Beto Hernández, el pasado viernes en Madrid. Foto: F. D. Quijano

Beto Hernández, el pasado viernes en Madrid. Foto: F. D. Quijano

Novela gráfica

Beto Hernández: "Marvel y DC quieren aplastar al cómic independiente, luchamos contra eso desde los 80"

El historietista californiano presenta en España la reedición de su serie 'Palomar', a menudo comparada con el Macondo de Gabriel García Márquez.

15 mayo, 2024 01:27

Es uno de los grandes autores del cómic alternativo de Estados Unidos, y el que mejor ha plasmado en este ámbito la cultura latinoamericana. Gilbert “Beto” Hernández (Oxnard, California, 1957), fundador de la revista de historietas Love & Rockets en los años 80 junto a su hermano Jaime y la colaboración esporádica de su hermano Mario, ha estado de visita en España en los últimos días. Ha participado en coloquios sobre su obra y firmado ejemplares en el Salón del Cómic de Barcelona, y lo mismo en Valencia, Bilbao y Madrid. “Estoy sorprendido de la atención y el amor que me están dando aquí los lectores”, reconoce.

La Cúpula es la editorial que publica en España sus obras desde hace muchos años, y ahora está lanzando nuevas ediciones: “Son muy bonitas y de una gran calidad, con un diseño y unas cubiertas estupendas”, se enorgullece el guionista y dibujante. Acaba de ver la luz de nuevo el primer tomo de Palomar, su serie más conocida.

Comparada a menudo con el realismo mágico de Gabriel García Márquez, estas historietas cuentan las peripecias de los habitantes de un pequeño pueblo llamado Palomar, ubicado en algún lugar indeterminado de México u otro lugar de Centroamérica, aunque en obras posteriores, las andanzas de algunos de sus personajes continúan en Estados Unidos.

Viñeta de La carga de Chelo, en 'Palomar 1', de Beto Hernández (Ediciones La Cúpula)

Viñeta de "La carga de Chelo", en 'Palomar 1', de Beto Hernández (Ediciones La Cúpula)

Al igual que en el Macondo de Gabo, en este pueblo los nacimientos, amoríos, amistades, rivalidades, tragedias y hechos cotidianos se mezclan con algunos sucesos extraños, inexplicables o, sencillamente, sobrenaturales. No obstante, Hernández no se cansa de repetirlo: “No conocía a García Márquez cuando empecé a dibujar Palomar, aunque todo el mundo me decía que se notaba que me había inspirado en él. Así que fui a un montón de librerías preguntando por Cien años de soledad. En casi todas estaba agotado, era un libro muy popular, hasta que finalmente encontré un ejemplar. Lo leí y no me podía creer las similitudes con lo que yo estaba haciendo”.

“Me di cuenta de que las dos obras estaban en la misma onda y que los dos compartíamos la misma nostalgia”, continúa el historietista. “Quizá el catolicismo explica la existencia del realismo mágico, o quizá simplemente los dos compartimos los mismos patrones cerebrales y el mismo tipo de imaginación”.

De Snoopy a Crumb

Como otros historietistas de su generación, Beto Hernández bebió de las fuentes del underground de Robert Crumb y compañía, alejándose del estilo hegemónico de los superhéroes, pero mucho antes se alimentó con los cómics clásicos que su madre leía de pequeña en los años 40 y que dio a leer a sus hijos; de ahí que, uno tras otro, ‘Los Bros Hernández’ vieran como algo natural y hereditario empuñar el lápiz para dibujar sus propias viñetas a muy temprana edad.

Entre sus influencias destaca clásicos como Peanuts —más conocida en España por sus protagonistas, Snoopy y Carlitos—, de Charles Schultz, y Little Archie, de Bob Bolling, “que a su vez estaba influido por Carl Barks, que hizo las historietas del Pato Donald, y por John Stanley, que escribió los cómics de Little Lulu”.

Sopa de gran pena, en 'Palomar 1', de Beto Hernández (Ediciones La Cúpula)

"Sopa de gran pena", en 'Palomar 1', de Beto Hernández (Ediciones La Cúpula)

No obstante, las historietas de Beto Hernández están repletas de personajes que el cliché definiría como “mujeres fuertes”. Voluptuosas y temperamentales, en ellas es donde más se aprecia el influjo de Crumb. “En parte era por capricho, simplemente me gustaba dibujarlas. Pero, ya que iba a hacerlo, quería darles un carácter; así que yo no considero que dibuje mujeres fuertes, sino personas fuertes”.

De hecho, uno de sus personajes más populares es Luba, que hace su primera aparición en Palomar como “bañadora” —en español en el original cada vez que se cita su profesión—, es decir, una persona que ofrecía sus servicios para lavar a la gente, normalmente hombres, aunque en principio sin ninguna connotación sexual. “Al principio fue difícil, porque tiene tantas curvas y es tan voluptuosa que al principio la gente le echaba un vistazo y pensaba 'no quiero leer esto porque es estúpido, es solo una pin-up'. Pero si lo leías te dabas cuenta de que era un personaje interesante al que le pasaban muchas cosas. Quería contradecir lo que veías. En el mundo real pasa lo mismo: la gente ve a determinadas personas y las juzga por su aspecto”.

Indies contra superhéroes

Beto Hernández recuerda que, en sus comienzos, él tenía unos cuantos cómics hechos, su hermano Jaime también, y su hermano Mario colaboró imprimiendo en la universidad 800 copias. Fue el nacimiento de su revista Love & Rockets. “No sabíamos qué hacer con ellas, así que las mandamos a Fantagraphics, porque por aquella época tenían una revista, The Comics Journal, que era muy crítica con el mundo del cómic y hablaba de lo mal que Marvel y DC trataban a sus autores. Ellos creaban los personajes y las compañías hacían juguetes y películas a partir de ellos, pero los creadores originales no recibían ningún dinero por ello. Así que nosotros les enviamos el libro para ver si obteníamos publicidad gratuita mediante una reseña, no nos importaba si era buena o mala. Pero, en lugar de eso, nos dijeron que querían publicar nuestro trabajo. Esa fue la parte fácil, la difícil fue seguir haciendo el cómic, porque no estábamos preparados. Éramos jóvenes y aprendimos haciéndolos”.

La editorial Fantagraphics, que había nacido poco antes de fichar a los Hernández, surgió en un momento en el que “las cosas necesitaban cambiar” dentro del mundo del cómic. “Tuvimos suerte con el timing. Fantagraphics apostó muy fuerte por el cómic alternativo y fue muy agresiva promocionándolo, en realidad por motivos egoístas. Era como si quisieran decir: ‘Marvel y DC, vamos a enseñaros que tenemos buenos cómics y que los vuestros son estúpidos’. Eran arrogantes, pero funcionó. Y en aquella época publicaron sus cómics en la editorial autores como Daniel Clowes, Peter Bagge, Chester Brown, Charles Burns, Mary Fleener... Fue un gran periodo para los historietistas independientes”.

Viñetas de La carga de Chelo, en 'Palomar 1', de Beto Hernández (Ediciones La Cúpula)

Viñetas de "La carga de Chelo", en 'Palomar 1', de Beto Hernández (Ediciones La Cúpula)

Lo que hacían Marvel y DC en los 80, cuando nosotros reimprimíamos nuestro trabajo, era reimprimir ellos sus historias de superhéroes pero con tiradas mucho mayores para expulsarnos de los estantes de las librerías. Desde entonces hemos estado luchando contra eso. Ellos quieren aplastar a los indies. Y la manera que tienen de hacerlo es contratar a tipos como yo”, afirma Hernández, que trabajó para Marvel en la serie de Iron Man “porque es muy difícil ganarse la vida con el cómic alternativo”, reconoce. “Me divertí haciéndolo, pero era muy restrictivo. No puedes hacer mucho con un personaje que ya tiene un diseño definido y que aparece en películas de mil millones de dólares”.

“Una vez que te tienen, ya estás bajo su control”, continúa. “Por eso muchos dibujantes independientes no se quedan allí”, afirma Hernández. Es un testimonio similar al de la española Emma Ríos, que también hizo sus pinitos en Marvel antes de regresar al cómic de autor.

En cuanto a la situación actual del cómic independiente en Estados Unidos, Hernández cree que “hoy es más fuerte”, debido en parte a la existencia de los cómics online. “La gente ya no necesita encontrar una editorial”, afirma. También celebra que haya “muchas más mujeres haciendo cómics, y en parte es por Love & Rockets. La gente lo veía y pensaba: ‘Ah, este cómic va sobre mujeres. Yo puedo hacer eso’”.

Orgullo latino y racismo

Curiosamente, aunque Beto Hernández ha plasmado la cultura latinoamericana en sus cómics e incluye palabras originales en nuestro idioma, él no habla español. Su padre era de México y cuando llegó a Estados Unidos solo hablaba español. Su madre era estadounidense y hablaba ambos idiomas. Al principio, los niños hablaban solo español, pero su padre decidió un día que no se hablaría más español en casa, porque necesitaba mejorar su inglés para competir en el mercado laboral. Cuando empezaron el colegio, los hermanos Hernández nunca más volvieron a hablar la lengua de Cervantes.

Sopa de gran pena, en 'Palomar 1', de Beto Hernández (Ediciones La Cúpula)

"Sopa de gran pena", en 'Palomar 1', de Beto Hernández (Ediciones La Cúpula)

Hernández cree que hoy la comunidad latina de EE. UU. está más orgullosa de pertenecer a ella que antes. “El mundo ha cambiado y hoy hay muchísima gente no solo de México, sino de Centroamérica y Sudamérica. La población latina en Estados Unidos ya es mayoría en California”.

Lo que dice es cierto: la población latina ya supera en número a la población blanca no hispana en ese estado, así como en Nuevo México y en Texas. Se confirma así uno de los mayores temores del trumpismo: que Estados Unidos deje de ser un país con una mayoría de población de ascendencia blanca europea. “Trump es terrible, es la peor persona que podría dirigir el país y podría ser presidente de nuevo”, lamenta.

Hernández opina que la actual polarización política que ha inundado a la sociedad estadounidense comenzó cuando Obama llegó a la Casa Blanca. “En ese momento descubrimos que había mucha gente racista sin que lo supiéramos, y que odiaban a los liberales. Hace dos años asaltaron el Capitolio, eso no habría pasado antes, y sabemos que el Gobierno les dejó hacerlo. Todos vimos en las noticias cómo la policía se retiró y les dejó pasar. En cambio, en las actuales protestas pacíficas y legales contra la invasión de Israel en Gaza la policía está dando palizas a todo el mundo. En cambio los medios hablan de ‘manifestantes violentos’. Todo está comprado”.