Las moscas están de fiesta. Pieles tersas, gente guapa con sonrisa de futuro, los chavales llenan cada día más las plazas de toros y el toro lo sabe. Los viejos lo festejan porque ellos también fueron de chicos, al matador le encanta, el empresario lo celebra, Zabala lo cuenta, y el pueblo "guapeao" -como cantaba Kiko Veneno- se emociona al unísono. 

¿Qué ha pasado para que los chavales se dejen ver por las ferias, cuando los agoreros profetizaban su final? Lo que ha pasado es que la tauromaquia está muy, pero que muy viva. A continuación, algunas señales de su vitalidad.

Roca Rey, a puerta gayola.

Roca Rey, a puerta gayola.

1.- Lo prohibido imanta. ¿Te acuerdas cuando tenías 20 años? Los jóvenes se enamoran de lo que no pueden hacer. Y no sólo ellos. A muchos adultos que se niegan a crecer, también.

A punto de prohibirse estuvo la tauromaquia con el consenso de los antitaurinos, que vaticinaban su desaparición en cuestión de años, quizá de meses. Ya prohibidos en Cataluña -donde la plaza azulejada, La Monumental de Barcelona, se despidió el 5 de julio de 2009 con una encerrona de José Tomás ante seis toros a la que tuve el privilegio de acudir- y en Canarias. Lo que se veta se desea. 

2.- A la fiesta le encantan los teléfonos móviles. Luce el traje de luces mejor que nunca en los stories, los reels y en las redes. Los selfies con los toreros, las fotos de recuerdo en el callejón para los privilegiados, la espera a la puerta del hotel, la puerta grande… el chaval se siente protagonista de la fiesta y lo celebra compartiéndolo.

Nuevos canales de televisión de pago (One Toro TV) que la retransmiten y los chicos que ven la corrida en directo y a la vez en el móvil para repasar el pase a cámara lenta o enviárselo a un colega que no ha podido venir, o a la chica que quieren: "Te echo de menos mi amor, no sabes qué emocionante. Quedamos luego en Los Timbales".

3.- En los toros se liga, y mucho. "No me gusta que a los toros te pongas la minifalda" es un estribillo viejo, pero lo canta y lo cuenta muy bien. Vestirse para ir a la plaza no es cosa solo del matador. En los tendidos y en las barreras se deja uno ver y hay tensión sexual no resulta, una de las energías que alimenta cualquier buena trama cinematográfica, la otra es la muerte. En la fiesta conviven las dos, la chispa que provocan no tiene edad.

4.- Los pecados capitales tienen abono en la plaza, y conviven muchas de las pasiones que mueven a este mono invasor que llamamos humano. En la plaza está la lucha, entre el hombre y el animal; la muerte; el dinero de los ricachones de las barreras; el sexo del paquetazo del matador, las hormonas que las chicas y chicos que se lucen en los tendidos; la soberbia del tendido 7, la vanidad, la envidia…

Es difícil no dejarse embrujar por alguna de ellas. Los chavales, cada vez más hedonistas, ya sin reglas morales estrictas que los aten, se dejan llevar en la plaza.

5.- El torero vive de poder morir. Para los chavales la muerte es algo lejano. Está químicamente demostrado que el riesgo no es percibido de igual manera por adolescentes que por adultos porque su córtex cerebral aún no está desarrollado al completo. En tiempos de consumo inmediato, valores que parecen no servir para nada, que un hombre esté dispuesto a dar su vida cada tarde quedándose quieto como una estatua frente a un animal bravo de 500 kg, les estremece. 

6.- El "after fiesta" embiste. No es muy ortodoxo que digamos que nada más acabar la línea empiece el chunda chunda a tocar versiones de los Hombres G, pero funciona. Inventado por los empresarios -Simón Casas fue pionero en Madrid-, alarga el tiempo de estancia en la Plaza. Los baretos que rodean, pongamos Las Ventas -El Burladero es mi favorito-, hacen el resto.

7.- Los San Fermines son como el Mad Cool o el Primavera Sound, pero sin patrocinadores. Cada año los San Fermines revientan de público, las retransmisiones de La 1 en directo los explican bien y han disparado la asistencia. La Plaza de Pamplona se salta casi todos los rigores de la tauromaquia, pero más joven no puede ser. A mí me encanta. En Pamplona la lidia es tan Ye Ye como Concha Velasco y es que no te quieres enterar.

8.- Roca Rey es una roca. Roca Rey es el Rey. Morante es el artista, pero Roca es el monarca. Mi tocayo, su valor, su técnica y su juventud, está arrastrando a los chicos a las plazas. Y a las chicas. Y donde van ellas vamos nosotros.

9.- Siempre hay una nueva generación que cree redescubrir la tauromaquia. Le pasó a Almodóvar con su película Matador, a Jaime Urrutia y su Gabinete Caligari, a Alberto Anaut y a su revista y a Malevaje. Ahora algunos son "cayetanos", pero pronto vendrán los de izquierdas a reclamarlo. En Pamplona las peñas son callejeras. Es la fiesta, una fiesta es de todos.

10.- Los abonos para jóvenes ayudan, claro. Los empresarios lo han visto claro. El bono cultural, aunque Iceta se resistió, tuvo que incluir las corridas de toros como actividad cultural. ¡Qué menos!

Sí, la ley dice que la tauromaquia conforma "un incuestionable patrimonio cultural inmaterial español". Sinónimos de "incuestionable": indiscutible, indudable, innegable, incontestable, irrefutable, evidente, probado…