Era la última bala del Málaga CF para redimirse antes de encarar el playoff. Y lo hizo con creces, ganando el derbi malagueño por 3-0 ante una Rosaleda que hizo piña con el equipo al final del partido, porque la próxima vez que se vean será jugándose el ascenso a Segunda. El único que se jugaba algo sobre el césped era el conjunto de Pellicer, y se notó en el campo, sin brillantez en el juego, pero efectivo arriba para sumar otros tres puntos y pelear la tercera plaza hasta la última jornada. 

Roberto y Larrubia encarrilaron el duelo en la primera mitad y Luca Sangalli, nada más salir desde el banquillo, anotó el tercero de un partido que acabó en bronca por las provocaciones de Kevin con el balón en los compases finales. Necesitaba ganar el Málaga tras dos meses sin hacerlo delante de su público para reencontrarse con los suyos en un ambiente que amenazaba a ruptura antes de lo más importante. 

No arriesgó Pellicer con el once y recurrió a su guardia pretoriana y a su 1-4-2-3-1 habitual, con Puga como principal novedad en el lateral derecho. Nombres como Kevin o Dioni esperaron su turno en el banquillo. También Einar Galilea. Juande parece haber convencido al de Nules. 

No pasó nada en los primeros veinte minutos de partido. Sólo un Málaga que intentó mandar pero al que el Antequera, a base de posesiones largas, fue desactivando. Aunque el conjunto visitante carecía de colmillo cuando intentaba salir a la contra. Juande tuvo una ocasión, pero remató de cabeza demasiado blando, no se esperaba encontrársela tan fácil. 

Durante unos minutos Genaro se visitió de media punta poniendo dos balones peligrosos que terminaron de encontrar destino. Pero pisaba el Málaga terrenos peligrosos. Larrubia había tenido antes una situación de tiro muy favorable. 

Cuando el Málaga había dando un paso adelante llegó el gol. Un balón que Ferreiro se encontró en el medio del campo lo lanzó a la espalda de Roberto, que se encontró todas las autopistas abiertas para él. Encaró a Iván Moreno y lo fusiló. 1-0. Más de dos meses después el Málaga se adelantaba en La Rosaleda. "¡Nos van a ver volver!". La fe que nunca se pierde. 

No le sentó bien el gol al Antequera. El Málaga le robó la cartera cuando intentaba salir desde atrás con la pelota controlada y Manu Molina dejó solo a Larrubia, que desde que regresó a Martiricos tenía el punto de mira desviado, se plantara solo delante del Moreno y lo sentara con un amague y luego la mandó a la red. Se señaló el '10' en la celebración. Puede que haya llegado a tiempo para sumar en las estadísticas el de la barriada de La Luz. Fue un monólogo del Málaga hasta el final. El partido estaba superando al Antequera, que por otra parte no tenía nada en juego. 

Javi Medina movió el banquillo en el descanso con dos cambios y el Antequera tuvo la primera nada más reanudarse el encuentro, con Puga tapando el tiro de Luismi en el área pequeña. Ninguno de los dos equipos se hizo con la manija, pero Larrubia estaba con ganas y en el 58' el poste impidió lo que hubiera sido un golazo tras una jugada por la derecha. Moreno hizo la estatua. 

En el 61' llegó el milagro rutinario de Herrero tras una mala cesión atrás de Genaro con la cabeza que le quedó franca a Luismi Redondo, el pichichi del Antequera, para reventarla con la zurda abajo. Los reflejos de Herrero estaban alerta. 

El partido se fue durmiendo hasta que Pellicer movió el banquillo y dio entrada a Kevin y Sangalli por Ferreiro y Dani Lorenzo. Un minuto después, Larrubia punteó una pelota en la banda y se metió hasta la cocina para darle el pase de la muerte al vasco, que remató de primeras con el interior de su pie izquierdo. Lo celebró con rabia. Sería interesante sumar sus aportaciones para el playoff.

Hasta el final solo dio tiempo a que Kevin sacara los pies del tiesto con un regate que era más una falta de respeto que otra cosa, subiéndose encima del balón, y que provocó que varios jugadores del Antequera se le echaran encima provocando la tangana. No era el show diario de Kevin, era un pasito más que no sentó bien a los jugadores de Javier Medina. Pol Prats se cobró la justicia por su mano y vio la roja directa. 

Así se acabó un partido que dio paso a la comunión del equipo con la grada para sumar energías antes de los que viene. Que no es poco.