Eva Spreitzhofer: "El velo islámico es un símbolo político"
La directora austríaca estrena ¿Que hemos hecho para merecer esto?, una comedia que habla de los prejuicios y la indiferencia de la izquierda con la inmigración
13 septiembre, 2019 16:49Desde hace varios años en toda Europa se sigue con preocupación el ascenso de la extrema derecha en países como Alemania y Austria, con un historial tenebroso a sus espaldas en cuanto a radicalismo xenófobo. La concesión de asilo a un millón de refugiados por parte de Merkel en 2015 hizo aún más visibles a esos grupos radicales, que entraron en los parlamentos nacionales y comenzaron a tener una voz que hasta entonces era muy minoritaria. En este panorama, la comedia austríaca ¿Qué hemos hecho para merecer esto?, dirigida por Eva Spreitzhofer, pone el asunto sobre la mesa desde la farsa para atacar no a la ultraderecha sino a los prejuicios, o la indiferencia, de la izquierda ante un asunto como el de la inmigración en el que prefiere lavarse las manos. Lo cuenta a través del “drama” de una cirujana en sus cincuenta y pocos, una mujer progresista, divorciada y vuelta a casar con un hombre más joven que se queda horrorizada cuando su hija adolescente se convierte al Islam y aparece en casa con el velo.
“Mi intención era hacer una película como esas francesas en las que tratas un asunto político importante, pero lo haces con una comedia que puede gustar a toda la familia”, explica la directora. “Lo más importante en esta comedia es que todos los personajes están muy convencidos de que su opinión es la correcta. En este caso, tenemos a una protagonista que es socialdemócrata y se define a sí misma como progresista. Es importante que quitemos a la derecha el monopolio de este problema. La gente de izquierdas debe reflexionar a fondo sobre el significado del velo islámico y no resolverlo con que cada uno tiene derecho a ir vestido como le da la gana. No es simplemente un gorro, es un símbolo de desprecio a la mujer. No tiene nada que ver con la religión, significa sometimiento y es un símbolo político. Lo que pocas veces se cuenta es que la inmensa mayoría de las mujeres musulmanas no llevan velo”.
Muy divertida, Spreitzhofer coloca al espectador “bien pensante” frente a sus contradicciones colocando un espejo en el personaje de esa Wanda (Caroline Peters) desesperada porque ha educado a su hija para ser “una mujer feminista” y se pasea por el mundo con el velo, cumple con rigor el horario de las oraciones y se niega a ir a natación como ha hecho toda su vida porque no quiere exponer su cuerpo en traje de baño. Las imágenes más divertidas surgen en la intimidad del hogar, cuando la díscola adolescente, Nina (Chantal Zitzenbarger), interrumpe la rutina diaria con sus múltiples rituales religiosos en árabe. El problema es que la joven no solo se convierte al Islam, también opta por una versión radical: “Para mí no hay ninguna diferencia entre el radicalismo racista de la ultraderecha y el radicalismo islámico. Los dos tienen una visión muy parecida del papel de la mujer. En el caso del velo islámico, se plantea como una tradición lo que en países como Egipto o Túnez no ha sido nunca costumbre”.
En el filme vemos la peligrosa deriva por el camino del radicalismo de la desorientada joven, pero también su firmeza religiosa como forma de oposición a un capitalismo materialista en el que no se siente cómoda. Al defender que su atuendo, poco sexi, es una forma de rebelarse contra la “cosificación” del cuerpo por parte de las marcas, la progresista madre se queda sin argumentos. “Muchas madres musulmanas me han dicho que están muy contentas de que por fin se haya podido ver en una película el interior de una mezquita sin que haya bombas de por medio. No es una película sobre terrorismo, trata sobre feminismo”. De esta manera, la madre de la mejor amiga de la joven protagonista, paquistaní, se horroriza igual que la austríaca ante el coqueteo de sus hijas con la vía más radical. Sin avanzar acontecimientos, es una comedia y los principios feministas en los que cree la directora acaban triunfando, sin renunciar al Islam.
Con ¿Qué hemos hecho para merecer esto?, la directora quiere alertar a la izquierda sobre los problemas profundos que plantean las culturas marcadas por el Islam, lanzando el mensaje de que el mismo feminismo, apoyo a los homosexuales o igualdad que se defiende para las sociedades occidentales es igualmente válido en todos los contextos. “Es necesario que la gente de izquierdas sea consciente de que el choque cultural existe y requiere que hagamos algo para resolverlo. Al negarse a ver el problema lo único que se consigue es que la derecha pueda monopolizar el tema porque ellos sí lo expresan sin problemas y ofrecen una solución. El problema es que esa solución, la expulsión y el cierre de fronteras, es terrible. Mucha gente que vive en barrios obreros donde la llegada de inmigrantes ha sido masivo se ha sentido abandonada por la izquierda. Del mismo modo que la izquierda ha abandonado a los progresistas árabes en nombre de una manera falsa de entender la tolerancia”.