En la reciente presentación de resultados trimestrales de las compañías tecnológicas, los de Facebook destacan especialmente: la compañía se encuentra, a pesar de su aparente madurez, en plena fase expansiva.

Más de 1.700 millones de personas mantienen cuenta activa en Facebook, un 15% más que el año pasado. De ellos, más de 1.100 millones entran en Facebook todos los días, un 17% más que hace un año, y más de mil millones lo hacen desde dispositivos móviles, con un crecimiento del 22%. Las cifras son brutales: quienes sigan pretendiendo minimizar Facebook imaginándolo como algo frívolo, como una forma de “saber qué hacen mis amiguetes o mi familia”, que lo haga a su propio riesgo.

A lo largo de su breve historia, si algo ha demostrado Mark Zuckerberg es su capacidad para priorizar con criterio. Se pasó varios años dedicado íntegramente al desarrollo de la experiencia de usuario, mientras su socio Eduardo Saverin se hacía cruces en la costa equivocada de los Estados Unidos intentando convencer a anunciantes para obtener unos ingresos que a Mark le traían completamente sin cuidado. Cuando lo estimó conveniente, Mark subcontrató toda la publicidad internacional de Facebook con Microsoft, y mantuvo un contrato con la compañía en un tema que, simplemente, no quería que le distrajese. Cuando consideró que el momento era oportuno, no renovó el acuerdo y se hizo cargo de lo que hoy es la fuente de ingresos principal de la compañía. Cada cosa a su tiempo.

Cuando visitas una oficina de Facebook, llama la atención un mensaje en amarillo brillante, repetido en infinidad de formatos: póster en la pared, pegatina en los dispositivos de los trabajadores, y en casi cualquier lugar imaginable. El mensaje impreso en ella no puede ser más claro y evocador: “This journey 1% finished”, “de este viaje tan solo llevamos un 1%”, una forma de proporcionar una idea del nivel de ambición de la compañía.

Facebook es plenamente consciente de la intensa volatilidad de la industria que hoy lidera sin ningún tipo de competencia. En diciembre de 2005, la portada de Business Week decía “The MySpace generation”. Un año después, MySpace prácticamente había desaparecido, y Facebook comenzaba a dominar el panorama de manera aplastante, país a país, comiéndose prácticamente a todos sus competidores locales. Ahora, pretende convertirse en el sitio donde leemos noticias, vemos vídeos o nos relacionamos con personas y compañías. Y más, mucho más. Si algo escapa a su control, lo compra. Una ambición sin límites. Y a estas alturas, una muy probada capacidad de ponerla en práctica.

Ojo. No digo más.