El líder del PP, Mariano Rajoy.

El líder del PP, Mariano Rajoy. Flickr PP

España PACTOS DE GOBIERNO

El PP pasa del pasotismo a la inexistencia

Es el partido más votado, pero no toma la iniciativa y nadie cuenta con los 123 escaños que tiene para formar Gobierno. Rajoy se instala en su inmovilismo y confía en que los demás fracasen.

31 marzo, 2016 02:12

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Nunca el partido más votado en unas elecciones tuvo una presencia tan escasa en unas negociaciones de Gobierno. Cien días después del 20-D, el Partido Popular sigue inmerso en un inmovilismo “incomprensible” hasta para muchos miembros del propio partido. La táctica de su líder, Mariano Rajoy, de “no hacer nada hasta que sus contrincantes se maten entre ellos”, ha provocado que el PP pase del pasotismo inicial a la inexistencia de un partido que aún se aferra a retener el Gobierno durante esta legislatura por arte de magia.

Por no hacer, Rajoy ni siquiera ha llamado a Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno en funciones se apresuró a declarar que telefonearía al secretario general del PSOE tras su fracaso de investidura para intentar retomar las conversaciones y volver a vender que España necesita una gran coalición para devolver la estabilidad a los españoles. Cuatro semanas después, el líder conservador se resiste a tender la mano al PSOE por miedo a que el socialista ni siquiera quiera tomarse un café con él. El equipo más cercano al presidente se basa en que “Sánchez recuerda cada día que él quiere liderar un gobierno de cambio para echar a Rajoy de la Moncloa. ¿De qué van a hablar?”, se preguntan.

"No va a moverse ni a renunciar"

Como la suma PP (123 escaños) y Ciudadanos (40 diputados) tampoco garantiza la gobernabilidad de los conservadores, Rajoy tampoco se ha acercado a Albert Rivera para intentar llamar su atención. Ni una sola oferta. Ni un solo sacrificio. El sucesor de Mariano Rajoy sigue siendo Mariano Rajoy y nadie en su equipo está dispuesto a pedirle públicamente que dé un paso al lado para dar un golpe de efecto y que el PP retome una iniciativa que nunca tuvo. “Él siempre ha sido así: dejar que el tiempo pase para que las cosas pasen por sí mismas. No va a moverse y no va a renunciar. No quiere moverse para no tener que ceder a cualquier pacto que conlleve su sacrificio personal. Confía en que Sánchez e Iglesias no se entiendan, haya elecciones y vuelva a ser el más votado el 26J. Ese es el triunfo que ansía”, resume en privado un miembro de la dirección nacional de Génova.

Rajoy sabe adoctrinar a los suyos y, de momento, nadie con cierto peso de relevancia le ha pedido públicamente que se marche. Todos los miembros del PP harán lo que “decida Rajoy” y prácticamente todos creen que volverá a ser el candidato a las nuevas elecciones, aunque él insista en que cumplirá con la voluntad de su partido. Mientras el presidente del Gobierno en funciones cruza los dedos para que sus presagios se cumplan, en el seno de su partido se empiezan a poner de los nervios ante la posibilidad de que Sánchez consiga arrebatarle La Moncloa. De ahí que, tras la renuncia de Pablo Iglesias a ser vicepresidente para facilitar el Gobierno de cambio, el portavoz conservador Rafael Hernando sacara toda la artillería contra cualquier acuerdo que eche al PP de las instituciones. “Es una broma sin sentido, son cosas del amor, es ridículo”, verbalizó el popular ante las cámaras.

El 'no' al Rey fue un error

Aunque la aritmética parlamentaria complica un posible pacto para aupar a Sánchez hasta la Presidencia del Gobierno, en el PP ya no se descarta nada. Parte del aparato nacional reconoce que lo que pareció un golpe maestro por parte de Rajoy de decirle 'no' al Rey no fue una buena jugada. “Sánchez ha sido mucho más hábil que él. Consiguió un resultado desastroso y, sin embargo, se ha vendido ante los españoles como la persona que rompió el bloqueo institucional, como el líder que ha firmado un pacto con Ciudadanos y ahora lo intenta con Podemos. Nosotros no hemos hecho nada”.

En el entorno de Rajoy son conscientes de que Pedro Sánchez se juega su permanencia en el partido a la investidura y por eso creen que “venderá su alma al diablo” con tal de ser presidente del Gobierno. Mientras, en Génova se instala poco a poco el pesimismo y la firme creencia de que, “quizá esta vez Mariano Rajoy no se salga con la suya. Agotar el tiempo para salir él como vencedor de la partida es una opción cada vez más difusa”.