Tres puñales
Maravilloso poema de Rafael de León, versos que inolvidablemente fueron llevados a la copla por Marifé de Triana y actualmente Miguel Poveda.
Y es que la música es la musa que nos hace pensar y sentir y, este poema en la voz de Poveda me ha hecho redundar en los acontecimientos políticos que últimamente estamos viviendo. Y es que no son solo tres puñales, sino muchos más, los que con el nombre de estrategias se clavan unos a otros.
Decía el poema titulado BALADILLA DE LOS TRES PUÑALES, que:
He comprado tres puñales
para que me des la muerte...
El primero, indiferencia,
sonrisa que va y que viene
y que se adentra en la carne como una rosa de nieve.
El segundo, de traición;
mi espalda ya lo presiente,
dejando sin primavera
un árbol de venas verdes.
Y el último acero frío,
por si valentía tienes
y me dejas, cara a cara,
amor, de cuerpo presente.
He comprado tres puñales
para que me des la muerte...
Y es que izquierdas y derechas se han puesto en pie de guerra para ver quienes gobiernan, más y peor. Por eso hago mío el primer puñal de indiferencia. Recuerdo con cierta nostalgia, aquellos tertulianos que, en radios y televisión pública, con la historia en la boca, los valores en el corazón y las ideologías en la mente exponían con vehemencia educada y respetuosamente, sus propias ideas, y el por qué de los aconteceres políticos de cada momento. Eran ilustres oradores, periodistas, historiadores o abogados entre otros, los que a veces con vocabulario excesivamente culto y lengua irónica, nos contaban el devenir de esta España nuestra. Y en esas convicciones ejercíamos la libertad de culto a unos u otros en función de verdaderos programas políticos.
Ahora entre no saber cederse la palabra, unos y otros, entre quién habla más fuerte y quién defiende las mentiras (perdón, que no son mentiras que son cambios de opinión) con más violencia, y quienes se toman los debates como ring de boxeo, es imposible que te atrape un programa de plena actualidad política.
Con ello, quiero significar, que la indiferencia se ha apoderado y ganado el espacio a la necesidad de conocer y estar informado para tener cada quien su propia opinión, y así hemos clavado el puñal a las generaciones más jóvenes que no tienen interés ninguno por la toma de decisiones, la legislación y la gestión de su país.
El segundo puñal no hiere, pero mata poco a poco. Lo clavan por la espalda y a traición. Creando dimes y diretes, que vociferan a viva voz en cualquier esquina. Perdónenme por la expresión que voy a utilizar, pero cuanta más mierda encuentran más se revuelcan cual piaras en los medios, para destrozar al contrincante. Y reitero sea del color que sea.
Ya me dirán ustedes que, si son los elegidos por el país para representarnos, bien sea gobernando o bien en oposición, y en lugar de hacerlo se pierden en pericias por mantenerse en el candelero, ¿cómo nos van a exigir que el resto de los mortales seamos honestos, respetuosos, implicados, obedientes y escrúpulosos con nuestras obligaciones, sobre todo las fiscales?
Y, por último, el tercer puñal. Acero frío por si con su valentía dejan al otro de cuerpo presente. Y aquí si que me detengo.
Ustedes y yo necesitamos la paz del orden público, médicos que nos sanen, educación y cultura y sobre todo justicia. Y la sensación que invade a nuestra sociedad, es de haber sido engañados y encantados con cantos de sirenas, con promesas incumplidas y con un corazón roto, que ya no sabe si una era de izquierdas, centro o derechas.
No se hace política de verdad, de esa que nace de la verdadera convicción de hacer más fácil la vida a quien lo necesita, de dar cobijo a quien no tiene puente donde dormir, o de dar cada vez más cabida a los talentos de nuestra juventud y no a tanta inteligencia artificial, que vamos a convertirnos en borregos adoctrinados.
Si, me siento apuñalada porque no encuentro el sentido a todo lo que está ocurriendo, me concibo desdichada como en la copla, porque no hallo el verdadero camino hacia donde concluye tanta locura. Y me profeso huérfana, porque ninguno intuyo que se mueva por la verdadera vocación de servicio público.
¿Qué pasará? Pues denle a testa e imaginen un futuro con verdadero sentido, y no esta barbaridad de puñales.