Este es el escenario: montañas volcánicas cubiertas por una selva exuberante, arrozales verde esmeralda refulgiendo bajo el sol del Índico, playas lamidas por un oleaje de color turquesa, templos hindúes abismándose a los acantilados y, en algún lugar del Shangri-La de Bali, un traficante ruso de dinero inundando España con billetes falsos de euro a prueba de cajeros automáticos. Mijaíl Sintsov tuvo que escapar de su país el pasado año cuando atraparon a buena parte de una banda que estaba introduciendo euros de pacotilla en el mercado ruso.
No eran el clásico maleante doctorado en las calles de la periferia postsoviética. Su socio, Alexander Gritsai, dirigía la sucursal del Volga del Raiffeisenbank y era vicepresidente del Banco SMP. Lo pillaron con las manos en la masa y fue juzgado hace algunas semanas en Nizhni Nóvgorod, una ciudad de algo más de un millón de habitantes situada en la confluencia del Oká y el Volga.
Pero Sintsov puso tierra de por medio y ahora sigue con sus trapicheos desde algún rincón paradisíaco de Indonesia. Hemos logrado dar con él gracias a un contacto en el hampa postsoviética y concertamos una entrevista "comercial" online. Cree que los reporteros de Porfolio | EL ESPAÑOL son en realidad clientes potenciales a punto de comprarle varios cientos de miles en billetes para distribuirlos en la Península.
Lo interesante aquí es que al preguntarle por los arrestos de su socio y la caída de la delegación rusa del chiringuito nos revela un dato sorprendente. De ser cierto lo que dice, fue el propio Servicio Federal de Rusia (FSB) el que amparaba y bendecía sus operaciones fraudulentas. ¿Billetes falsos para la guerra híbrida del Kremlin? "Oh, sí, ¡maldita sea! Esa situación no debería haber sucedido porque nuestro negocio estaba bajo la protección de agentes del FSB", nos espeta Sintsov. "¿Sabe? En el fondo, tenemos que culparnos a nosotros mismos por esas detenciones. Fuimos nosotros quienes violamos los acuerdos tácitos que teníamos con los federales".
"¿Y qué acuerdos eran esos?", nos interesamos. "¡No podíamos vender ni distribuir dinero falso en Rusia!", nos aclara el contrabandista. "Esa era la norma principal y la incumplimos. La tarea consistía en enviar euros falsos a terceros países y, muy especialmente, a adversarios de Rusia. Nuestros jefes del FSB decían que cualquier daño a las economías de países hostiles a la patria era una gran ventaja para el Kremlin". El asunto cobra aún más interés cuando luego nos precisa que parte de esos billetes han sido ya introducidos en España y otros países europeos.
Sintsov habla de su mercancía con la soltura de un vendedor de bienes raíces o un ejecutivo de una compañía de automóviles. "Nuestros euros falsos son de tan buena calidad que nadie se da cuenta de la falsificación", afirma. "Este dinero es aceptado por bancos, oficinas de cambio y cajeros automáticos".
Es inevitable preguntarse cómo les atraparon. "Digamos que bajamos la guardia y empezamos a recargar nuestras cuentas bancarias personales a través del sistema de cajeros automáticos", nos aclara. "Cuando transfirieron el dinero de los bancos al Banco Central de Rusia se detectaron los billetes de euro falsos. Lo que ocurrió es que algunos estaban muy gastados porque los habían lavado con la ropa. Y adivine qué paso después. Nuestros supervisores en el FSB se pusieron en contacto con nosotros para decirnos que ya no podían seguir protegiendo nuestras actividades con su silencio. No les quedó más remedio que investigar lo acaecido porque aquello provocó un gran revuelo con la prensa".
La historia es conocida porque fue ampliamente divulgada por los medios rusos de comunicación. La audiencia por el juicio penal contra los acusados por el caso comenzó en febrero en Nizhni Nóvgorod. Cinco imputados había en el banquillo, y entre ellos, el mentado Alexander Gritsai, a quien se acusa de introducir en un cajero de Raiffeisenbank 74 billetes falsos de 50. La máquina los aceptó sin problemas, de modo que Gritsai, exdirector de la sucursal Privolzhsky, depositó el dinero en la cuenta de una tercera persona y extrajo después de esa misma cuenta la cantidad equivalente en rublos usando la tarjeta de su cómplice. El fiscal sostiene que su compinche había comprado el dinero de tocomocho a un proveedor turco de Estambul y nosotros sabemos que eso podría ser muy cierto. Algunos días después, repitieron la operación con otros 22 billetes. En total, la fiscalía les acusa de haber introducido en el mercado 4.800 euros. Si pidiera la pena máxima para los inculpados, podrían pasar hasta 15 años en prisión.
Noventa y seis billetes de 50 no parecen un alijo formidable pero se da por hecho que eso es solo una pequeña parte del pastel de dinero de pega que introdujeron en su país. El directivo del Raiffeisenbank ha negado su implicación en el chanchullo pero de poco va a servirle. Su cómplice no es otro que Sintsov, quien se quedaba con los rublos buenos que escupían los cajeros y le daba a Gritsai una comisión a cambio. Mientras el KGB de Putin (FSB) lo busca para juzgarle por lo ocurrido, PORFOLIO ha dado con él en una isla de Indonesia.
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Más rentable que la cocaína
Hay otros tres cómplices no identificados tan siquiera por los investigadores rusos. Naturalmente, en el proceso judicial nadie ha mencionado nada sobre la participación en el negocio sucio de los agentes del FSB. Es el propio Sintsov quien nos revela que todo este entramado va mucho más allá de una pequeña timba de maleantes. Sabe de lo que habla porque llevan años ya introduciendo billetes falsos en nuestro país.
"Así es", dice el traficante ruso oculto en Bali. "Realizamos entregas a varios países europeos, entre ellos España. Y estamos en condiciones de seguir haciéndolo. ¿Que cuánto se ha introducido ya? Esa pregunta es difícil de responder porque hay muchas fábricas. ¿Puede alguien saber cuántas toneladas de coca hay actualmente en el espacio Schengen? Estoy seguro de que no. Pues déjeme que le diga algo. El negocio de la falsificación del euro es mucho más rentable y seguro que el tráfico de cocaína".
Antes de explicarnos cómo proceder para realizar nuestro pedido, se extiende nuevamente explicando las virtudes de su mercancía. "Los billetes poseen todas las características secretas del dinero real. Las fábricas de donde proceden utilizan números de serie auténticos. Este dinero no puede detectarse con luz ultravioleta, marcadores y otros métodos de verificación. ¿Qué significa eso? Que pueden utilizarse libremente en tiendas, casinos y cajeros automáticos. Proporcionamos muestras gratuitas para que pueda estar seguro de que los billetes han sido fabricados profesionalmente por expertos que utilizan el equipo adecuado".
Lo que nos explica a continuación podría formar parte del folleto comercial de una multinacional. Mijaíl se toma su trabajo comercial en serio mientras se broncea en una hamaca a pie de playa: "Las medidas de seguridad incluyen impresión en relieve y UV, ventanas transparentes, retratos metálicos, elementos táctiles, dispositivos de registro, marcas de agua y configuración EURion. Los hologramas son perfectos. Usamos tinta estándar, del tamaño y peso apropiados, para un acabado perfecto del relieve que rematamos con una esmerada microimpresión. Quedarán muy satisfechos. Eso se lo garantizo. Denos una dirección y les mandaremos varios para que los testen. Vamos a esforzarnos para colmar plenamente sus necesidades".
El traficante al que el FSB persigue por morder la mano de su amo ruso está tan confiado que nos proporciona luego más detalles sobre todo el entramado de esta industria al tiempo que nos envía un vídeo como prueba. "Ofrecemos billetes de 20, 50 y 100 euros. Tenemos lotes listos en stock para vender al por mayor y poseemos los recursos para hacérselo llegar a España o, si lo desea, también a Italia, Polonia, Alemania y los Países Bajos. Usted pagará solo un 30 por ciento de un pedido que oscila entre el millón y los diez millones de euros".
¿Y de dónde sale ese dinero falso? ¿Quién o quiénes lo fabrican? Según Sintsov, "los billetes de mayor calidad proceden de fábricas situadas en Turquía y en China, pero hay otras imprentas en los nuevos territorios rusos de las repúblicas del Donetsk y el Lugansk, en el óblast de Zaporiyia y en el Daguestán y en Chechenia".
Desde luego, es significativo que buena parte de las factorías se encuentren en los territorios ucranianos ocupados; en China y en Chechenia, que es el feudo de Kadírov, aliado de Putin, donde nadie respira sin su consentimiento. Y el hecho es todavía más interesante a la luz de sus afirmaciones de que el FSB amparaba sus actividades con el fin de desestabilizar las economías de los países hostiles. Existen precedentes de ello. No es un secreto que Corea del Norte inundó de dólares falsos los Estados Unidos, lo que trajo al FBI de calle durante años. Las falsificaciones eran tan buenas que resultaban prácticamente indistinguibles de un billete auténtico.
Billetes de prueba
En Rusia todo está a la venta y tiene un precio y eso incluye los expedientes policiales, claro que el nivel de acceso y el interés de la información "comprada" es directamente proporcional al dinero que recibe el agente corrupto. Muchas de las "grandes investigaciones periodísticas sobre el país realizadas por laureadísimos reporteros del este" se han construido gastando ingentes cantidades de dinero en sobornar a funcionarios, una práctica dudosa en Occidente pero aceptada en el entorno báltico, eslavo y postsoviético.
La ficha de Sintsov en el archivo policial del FSB que hemos conseguido por nuestros medios apenas nos aclara nada. El expediente del traficante posee un interés muy limitado y solo proporciona varios largos listados sobre sus conexiones y algunos datos personales como su fecha de nacimiento en la ciudad de Gorki (25 de marzo de 1987). Nada que no supiéramos ya gracias al pasaporte que hemos logrado que nos envíe él mismo mediante ardides. Las únicas fotos que hay de él las hemos extraído de ahí porque ha borrado todo su rastro digital.
Muchas páginas del documento se hallan estampadas con los visados de países asiáticos y también europeos por los que Sentsov se ha paseado como Pedro por su casa. Mientras hablamos con el delincuente nos confiesa que está buscando la manera de trasladarse a Europa. España es siempre tentadora para los criminales rusos y, además, su organización ya posee aquí empleados a sueldo. Gracias también al pasaporte podemos confirmar que sigue residiendo en Indonesia.
"Proporcióneme una dirección postal y recibirá muy pronto billetes de 20, 50 y 100 para su verificación", se compromete. "Tenemos socios en su país que organizarán la entrega si paga por adelantado el 30 por ciento de un lote mínimo de 100.000 euros. La mitad debe ir por delante y el resto tras la entrega. Por supuesto, aceptamos pagos en criptomonedas, pero no le informaremos del esquema y el lugar del intercambio hasta después de recibir el primer abono".
"Hay un detalle obvio que nos genera dudas", le objetamos a Sintsov. "Si sus billetes son tan invulnerables a los controles, ¿cómo es posible que les cazaran?", preguntamos. "Siempre existen vulnerabilidades, pero nuestro objetivo es asegurarnos de que la falsificación no pueda detectarse en la caja registradora de la tienda, en la oficina de cambio, en el casino o en el cajero automático. Si un experto del banco central se entera de una falsificación, el billete se examina con mayor cuidado y se reconocen incluso los mejores trabajos", nos responde.
Para que el negocio nos resulte todavía más tentador, nos envía un vídeo en el que aparece alguien con las manos enguantadas acariciando fardos de billetes extraídos de un bolsón. Presumiblemente es él. Sintsov nos dice que no sabe si los billetes que él comercializa han sido detectados ya alguna vez en nuestro país. "Nosotros no monitorizamos eso", argumenta. "Es que en realidad es imposible de saber. En Europa circulan ríos enteros de dinero falso. ¿Cómo es posible saber si el que descubren es el nuestro o el de otro emprendedor del gremio? En cuanto a nuestros billetes, vamos a mandarles muestras de China, Turquía y Rusia. Las mejores copias son las turcas y, por lo tanto, son más caras. Tienen empleados más experimentados, utilizan mejores materiales y disponen de una tecnología más avanzada. Compare usted mismo la calidad y el precio".
Billetes para el 'Monopoly'
Que Rusia o que Turquía son el origen de buena parte del dinero falso de calidad que se introduce en el mundo es un hecho acreditado y conocido. En 2021, las autoridades norteamericanas incautaron en el aeropuerto de Filadelfia 6.5 millones de dólares falsos procedentes de Rusia y marcados como "dinero falso para el Monopoly". El propio Sintsai nos reveló durante nuestra entrevista que algunas de las fábricas se encuentran en Chechenia, lo que de nuevo resulta interesante dado que los disidentes de ese país llevan años denunciando la existencia de un plan amparado bajo el paraguas del Big One consistente en desestabilizar la Unión Europea mediante la introducción de grandes cantidades de billetes de tocomocho fabricados en la república que gobierna Kadírov.
De acuerdo con estas informaciones nunca confirmadas por fuentes independientes, "el propio Kremlin facilitó la instalación de máquinas de falsificación que llevan produciendo desde 2012 euros de gran calidad y casi indetectables en denominaciones de 20, 50 y 100 euros". Supuestamente, ese dinero se introducía a través de Ucrania en Hungría, desde donde se desviaba a escondites de Italia, Austria y Grecia.
El medio digital Kazvak center apuntaba a un contrabandista conocido como Makar y al antiguo alcalde de Járkov, Gennady Kernes, ya fallecido, como los capos de la red que organizaba el transporte a través de Ucrania. La información de la que se hacía eco sugería que "el punto de transbordo en Járkov del dinero era el Golden Gate Bank, que era en parte propiedad de Kernes y Mijaíl Dobkin. Fue la filtración de datos sobre euros falsificados lo que provocó el asesinato de Vadim Vishnevsky, el propietario nominal del banco. En total se imprimieron nada menos que 40 mil millones de euros. A principios de 2020, 20 mil millones estaban en Europa, otros 20 mil millones en África, América del Sur y Asia".
Esa red de distribución coincide a pies juntillas con la del propio Sintsov. Cuando interrogamos al traficante acerca de sus interlocutores en la administración de Rusia no vacila ni un segundo en aclararnos: "Trabajábamos de común acuerdo con empleados del Departamento de Apoyo a Contrainteligencia del Sistema Crediticio y Financiero del FSB, el también llamado 'Primer Departamento a secas'".