La pasada semana, en mi columna dominical, tuve una respuesta sobre “Cuantos más gatos más ratones” de mi admirada urbanista Susana García Bujalance, Doctora Arquitecto y colaboradora del Ágora. Me dijo en Linkedin que cuando lee sobre productividad, “literalmente comienza a hiperventilar”, pensando en el extraordinario impacto que una producción desbocada, industrialista puede tener en el desarrollo urbano y el medio ambiente a medio plazo. Pensando en la sostenibilidad, a ambos nos preocupa la sostenibilidad, no hay duda, sobre todo la que además de medioambiental es económica y social.
Sin embargo, existe una relación inconsciente, no explícita, entre el concepto de productividad: hacer más con menos, generar más valor añadido, más riqueza por hora trabajada para que se puedan generar plusvalías y acumulaciones netas de capital que permitan sustentar la inversión privada, la generación de recursos públicos, a través de la fiscalidad, y la necesaria redistribución de riqueza, a través de las políticas económicas y sociales más adecuadas, la primera de las cuales, sin duda, es la educación de calidad para todos en igualdad de oportunidades. La segunda política económica y social tras la educación, para mí, sin duda, es la Política de Innovación porque es generadora de riqueza, prosperidad y hace sostenible el modelo de estado del bienestar.
Luego vendrán unos y otros a repartir la tarta según sus intereses e ideología, pero es importante que haya tarta para repartir. No es de extrañar que en bastantes autocracias que están modernizando sus países a gran velocidad en todo el mundo, pero en especial en Oriente Medio y el Golfo Pérsico, como recuerda Robert D Kaplan, los líderes mencionan a menudo el ejemplo de Singapur, o de Malasia. El primero en particular, ha puesto a Lee Kuan Yew, abogado formado en la London School of Economics, el padre del país isla y milagro situado en uno de los puntos más calientes del comercio mundial.
Lee transformó una colonia inglesa y atrasada que incorporó brevemente a la Federación Malaya, tras su independencia del Imperio Británico, y que, sustentándose en la muy comercial comunidad china predominante en la isla, impulsó un modelo basado en la educación, el comercio, la productividad y el mérito. Potenciando a la vez, de manera pragmática, el sector privado y la intervención estatal. El contrato social que en medio mundo existe y que nosotros en Occidente no acabamos de entender, progreso personal y material a cambio de libertad llevó a Singapur a ser uno de los países más ricos en términos de renta per cápita, tecnología e innovación no solo en electrónica sino también en farma o finanzas. En 1995, Singapur y España tenían el mismo PIB per cápita, 16.000 dólares. En diciembre de 2022 Singapur tenía 82.000 dólares, los españoles sólo 29.800 dólares. O nos ponemos las pilas o las autocracias nos comen.
Nadie quiere una espiral de inversiones industriales decimonónicas, ni chimeneas humeantes, ni industrias pesadas que no sean compatibles con el plan de descarbonización de la economía ni con la necesidad de mejorar, de facto, el espacio en el que trabajamos las empresas industriales.
Fijémonos por ejemplo en Nvidia, en estos momentos, la empresa más admirada del planeta. Miren si les apetece alucinar en colores, el Keynote de su CEO, Jensen Huang (norteamericano nacido en Taiwán, tomen nota, como de Satya Nadella, nacido en Hyderabat, y otros asiáticos eminentes que dirigen algunas de las mayores y mejores compañías del mundo) presentando su nueva fábrica, su concepto de computación con exaflops para que la IA sea accesible a todos y pueda ser realmente la base del trabajador aumentado. No plantean tanto la automatización con IA generativa, que elimina empleos, sino la potenciación de cada trabajador a través de la generación de asistentes expertos que te ponen a tu disposición todo el conocimiento humano disponible en internet y todo el conocimiento experto y especializado disponible en las propias bases de datos y sistemas de las compañías.
¿Se imaginan Vds. que un asesor experto conoce todos los planos que Premo ha hecho a más de 10.000 clientes desde 1962 en catalán, en castellano, francés, chino, árabe, coreano, alemán, vietnamita…, que conoce todas las propuestas realizadas, y de ellas las que han sido aceptadas y ganadas con éxito industrial y económico duradero y que te asesora en qué sentido debes proponer soluciones tanto técnicas como económicas y logísticas porque tiene toda la experiencia de los más de 8.000 trabajadores que han pasado desde 1962 por nuestros libros de registro, dejando cada uno una huella en una orden de fabricación, en un plano, en un escandallo, en una ruta de fabricación, en una pauta de mantenimiento, en una orden de trabajo, en un plan de control, en una oferta o una visita o una feria internacional o un proyecto colaborativo de innovación ….?
¿Se imaginan que, en lugar de ver en cada centro productivo, en cada centro de ventas, cada mes cuáles son las desviaciones positivas y negativas respecto de nuestros estándares y de nuestro presupuesto y cuáles son sus causas, un asistente experto que está conectado a nuestro SAP R3 lo analiza y propone el informe, las conclusiones, las gráficas y el reporte mensual de control de gestión?
¿Se imaginan Vds. que le damos a una IA generativa todos los libros que hemos estudiado desde hace décadas sobre materiales magnéticos, sobre antenas, sobre sistemas de acceso pasivo, sobre electrónica de potencia, sobre powertrain de vehículos eléctricos, sobre fiabilidad, calidad, simulación por elementos finitos, cálculo y diseño y todos los ejemplos de componentes calculados y puestos en producción masiva que superan los 15.000 productos para que el experto generado por IA proponga y asesore a nuestros ingenieros más jóvenes que aún no tienen esa experiencia?
¿Se imaginan Vds. que de la lectura de todos los contadores y sensores de consumo energético que tenemos en todos nuestros centros, una IA puede proponernos patrones y propuestas de consumo energético optimizado para que cada vez consumamos menos Kwh por componente fabricado?
Esto, además de los robots colaborativos que realizan las tareas repetitivas y mecánicas, las más pesadas, porque hay elementos peligrosos, con riesgo de choque eléctrico, de atrapamiento mecánico, de quemaduras o de lesiones por ergonomía, y la utilización del machine learning, la visión artificial y el control de calidad automático son mejoras claras de la productividad, salud, seguridad y competitividad.
Sin embargo, todo lo que digo, por desgracia, está en el triste campo del coste, de la eficiencia, un mundo hiperpoblado de contables, controllers y financieros con, a menudo, poca capacidad de crear valor por algo que no sea gastar menos.
A mí, sin embargo, me gusta más la innovación azul del Dr. Xavier Ferràs de ESADE, esa que supone el torpedo por abajo a la competencia, esa que te lleva de un salto a una posición competitiva casi imposible de alcanzar. Como ahora hace Nvida. Eso va de innovación, y de la buena, de la que cada vez estoy más convencido que en Europa es imposible, porque los políticos de cortas miras y los contables del mundo financiero están mirando el corto plazo, la rentabilidad en las siguientes elecciones o en la siguiente venta de su participación en las compañías. El pecado es el mismo en los dos casos, políticos que tienen dos años para hacer y dos para ganar las siguientes elecciones y CEOs que tiene dos años para hacer y dos para que sus accionistas vendan con plusvalía.
Me decían unos cuantos CEOs en un foro en Barcelona que ninguno supera un trimestre de malos resultados. Terrible. Ninguno, ni políticos ni CEOs pueden ganar una carrera que se juega a largo plazo y en el que las autocracias por una parte y las economías que apuestan por la innovación por otro lado como los EE. UU., Israel y un puñado de países más están ganando a la torpe Europa que copia las políticas de estos una década más tarde, cuando ellos ya han pivotado a lo siguiente.
EE. UU. acaba de conceder 6.500 millones de dólares de ayudas a Samsung para una planta de semiconductores que se suman a los 6.500 que ya dio a TSMC y suma y sigue. Aquí en Europa la derecha sigue pensando en administrar, bajar impuestos y gastar poco mientras que, en EE. UU., Corea del Sur, Israel, Japón, Singapur, y hasta China, mucho más conservadora que Europa, están a todo trapo apoyando ciencia, innovación, industrialización, soberanía estratégica, invirtiendo sin miedo a los déficits públicos, miren el de China (ca 7%) y el EE. UU. ¡de 1 trillón de dólares! y comparen con los nuestros.
EE. UU sólo ha tenido superávit en 5 años de los últimos 50. Aquí, en España, no hay un solo funcionario público dispuesto a aportar fondos sin avales para que nuestros proyectos innovadores y punteros despeguen. Y así nos va. Tenemos empresas y tenemos talento excepcionalmente bueno que, muchas veces acaba en EE. UU. Miren al directivo mejor pagado de Meta (antigua Facebook), Javier Oliván, director de operaciones, con más de 25 Millones al año, un ingeniero español, o miren al CEO de HP, Enrique Lores, Joaquín Duato, en J&J, Ramón Laguarta de Pepsi, y tantos otros. Lo más difícil, personas con formación y capacidad, lo tenemos. Tenemos desde 2021 un IPCEI, bendecido por Europa, aprobado con decenas de empresas esperando para recibir los fondos. Nuestros pares europeos en Alemania, Francia, etc, han cobrado desde hace más de un año, nosotros no solo no hemos visto una pela, sino que hemos sumado todas las restricciones de Europa a todas las nuestras, doble barrera burocrática y financiera. Y luego en campaña electoral nos dirán que hay un gran apoyo a la innovación. - “Ya” – Obras son amores-. Estamos cansados y llevamos gastando e invirtiendo dos años de más.
De vez en cuando, las autoridades de innovación de nuestras CC.AA. se pasean para ver y conocer otros ecosistemas de innovación. A Málaga, recientemente, han venido muchos, que yo recuerde últimamente valencianos y aragoneses, pero seguro que hay más. Nosotros, los malagueños y los catalanes, de vez en cuando nos damos una vuelta por Shenzhen, por Corea del Sur, por Israel, por Dresde, y el resultado es que venimos maravillados. La euforia nos dura un par de semanas. Luego volvemos a nuestras miserias. No apostamos de verdad por la innovación y nuestros clústeres y viveros de empresas, nuestras aceleradoras, nuestros programas de start ups, nuestros venture builders, nuestras soluciones de apoyo e impulso a la innovación, al emprendimiento, no dejan de ser operaciones de carácter inmobiliario.
Yo tengo un espacio a un coste privilegiado que subarriendo o vendo a start-ups de sector digital, de sector video juegos, de sector salud, de propósito general. Seguimos sin enterarnos de que las empresas no necesitan metros cuadrados, ni oficinas, ni parques tecnológicos, ni polos, ni tech ni health hubs, ni nada de la economía de los 80 y 90. Estamos en un mundo digital y conectado, las empresas están en todas partes, y sus empleados también. Los Parques Tecnológicos, los Hubs de start ups, y todo lo que huela a suelo y alquileres ya no es un impulsor de la innovación porque no son condición necesaria. Solo la creación de ecosistemas conectados, vertebrados y bien financiados puede impulsar de verdad la innovación. Me refiero a conectar retos reales de mercado con proveedores de soluciones a los mismos.
Lean a Mazzucato, si aún no lo han hecho. Centros tecnológicos, por un lado, Parques por otro, CSIC por otro, Universidades por otro, Clústeres y Agrupaciones de Empresas Innovadoras por otro, Digiltal Innovation Hubs por otro, 17 administraciones autónomas con competencias en Universidad, Industria e Innovación por otro, el Gobierno central por otro y Europa intentado que la miríada de agentes se alinee, pero ya ven Vds., los fondos no llegan y los proyectos languidecen.
Un sistema burocrático que se basa en la desconfianza. Nos piden avales para apoyar proyectos de innovación de altísimo riesgo tecnológico y por tanto comercial. Como si hubiera que asegurar el éxito. Pero si podemos avalar, es que estamos seguros de tener éxito, ¿no? Entonces, ¿qué innovación disruptiva habrá allí, en ese proyecto que el funcionario de turno exige sea avalado? El sistema tiene tanto pánico al riesgo y al imprescindible fracaso asociado al aprendizaje, inherente al proceso de innovación, que nos mete una y otra vez en la innovación blanca, la que el profesor Ferràs define como incremental, la del kaizen, la de la mejora continua. En el fondo, esa innovación es como el valor en el ejército, se presupone, pero esa innovación no nos sacará de donde estamos, sólo, con suerte nos mantendrá en la posición competitiva hasta que un competidor dé el salto y nos barra. El funcionario estará contento de que todo ha ido bien, las cosas prometidas se han hecho y han funcionado. La administración puso el dinero en un proyecto seguro. Bravo. Lo seguro es poner la pasta en bonos del estado suizo. Lo otro es riesgo. ¿Por cuánto tiempo una idea innovadora de proyecto seguirá siéndola? Si hay que esperar 3 o 4 años, seguro que el resultado será pésimo.
Cuando veo las curvas planas de evolución del PIB per cápita de España y las ascendentes de Singapur, Corea del Sur, Israel, cuando veo lo que ellos hacen y lo que nosotros no hacemos, sí que me pongo a hiperventilar.
Querida empresa tecnológica o innovadora, vente aquí, que te junto con otras como tú, con las que en realidad te hablarás y te relacionarás poco, y te cobro un alquiler, barato para ti, con plusvalía para mí, sobre un suelo que no es mío. O con suerte, te lo vendo. Querida Zona Franca, querido Puerto, querido Ayuntamiento, querido Hospital, querida Diputación, querida Universidad, cédeme suelo que no te pago si no lo lleno, yo lo vendo a X y a ti te pago X-y. Lo llenamos de empresitas y decimos que estamos innovando y creando hubs y ecosistemas de innovación. Tú te pones la medalla y la foto, yo, con suerte gano algo y a las empresas, pues si les va bien estupendo y si no, mala suerte. ¿Acaso tenemos métricas serias de cómo funciona de verdad el invento? Los reportes, informes, notas de prensa que pocos contrastan, ya los hacemos nosotros. La realidad es otra. ¿Y así queremos innovar? ¿Alquilando o vendiendo suelo? El Rey va desnudo. ¿Por qué le llaman innovación cuando quieren decir suelo?