Alberto Ginés o cómo revolucionar España a los 18: el 'oro' con principios que 'nació' en un camping
Llegó a Tokio como un desconocido y se marchó con el primer oro de la historia de la escalada olímpica. La historia de Alberto Ginés comenzó en un camping.
15 agosto, 2021 23:36Noticias relacionadas
5 de agosto de 2021. España sigue minuciosamente las opciones de medalla en los Juegos Olímpicos. En Tokio, un joven cacereño de 18 años y de nombre Alberto Ginés comienza a primera hora de la mañana -hora peninsular- su final de escalada. La disciplina se estrena en una cita olímpica y el español se ha convertido en una de las revelaciones. La primera prueba la gana y da el salto hacia las medallas. La segunda es un horror y no suma. La tercera, con tensión, le acaba dando el oro.
La historia de Alberto Ginés (Cáceres, 2002), sin embargo, comienza mucho antes. Si bien la vida le ha cambiado con su triunfo en Tokio 2020, el nacimiento de este talento de la escalada no se entiende sin el trabajo duro en los momentos más complicados. Su relación con David Macià, entrenador personal que le ha acompañado desde sus inicios, es una de las claves.
Macià, referencia de la escalada nacional y conocedor de la disciplina desde 1982, habla con EL ESPAÑOL una semana después del final de los Juegos Olímpicos para dibujar el perfil de Alberto Ginés y el camino que les llevó al oro. Porque él, pese a ser uno de los 'tapados', también forma parte del triunfo del cacereño. Ambos se conocen a la perfección. Y más después de haber vivido juntos las 24 horas del día que les ocupaban en Tokio. Pero, como reconoce a este periódico Macià, la clave está en tener una relación de "mutuo agradecimiento personal".
Alberto es una "persona honesta" y "fiel a sus principios". "Soy así, tengo claro lo que me gusta, quiénes son mis amigos y tengo claras las directrices por donde quiero llevar mi vida", dice Macià. Además, cumple sus promesas. "Cuando escala mal, porque va con mucha tensión, le digo: 'Parece que te has tragado una escoba, que llevas un palo y vas tieso'. Le dije -durante la final-: 'Prométeme que vas a escalar sin el palo'". La respuesta fue contundente: "¡Te lo prometo, voy a escalar suelto!". Unos minutos después, oro.
Inicios en un camping
Ginés comenzó a practicar la escalada cuando solo tenía tres años. Y una de las claves estuvo en la amistad de sus padres con Macià y su familia. Todo, el Alberto escalador y por ende el Alberto persona, 'nació' en un camping de Aragón. Sus primeros 'pinitos' fueron con su padre, pero en plenas vacaciones surgió una oportunidad muy diferente. "En 2013, como yo tengo mi familia escaladora y tengo dos hijos, en verano coincidimos con Alberto en un camping en Aragón". Esa fue la semilla.
"Su padre vino a la parcela y me dijo que qué me parecía si le entrenaba. Yo ya tenía algo de experiencia entrenando en competición. Le pregunté a Alberto, había una competición sub14 en Italia en septiembre y ya empezamos", cuenta David Macià a EL ESPAÑOL mientras intenta disfrutar de unas vacaciones tras la tensión olímpica. Los dos se entendieron e iniciaron una carrera que ha tenido su culmen en Tokio 2020. Pero queda claro que David, como entrenador personal, ha vivido la evolución absoluta de un Alberto Ginés que cumplirá 19 años en unos meses.
Macià, por simple método, siempre intenta estar presente en el rocódromo. Es decir, el tiempo que pasa junto a su 'discípulo' es el mayor posible. Por aquel entonces, "Alberto era un niño", Luego, acompañado de David, llegó "el paso a la ESO, Bachillerato o al Centro de Alto Rendimiento". Ese último salto se produjo cuando tenía 15 años. David estaba en Barcelona y Alberto en Cáceres, por lo que organizar entrenamientos no era muy sencillo. Los dos cambiaron sus vidas.
"Fue un cambio importante. Nuestras familias están bastante unidas, pues su madre confía al 100% en mi mujer y si teníamos que llevarle al médico, dormir en casa… Lo hacíamos nosotros. No somos familia, pero Alberto se sentía arropado y sus padres tenían confianza. Sabía que tenía allí un soporte importante", cuenta David. Y así fue: Alberto se marchó al CAR de Sant Cugat y decidió que la escalada era lo suyo.
La preparación: entre la Covid y el sueño
En 2016, el Comité Olímpico Internacional dio a conocer las nuevas disciplinas que iban a ser incluidas en el programa de Tokio 2020. Ahí estaba la escalada, que iba a debutar en una cita de estas características. El sueño empezaba a coger fuerza, aunque las miras estaban puestas más en París 2024 que en Tokio 2020. "Tuve que convencer a la familia porque no lo veían", relata David con cierto humor.
"Yo era entrenador personal de Alberto, no tenía ningún vínculo con la Federación… Era una apuesta del entrenador. Poco a poco empezamos a trabajar el búlder, dio resultados y luego metimos la velocidad. A partir de 2018, ahí ya fui yo que vi claro que podía tener una opción, sobre todo para París, pero si se ponía por el camino Tokio, pues Tokio". El convencimiento era absoluto en el entrenador, aunque como voz autorizada lo que decía casi se cumplía. "Si David lo dice, algo tiene que ver".
"Todos pensábamos que era una locura, nadie tenía una bola de cristal, pero hicimos todo lo posible para intentarlo. Si se nos viene encima, pues tener los deberes hechos". Y, por suerte, se les vino encima. En 2019 logró su clasificación tras mucho trabajo. "Viajamos cerca de 150 días, hicimos 40 competiciones". Un calendario asfixiante que hizo que Alberto aparcara temporalmente los estudios. Su objetivo de estudiar fisioterapia tenía que quedar en un segundo plano. "Ahora, la idea es que retome sus estudios, acabe Bachillerato y el año que viene empecemos el tema de la fisioterapia. Pero el año de los JJOO y el anterior es muy complicado", cuenta Macià.
Alberto y David intensificaron entrenamientos con el objetivo puesto en lucirse en Tokio. Sin embargo, apareció su peor rival: la Covid-19. "La manera que tenemos de planificar es bastante flexible, porque se basa en escalar y competir". Pero todo cambió de un día a otro. El mundo se paralizaba por culpa de la pandemia y los Juegos, poco después, serían aplazados a 2021.
"De la noche a la mañana nos quedamos sin sitio para entrenar ni para competir. Como la Federación no tiene un rocódromo propio, cuando los cierran nos dejan sin opción de entrenar. Y como no se podía viajar, pues nos quedamos en casa. En Europa podían entrenar en rocódromos nacionales, y nosotros en casa: correr, cuatro flexiones y nada más. Fue horroroso. No solo nos trastocó los planes, es que quedamos aniquilados". Una situación que permite entender la reivindicación de Ginés de que España invierta en infraestructuras.
El cacereño, de hecho, destacó que iba a ser difícil cumplir en París 2024 si la situación no cambiaba. "Nada es imposible hasta que se demuestre lo contrario", puntualiza su entrenador personal a EL ESPAÑOL. "Nosotros hemos ido a los JJOO entrenando en rocódromos particulares, con la oferta para el público general. Cuando han estado cerrados hemos hecho inventos. La Federación ha permitido que hagamos 30 concentraciones para establecer las condiciones de los JJOO. Llegando a acuerdos y pagando lo que sea hemos podido prepararlo", por lo que aquí nada está perdido.
La gran pregunta es cómo un escalador puede entrenar en casa durante meses por culpa de la pandemia. "Colgándote de dos maderas" puede ser una opción, aunque el método de Macià era escalar, escalar, escalar y competir. "En el 90% de los entrenamientos se generan situaciones reales. Nos quedamos a la espera de enero-abril para ir a instalaciones de Europa, pero a contrarreloj". Las expectativas se cumplieron y Alberto Ginés, como había adelantado Macià a su familia años atrás, estaría participando en los Juegos Olímpicos con 18 años.
Tokio y la tensión final
En pocas cábalas entraba Alberto Ginés como medallista olímpico para España. Tampoco ellos mismos se habían fijado como objetivo pelear por el podio. Pero desperdiciar oportunidades no está en su gen. "Nosotros somos luchadores y cualquiera que siga la trayectoria de Alberto o la mía lo ve. Una cosa es que no nos planteemos el hecho de decir: 'Hemos pensado en la medalla'. Planteamos París 2024 y si por el camino se ponía Tokio, pues Tokio. Planteamos la final y si llegaba el medallero, pues medallero. Teníamos que jugar muy bien nuestros papeles". Y lo hicieron.
"Después de la primera ronda en la velocidad", David se dio cuenta de que los mejores escenarios que estaban pensando eran reales. Tras superar la fase de clasificación sin demasiados problemas, la actuación de Ginés en la final no defraudaba. Tenían todo estudiado y la salida nula del japonés, que acabó con Ginés ganando la prueba de velocidad, abrió un camino hacia el éxito.
"La primera prueba tiene una parte detrás que está desde enero. La segunda parte del bloque es muy aleatoria. Ya que no podíamos trabajarlo bien en España, pues cambiamos a la velocidad que tenemos un muro en Pamplona y podemos ir. Aunque lo tengamos a 5 horas, hicimos 12 fines de semana seguidos yendo par aprobar su velocidad máxima", cuenta a este periódico. Es solo uno de los muchos ejemplos de situaciones surrealistas a las que ambos, Alberto y David, han tenido que someterse para alcanzar un sueño.
"Personalmente estábamos convencidísimos de que era más importante no fallar que correr rápido. Correr rápido no podíamos más. Pero el hecho de correr en 6’5 sin caer, nos daba mucha fortaleza mental. En momentos puntuales Josep Font, psicólogo del CAR, nos ha venido muy bien. En mayo la presión se nos vino un poco encima con los Campeonatos de Europa Júnior". Y solo hay que recordar algunos mensajes de Alberto en redes donde reflexionaba si valía la pena tanto sacrificio.
70 días antes de Tokio comenzaron a trabajar la 'piña'. David, Alberto y Nuria Carnicero -fisio- viajaban a territorio nipón. Detrás de ellos, muchos otros nombres fundamentales. La recompensa la tuvieron ese 5 de agosto para el recuerdo. Eso sí, con tensión hasta el final por el lío con las puntuaciones. Macià está acostumbrado al formato de clasificación de la escalada. "Estamos muy acostumbrados a ser precavidos", reconoce. Incluso con representantes japoneses diciéndole que habían ganado, David seguía con la cabeza fría. Pero sí, lo habían logrado. Eran oro.
"A mí me vinieron dos cosas a la cabeza: la primera, que gracias a la vida por haberme dado esta oportunidad. Sigo los Juegos desde hace muchos años y era un sueño. Y la segunda, que vale la pena luchar por los sueños porque aunque parezcan imposibles, muy de vez en cuando se hacen realidad".
Alberto Ginés, un fenómeno en España
Ya con el oro, Alberto Ginés dejó de ser un desconocido para el público general para convertirse en todo un fenómeno de masas. Sus redes sociales, incluso aquellas cuentas que tenía como secundarias, multiplicaron por cientos de miles sus seguidores. "Cuando empezó a ver que le empezaban a subir, sabía que se estaba liando", cuenta un inseparable David. "Pero lo lleva bien, es bastante centrado en ese sentido. Es verdad que no se sabe nunca lo que puede pasar, pero fue un bombazo".
Y tanto, porque hasta sus opiniones políticas han sido manoseadas por usuarios de una y otra tendencia ideológica. Una presión que podría pasarle factura, aunque los que le conocen como David no tienen duda de que va a saber superar esos obstáculos de igual manera que en el rocódromo: "Es una persona muy centrada y conoce los límites de lo que puede decir. No creo que se haya extremado nunca. Lo que dice lo dice bien dicho y no creo que se pase de algún límite, pero la interpretación que puede hacer la gente pues puede sacarle punta a cualquier cosa".
Por delante queda mucho, tanto para Alberto como para David. En apenas unas semanas, de hecho, comenzarán la preparación para nuevos campeonatos. Y con París 2024 en el eterno horizonte. Una nueva etapa para ambos en la que Alberto Ginés puede consagrarse como una figura estrella en el olimpismo nacional. Alberto, pese a todo, "no deja de ser un chico normal", aunque "muy maduro que se ha rodeado de equipos de trabajo" que se han beneficiado mutuamente. El joven cacereño que empezó con su padre, dio el salto en un camping y que sorprendió en Tokio, tiene aún mucho que dar pese a que en momentos la inclinación parezca imposible de superar.
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