Duran en un acto celebrado en Barcelona.

Duran en un acto celebrado en Barcelona. EFE

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Duran lucha contra su jubilación anticipada

Después de ganar las anteriores generales en Cataluña, el democristiano se adapta a una campaña con actos pequeños y recursos limitados en la que trata de conservar su escaño. Es el final de un icono. 

16 diciembre, 2015 02:44

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“Antes éramos fantásticos y cojonudos, pero ahora hay que ser modestos”. Josep Sánchez Llibre, número dos de Unió Democràtica de Catalunya (UDC) y diputado en el Congreso durante 23 años, no esconde las dificultades por las que pasa su formación. Después de no obtener ninguna representación parlamentaria en las autonómicas del 27S, UDC lucha ahora contra unas encuestas que le auguran un nuevo fracaso que podría suponer el fin del partido.

El líder de la formación, Josep Antoni Duran i Lleida, sabe que se la juega en estas elecciones. Ni el CIS ni el CEO -su equivalente en Cataluña- prevén que el partido obtenga representación en el Congreso de los diputados, precisamente la cámara donde más ha destacado su labor. En unas elecciones en las que la llamada “tercera vía” tiene más tirón que en las pasadas autonómicas, UDC sigue sin conectar con su votante tradicional. La excusa de que las autonómicas supusieron un plebiscito sobre la independencia ya no sirve en esta campaña para justificar unos malos resultados.

Una nueva derrota sería muy sonada para una formación con 80 años de historia. En el partido, sin embargo, se aferran a una encuesta interna, realizada en Cataluña durante la primera semana de campaña, que les augura hasta 3 escaños. “El pacto de CDC con la CUP está haciendo estragos entre el votante convergente de toda la vida”, explica Sánchez Llibre en la cafetería de un hotel en Sant Cugat (Barcelona). “Vamos como un tiro”, añade confiado.

Sánchez Llibre, que también es el director de la campaña, cree que su granero de votos está entre los votantes desencantados con el soberanismo de CDC y aquellos que piensan apoyar a Ciudadanos como voto útil contra el proceso independentista. Entre estos votantes, la mayoría de ellos en Barcelona y alrededores, están las 72.000 papeletas que la formación cree necesarias para salvar la cabeza a Duran.

En privado, sin embargo, algunos cuadros intermedios no muestran tanta confianza. En el partido hay nervios porque se sabe que mucha gente se quedará sin trabajo debido a la paulatina pérdida de poder de la formación. “Suerte tenemos que en los Ayuntamientos no se ha roto la coalición con CDC”, explica un edil del partido. Estos cuadros intermedios también hablan de otro problema que tiene el partido: una enorme deuda de más de 16 millones de euros, según los últimos datos disponibles del Tribunal de Cuentas, pertenecientes a 2011.

El fin de un icono

Durante décadas Duran i Lleida se erigió como el adalid del pactismo entre Cataluña y España. Siempre se le vio como el eterno ministrable de CiU, un político dialogante, que tendía puentes y que era capaz de forjar acuerdos tanto con socialistas como con populares. Durante las últimas tres legislaturas, además, fue presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara, un cargo que comporta un pasaporte diplomático así como un extra de más de 1.400 euros mensuales en concepto de “gastos de representación”.

El “tendedor de puentes”, sin embargo, lucha ahora para no quedarse sin su preciado escaño.

En el partido son varias las voces que aseguran que Duran abandonará la política si no obtiene su escaño el próximo 20 de diciembre. Él mismo no lo ha negado y ha reconocido que sería un “fracaso personal” no obtener ninguna representación. Algunos en su entorno vislumbran su futuro en el mundo empresarial de la mano de Daniel Sánchez Llibre, hermano del número dos de la formación y empresario de éxito en el mundo de las conservas. Otros lo sitúan ejerciendo la abogacía y señalan que en noviembre de 2014 se dio de alta en el Colegio de Abogados de Barcelona.

Por mucho que Duran cuelgue las botas, en UDC aseguran que el partido va a continuar con su tarea pase lo que pase el 20-D. Al menos hasta unas nuevas elecciones autonómicas en Cataluña. En el partido saben que la próxima legislatura será corta y convulsa y creen que esto les volverá a llevar al Parlament. “Unió continuará, no me cabe duda”, aseguró hace unos días Duran.

Las vacas flacas

Lejos quedan ya esas elecciones generales de 2011 en las que la candidatura de CiU con Duran al frente arrasó obteniendo el 30% de los votos y 16 escaños. Los actos de miles de personas en grandes recintos han dejado paso a mítines familiares con unas pocas sillas y contados asistentes. Los imponentes escenarios se han sustituido por modestos atriles y ya no se busca levantar a la gente de sus sillas con cada intervención. Unos aplausos bastan.

El domingo pasado, día de grandes mítines de todos los partidos, Duran reunió a menos de 100 personas en los Jardines de Vila Florida, situados en la zona alta de Barcelona donde el partido ha obtenido tradicionalmente más apoyo. A pesar de la intervención de algunas caras jóvenes del partido junto a los pesos pesados, el panorama era desolador. Mercè Bordas, una señora mayor que se definía como “convergente de toda la vida” lo describía así: “Parece que el seny está pasado de moda”.

Sánchez Llibre reconoce que en esta campaña se han tenido que apretar el cinturón. El partido gastará unos 800.000 euros y prioriza pequeños actos sectoriales a los grandes mítines para evitar asientos vacíos en los actos. “La gente está cansada de tantas elecciones seguidas”, explica el número dos, en referencia a la poca asistencia que también están registrando los partidos soberanistas durante la campaña. “Están hasta las narices”.

La tormenta soberanista

Prácticamente ningún partido catalán ha escapado del cisma generado por el proceso soberanista, pero UDC ha sido de los que ha perdido más poder durante estos años. “El proceso lo ha roto todo, pero a nosotros nos ha debilitado más que a nadie”, explica un cargo del partido que prefiere no ser citado.

Una parte del PSC se escindió y ahora está en Junts Pel Sí. La propia UDC también vio como un sector de su partido se sumaba a la coalición independentista. Las siglas de ICV no aparecen por ningún lado. CiU, la coalición más poderosa de la política catalana, rompió su acuerdo después de 37 años de federación. CDC ya ha cambiado de nombre y las sombras incluso se mecen sobre la CUP, divida ahora por su apoyo a la investidura de Artur Mas. “El proceso soberanista hizo que la gente votara más con el corazón que con la cabeza”, opina Sánchez Llibre. “Cuando toda esta espuma independentista baje y la gente reflexione, estoy seguro de que tendremos nuestro espacio”.

El “catalanismo centrado” de UDC, de momento, parece no tener tirón entre los que quieren una salida pactada al desafío independentista. Las encuestas señalan que esta vía la capitaliza En Comú Podem, la coalición liderada por Ada Colau que se encuentra a las antípodas ideológicas del partido de Duran.

El próximo domingo se sabrá si la propuesta de solucionar el encaje catalán mediante una disposición adicional en la Constitución obtiene el apoyo suficiente en Cataluña. En caso contrario, UDC asegura que seguirá luchando. “Soy del Espanyol, estoy acostumbrado a no jugar la Champions”, ironiza Sánchez Llibre.