Sergio Prieto, el único habitante de un pueblo de Castilla y León.

Sergio Prieto, el único habitante de un pueblo de Castilla y León.

Reportajes

Sergio Prieto, el único habitante de su pueblo en Castilla y León que sólo confía en España Vaciada

Llegó a Villanueva-Rampalay con 22 años y trabaja de quitanieves. Recorrerá 2,5 kilómetros para presidir una mesa electoral. 

12 febrero, 2022 04:34

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Para salir de Villanueva-Rampalay, un pequeño rincón de la llamada Cantabria burgalesa, Sergio (y cualquiera que se adentre en el Valle) tiene que cumplir con un ‘pago’ obligatorio más propio de una historia de dragones y aventuras que del norte de Burgos. Solo hay escapatoria: toca subir sí o sí un puerto. Ya sea verano, invierno, esté nevando o caigan rocas de la ladera. Por eso, sin internet, sin servicios, sin gente con la que hablar, con una casa y un perro, sólo confía en la España Vaciada para poder vivir como lo hacen en otros pueblos y localidades de Castilla y León. 

Ubicada al norte de la provincia castellana, en esta localidad perteneciente al Ayuntamiento de Valle de Zamanzas repasar el padrón no lleva más de unos segundos: Sergio Prieto, que llegó aquí a los 22 años, es el único empadronado de Villanueva-Rampalay, como oficialmente se llama su pueblo.

La vida de octubre a mayo no es sencilla en este bello rincón bañado por las aguas del Ebro. "En verano hay más gente y movimiento, como en los fines de semana que hace buen tiempo, pero en invierno es cuando se nota que carecemos de muchas infraestructuras, en comunicaciones estamos completamente aislados", lamenta.

El Escalerón

Subir El Escalerón es obligado en la rutina diaria del vecino de Rampalay. Su trabajo con la quitanieves le impone el ascenso (y bajada) para llegar hasta la base, ubicada a 30 kilómetros de su domicilio. Se podría pensar que con el calor acaba este trago amargo que más de una vez se complica, pero nada más lejos de la realidad. Cuando llega la canícula, Sergio Prieto conduce un camión de extinción de incendios, cuya base se encuentra no a 30, sino a 45 kilómetros.

"Entro a trabajar cada día a las siete de la mañana y te encuentras de todo: nevadas de más de medio metro, desprendimientos… Salir de casa a veces te supone un suplicio y cuando veo que va a nevar tengo que dejar el coche en algo alejado de casa, en la misma carretera, porque si no no hay manera". Sin ir más lejos, el año pasado le tocó en tres ocasiones subir el puerto durante más de tres kilómetros andando para espalar nieve y así poder llegar a trabajar. "Ahora tengo un todoterreno y es algo más sencillo", confiesa.

Sergio trabaja de quitanieves.

Sergio trabaja de quitanieves.

Rampalay, como otros pueblos de la zona, es sinónimo de coche para casi todo. "Cuando uno quiere socializar sabe lo que hay. Tienes que cogerlo y, como poco, recorrer siete kilómetros para encontrar un centro social. Si no es irte a Medina o Villarcayo, que están a 37 kilómetros pero por carreteras de aquella manera", explica Sergio, que para llegar a capitales ya se enfrenta a otras aventuras. Burgos, Santander o Bilbao están a cerca de 80 y 100 kilómetros.

A punto de no contarlo

Hubo una ocasión en la que Sergio estuvo a punto de no vivir para contarlo. "Hace bastantes años venía de trabajar, había mucha nieve. Bajé el puerto y llegando abajo se me fue el coche y di tres vueltas de campana, quedándome bocabajo y saliendo como pude. Llamé a la Guardia Civil y me dijeron que 'es que estaba nevando mucho y que si no me encontraba mal…'.

Les dije que inconsciente no estaba, pero no paraba de nevar, estaba a tres kilómetros del pueblo y había dado tres vueltas de campana", rememora Sergio, con un punto de nostalgia que resta gravedad al accidente. "Pues me tocó ir andando como pude hasta casa. Tuve un accidente, pero ahí me las tuve que arreglar. Si fuera más grave no me hubieran encontrado y no lo hubiera contado, porque al coche lo tapó la nieve".

Ahora, en los corrillos con gente de los pueblos de alrededor, el comentario en muchas ocasiones pasa por las próximas elecciones de Castilla y León, a celebrar el 13 de febrero. "Nos preguntamos aquello de: ‘¿Y ahora a quién votas?'. Realmente, parece que los únicos que son conscientes de lo que hay son los de la España Vaciada, los únicos que se van a preocupar por estas cosas". Para apoyar su tesis, Sergio tira de una anécdota que explica lo berlanguiano del asunto. "En la zona de Quintanilla Escalada, hace muchos años, metieron fibra óptica pero no la engancharon al pueblo. Como hay poca gente no se la enchufan, pero la publicidad es que la fibra óptica recorre Castilla y León. Nos toman el pelo".

Sergio vive en un paraje espectacular, pero sólo. Para todo tiene que subir la montaña.

Sergio vive en un paraje espectacular, pero sólo. Para todo tiene que subir la montaña.

Precisamente Sergio Prieto es un ejemplo de lo que ocurrirá en estos comicios en muchos puntos de la comunidad autónoma. A él le ha tocado ser presidente de mesa… En Gallejones, a 2,5 kilómetros de su pueblo. "Lo bueno es que ponen autobús para que la gente pueda ir a votar, es un punto a favor, pero muestra cómo estamos".

Los candidatos no han pasado por Villanueva-Rampalay. No parece sencilla la visita a tenor del trajín propio de los políticos autonómicos y de las dificultades que pone la naturaleza (y no alivian las administraciones).

Sin pedir imposibles

Sergio ve a Castilla y León como una tierra que deja pasar trenes de forma constante, desde ese punto de vista compartido en la comunidad en el que el sentimiento de pertenencia a la provincia vence por goleada al autonómico, más si cabe si se recuerda que las nueve provincias siguen conformando la ‘región’ más grande de España (y casi de Europa). "No entiendo cómo no se aprovechan más las posibilidades que tenemos, veo desidia, no logro saber por qué hay lugares con potencial por los que nadie apuesta, todo sigue igual y parece que no importa nada", lamenta.

Las peticiones que hace Sergio, que en todo momento reconoce que la suya es una opción vital, no son desmesuradas. No es una carta a los Reyes Magos imposible. "Entiendo que tiene que ser complicado mantener servicios para pocos vecinos, pero hay algunos que son fundamentales. En el puerto no ponen una simple malla para evitar desprendimientos, pasas sin mirar demasiado por lo que te puedas encontrar, pero eso es básico y no lo tenemos".

Una red de internet de calidad facilitaría también las cosas, siempre que, al contrario que en Quintanilla Escalada, vaya más allá de una foto y una nota de prensa a mayor gloria de la administración.