El escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte.

El escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte. EFE

Libros Literatura y guerra

Pérez-Reverte: "¿Dylan? Yo quiero meter a Sabina en la Academia"

El escritor presenta 'Falcó', una novela que conglomera sus filias vitales: hombres bélicos, mujeres valientes y conflictos de lealtades. 

20 octubre, 2016 19:18

Esto no es otra novela sobre la guerra civil. Falcó (Alfaguara), en palabras de su padre, Pérez-Reverte, podría ser "venezolano, griego o argentino" pero retorna al inconfundible redil de las dos Españas: es un ex contrabandista de armas y mercenario reconvertido en espía al servicio del Movimiento Nacional. Ha sido contratado por los servicios de inteligencia franquistas para liberar al líder falangista José Antonio Primo de Rivera -prisionero de la República en la cárcel de Alicante-. El protagonista es "un lobo en la sombra" -con esa estética tan perezrevertiana-, un tipo amoral pero elegantón -desde la pitillera de plata a los gemelos, pasando por la hoja de afeitar que esconde en el cinto-, un canalla burgués expulsado de la Armada por un lío de faldas.

El autor cruza las piernas en el sofá de su habitación del Palace y pregunta en voz alta por la marca exacta de una pistola que no consiguió memorizar. Cuenta que el germen de su nueva obra llegó viendo Esta noche o nunca -una comedia sofisticada de los años treinta de Melvyn Douglas y Gloria Swanson cuando "aún estaba guapa"-. Una amiga le pregunta a la dama sobre el galán después de pasar una noche con él, y ella contesta: "Es un caballero, pero no es un caballero". "¡Diablos!", exclamó Pérez-Reverte. "Esa es la novela que yo voy a escribir".

El fascismo y el nazismo no tenían tan mala prensa como ahora, porque había gente honrada que pensaba que eran las soluciones al mundo caótico de los años treinta

Recuerda el escritor que la mirada del lector hacia el relato debe ser también histórica. "Era un momento de pasiones y tensiones: fascismo, comunismo, anarquismo, nazismo... aún era gente peleando por lo que quería. Entonces el fascismo y el nazismo no tenían tan mala prensa como ahora, porque había gente honrada que pensaba que eran las soluciones al mundo caótico de los años treinta", reflexiona. "Nosotros lo vemos ahora desde la luz de Mussolini".

Feminismo de época

Pérez-Reverte alaba el feminismo de la mujer de época: "Conocí a una comunista que había sido agente enlace en Europa, había participado en la guerra civil y en la resistencia... y conocí a falangistas, y a requetés, y te digo algo: en momentos de grandes catástrofes y tragedias, la mujer guarda unas reservas de coraje, de entereza moral y de resistencia al dolor muy superiores a las del hombre". Recuerda que en Croacia conoció a una familia que huía de los serbios: "Ahí quien llevaba la escopeta de caza era la abuela, no el viejo. Ellos corren el sprint, ellas el maratón. Si una mujer tiene hijos o se ha enamorado, puede ser tan implacable y cruel como cualquier hombre".

En momentos de grandes catástrofes y tragedias, la mujer guarda unas reservas de coraje, de entereza moral y de resistencia al dolor muy superiores a las del hombre

No es de esos que dejan las huellas de los dedos marcadas en el cristal: hace mucho que Pérez-Reverte rompió la luna que separaba la vida que es de la vida que nos gusta creer que es. Sostiene que el mundo está dividido en dos tipos de personas: los que son conscientes de que van a morir y los que no. Él descubrió que la despedida es inminente con 20 años. "Aquí vivimos en un lugar falso. Pero las torres gemelas, los ataques terroristas, los tsunamis o la gripe asiática nos demuestran que estamos equivocados. Esto es un decorado, es Venecia. En cualquier momento dicen 'Allahu Akbar' y volamos por la plaza de aquí al lado. La tragedia, la cruel simetría implacable de la naturaleza, está aquí".

Vive en la contienda, está "constantemente alerta": "La guerra para un joven es acción, aventura, amaneceres inciertos, chicas, compañeros, emociones y adrenalina. ¿Por qué crees que la gente va a la guerra? ¿Para salvar la humanidad? No. Van como van a navegar o a cazar la ballena blanca". Cuenta que nunca ha visto "luchar a un tío en una guerra por la patria, por la bandera o por la idea" -y eso que ha estado en siete guerras civiles-, pero que sí los ha visto combatir "por un compañero, porque la vida los ha puesto ahí y tienes que pelear". No hay ideologías tan fuertes como la lealtad grupal.

Buenos y malos

Hombres buenos, hombres malos: de Alatriste a Falcó pasando siempre por el hilo conductor de Reverte, que imprime en su ejército literario siempre su propia marca, como lucen los potros de caballería. "A Alatriste la vida le ha quitado devociones y lo ha convertido en un mercenario espadachín que, sin embargo, conserva una gran dignidad personal y ética. Falcó es un sinvergüenza desde que era pequeño, no hay moral en él. Es un tipo encantador, un golfo sin escrúpulos que lo mismo se te mete en la cama que te roba la cartera", explica. "La cuestión es hacer de ese personaje un tipo aceptable para un lector hombre y mujer de ahora. Quería conseguir que el hombre quisiera irse de copas con él y la mujer quisiera meterlo en su cama. Ahí está el oficio, el desafío". Falcó es una contradicción, un líder de esa picaresca que España sigue adorando y no se acaba de sacudir.

La cuestión era hacer del protagonista un tipo aceptable para un lector hombre y mujer de ahora. Quería conseguir que el hombre quisiera irse de copas con él y la mujer quisiera meterlo en su cama

"La vida me ha quitado muchas palabras, pero me ha dejado algunas: valor, dignidad, lealtad, solidaridad, y, a lo mejor, amor, eso según. Con esas palabras hago novelas. Son los dedos que me quedan hábiles y les presto algunos de ellos a mis personajes para rehabilitarlos". Oiga, ¿y Dylan? ¿Qué opinión le merece su Nobel de Literatura? "Sólo diré una cosa: yo quiero meter a Joaquín Sabina en la Academia. Llevo años queriendo hacerlo". Una última pregunta obligada: ¿qué hay de la reyerta con Francisco Rico? ¿Afectará a la promoción del libro negativamente o lo impulsará? "Te respondo encantado: no sé de qué me estás hablando. No recuerdo nada de eso".