel José Turpín Abenza, de 59 años. "Mi hijo trabaja en una brigada forestal y salió descalzo a ayudar a los bomberos con las mangueras".

La alerta del incendio la había dado la propia Alicia, pulsando el botón rojo de su dispositivo de teleasistencia domiciliaria, a las dos de la madrugada y seis minutos de este jueves. La Guardia Civil ha abierto una investigación para aclarar las causas del fuego, de momento, una fuente de Emergencias confirma a EL ESPAÑOL dónde estaba el foco: "Las llamas se originaron en una estancia de la planta baja de la casa porque estaba arrasada y se extendieron hacia la primera planta, debido a que los gases y el humo elevaron la temperatura de todo el inmueble".

La pobre anciana -natural de Madrid- estaba durmiendo justo en la planta donde se  desencadenó el incendio. "La cocina está en la planta baja y allí le habilitaron una cama a Alicia porque tenía problemas de movilidad", según precisa su amiga Maricarmen, conocedora en primera persona de la distribución del inmueble. "Ella siempre decía que su hijo José Ángel era como sus manos y sus pies". Todo ello, debido a que la mujer se había sometió a una operación de cadera en el Hospital Morales Meseguer de Murcia hace algo más de un año. "Ella ya no salía a la calle".

Mari Carmen Pérez, testigo del incendio de Ricote donde han muerto tres personas Sara Fernández

EL ESPAÑOL localizó a la familia de Alicia, pero declinaron pronunciarse sobre lo sucedido. "Fue un fuego muy difícil, con muchas complicaciones", tal y como concluyeron las citadas fuentes de emergencias.

- ¿Cómo se enteró del incendio?

- Maricarmen Pérez: A las dos de la madrugada, comencé a escuchar unos gritos tremendos de Antonio, el militar jubilado, llamando al hijo de Alicia: '¡Hay mucho humo!' '¡José Ángel, José Ángel!' Al momento, escuché cómo estaba llamando a los bomberos: 'La casa está ardiendo, está en el centro del pueblo, en la plaza. ¡Por favor, venid rápido!'

La calle de la Plaza de Ricote está en el casco histórico de este pueblecito murciano, de apenas 1.300 habitantes, es una vía con solo tres inmuebles habitados que se caracteriza por su estrechez. Tanto es así que Maricarmen pudo escuchar los gritos de auxilio del militar jubilado y los bomberos tuvieron que entrar con un vehículo especial de pequeñas dimensiones, con un depósito de agua de 1.000 litros, debido a que la autobomba de 2.000 litros no podía acceder hasta la casa.

"Los bomberos llegaron rápido y cuando yo me asomé al balcón, no sé lo que me pudo dar porque no se podía ver la calle de todo el humo negro que salía de la casa", según prosigue relatando Maricarmen: testigo directo de este incendio que ha conmocionado a los vecinos de este pintoresco pueblo, hermanado con el municipio francés de Nevián y donde la agricultura es el motor de la economía local. "Los gritos despertaron a mi hijo, Antonio, y bajó corriendo en pijama para ayudar a los bomberos porque él trabaja desde hace 18 años en la Brigada Forestal de Ricote".

Los enormes esfuerzos de los miembros del Consorcio de Extinción de Incendios (CEIS) fueron en vano porque no pudieron evitar la tragedia. "Los bomberos no podían abrir la puerta, le tuvieron que pegar una patada, pero no pudieron entrar porque caigan cascotes de la primera planta".

De hecho, tuvieron que vaciar los 1.000 litros de la bomba para sofocar las llamas en la planta baja, antes de poder entrar a la casa. "Estaba todo calcinado", según resume una fuente de emergencias. "En la planta baja se encontraron los cuerpos de la madre y de su hijo, estaban juntos, mientras que el tercer cadáver se localizó en la entrada al balcón de una habitación que está en la primera planta". Parece ser que José Ángel murió abrasado tratando de rescatar a Alicia de las llamas.

Tres agentes de la Guardia Civil, este jueves, custodiando el perímetro de trabajo habilitado por la Policía Judicial para inspeccionar el inmueble calcinado.

Tres agentes de la Guardia Civil, este jueves, custodiando el perímetro de trabajo habilitado por la Policía Judicial para inspeccionar el inmueble calcinado. Badía

Maricamen cuenta apenada que durante la madrugada de este jueves supo que habían fallecido: Alicia, Antonio y José Ángel. "Cuando vi que la ambulancia que habían movilizado, se dio la vuelta y se marchó sin atender a nadie, pensé en lo peor". En la calle de la Plaza se personó Óscar, uno de los hijos de la anciana, para asistir con impotencia a la finalización de las labores de extinción y a la confirmación de que no había supervivientes.

El Ayuntamiento de Ricote ha decretado tres días de luto oficial. "Es una tragedia", comentan desoladas María Buendía, Encarna Torrano y María García, a unas calles de la casa de la tragedia que este jueves ha amanecido acordonada, para que la Policía Judicial lleve a cabo una inspección minuciosa que permita esclarecer las causas de este incendio. "Alicia era madrileña, era una mujer muy culta, dulce y educada".

Todos los parroquianos recuerdan cómo Alicia Abenza Domingo, cada verano, solía bajar de la capital de España a Ricote, junto a sus padres: "una conocida modista" y "un empleado de Correos", los cuales le dieron "una educación exquisita". Prueba de ello es que se formó como perito mercantil en la Escuela Superior de Comercio de Madrid y estudió piano en el Real Conservatorio Superior de Música. "Era habitual verla por las fiestas de la calle San Sebastián, se enamoró de Ángel y se instaló en la casa de sus padres", resumen María Buendía, Encarna Torrano y María García.

Ángel se dedicaba a producir limones en terrenos de los parajes del Laris y La Tejera, mientras que Alicia criaba con mucho cariño a sus cuatro hijos: Cristina, bibliotecaria en Albacete; Alexis, electricista en Molina de Segura; Óscar, profesional del transporte en Ricote, y José Ángel, que unas veces trabajaba de jornalero o en la bolsa de empleo del Ayuntamiento.

"El hijo mayor ya no estaba trabajando porque cuidaba de Alicia, se ocupaba de hacerle la compra y de todo lo que necesitase porque además de los problemas de cadera, también estaba perdiendo la visión por una enfermedad degenerativa", apunta con tristeza Maricarmen Pérez, contemplando desde su casa de la calle de la Plaza, a los guardias civiles que entran y salen del domicilio carbonizado de su difunta amiga 'Ali'. "Ella se quedó viuda porque su marido tuvo problemas de azúcar, le amputaron las dos piernas y su salud empeoró hasta que murió".

Maricarmen, este jueves, contemplando desde su ventana a los guardias civiles que custodiaban la casa de su difunta amiga, Alicia.

Maricarmen, este jueves, contemplando desde su ventana a los guardias civiles que custodiaban la casa de su difunta amiga, Alicia. Badía

La vida había vuelto a sonreír a Alicia porque hace unos años conoció a Antonio Loureiro Castro, cuya admisión a las escalas de especialistas de la Armada figura en un BOE de un lejano 14 de junio de 1982. "Ella era muy activa por internet y por redes sociales, así que conoció a un militar de Galicia que también estaba jubilado". Era un tipo de carácter reservado y recto que se acabó trasladando a Ricote, para compartir los años dorados de la vida, junto a esta madrileña, enamorada de su piano, y cuya casa atesoraba muebles antiquísimos, como un robusto mueble aparador.

"Hace cosa de cuatro o cinco años comenzaron a convivir, recuerdo que Antonio puso la bandera de España en el balcón por su pasado en el Ejército", subraya Maricarmen. "Los dos vivían con el hijo mayor de ella".

Al militar retirado, era habitual verle conduciendo su Renault Laguna y paseando por este pueblo, cuyos vecinos no dejaban de murmurar este jueves el mismo comentario por calles y comercios, como la tienda de El Campanario: "José Ángel murió abrazado a su madre, Alicia, tratando de salvarla del incendio. Es una tragedia".