TELEVISIÓN

Los combates de 'Al final del camino'

Antonio Velázquez, como Gonzalo de Catoira en Al final del camino.

Antonio Velázquez, como Gonzalo de Catoira en Al final del camino.

  1. Opinión

El miércoles 11 de Enero asistimos al estreno de la serie histórica “Al final del camino”. Como en toda serie histórica, los combates ya sea con espada o con otras armas son parte esencial de la misma. Ya sea en cine, televisión o teatro, lo más frecuente es encontrarnos con combates escénicos pobres y aburridos. Como profesor de HEMA (Artes Marciales Históricas Europeas por sus siglas en inglés) y de esgrima escénica, uno está hecho a esta decepcionante realidad y poco comento al respecto. En este caso, y dado que la serie se ha grabado en mi comunidad autónoma y quizás por ello me toca un poco más de cerca, no puedo resistir la necesidad de hacer ciertos comentarios a lo que vimos en las pantallas de nuestros televisores hace un par de días.


Todo combate escénico debe tener una característica fundamental: debe ser interesante; una característica que lo hace especial: debe reflejar el carácter de los personajes; y una característica altamente deseable: debe ser riguroso y veraz. Desgraciadamente los tres combates que vimos en el primer capítulo de esta serie no cumplen con estos requisitos. Un combate escénico es una parte más de la historia que se quiere contar, y como tal debe transmitir algo al espectador, tiene que engancharlo, hacerle sentir pasión por el héroe que se juega la vida, o empatía con el soldado que sabe que va a morir y aun así va al campo de batalla, u odio por el malvado que va a matar al viejo maestro, o temor por la doncella que se tiene que enfrentar a un enemigo más fuerte y numeroso….tiene que hacer sentir al espectador algo, lo que sea que el director quiere mostrar en la historia. Los combates de “Al final del camino” son planos, meras sucesiones de movimientos vistos una y mil veces en otras series y películas (tampoco nos sorprende con combates nuevos que nos levantes del sillón al grito de “¿¡has visto eso!?”). Pongamos un ejemplo, el combate entre Aquiles y Héctor en “Troya” (2004). Es emocionante de principio a fin, incluso cuando se sabe cuál es el resultado final (nadie desconoce que Aquiles muere por una flecha en el talón, no a manos de Héctor) no puedes dejar de verlo sin querer perderte ningún detalle.



Por otro lado indiqué que debe reflejar el carácter de los personajes. El actor está interpretando un personaje, y no deja de hacerlo cuando está combatiendo. Es labor del coreógrafo permitir al actor que durante el combate pueda seguir mostrando ese personaje, y mostrar su carácter y su estado de ánimo. Los combates de “Al final del camino” no muestran al personaje. En el duelo central del capítulo el protagonista combate contra un caudillo musulmán. Ambos luchan exactamente igual. Si los vistiésemos a ambos de la misma manera no podríamos distinguir al protagonista de su antagonista, no sabríamos quién de los dos es una caballero cristiano y quién un caballero musulmán, quién está iracundo, quién lucha por un objetivo personal, quién se siente seguro por luchar en su territorio y rodeado por sus soldados…un combate que no nos dice nada acerca de los personajes. Pongamos un ejemplo, el combate entre Rob Roy y Cunningham en “Rob Roy” (1995). Nada más empezar el combate inmediatamente se reconoce quién de los dos lucha con una confianza absoluta en sus posibilidades, sabiendo que va a ganar. Se reconoce quién de los dos lucha buscando la justicia que de otra manera no va a encontrar. Quién está preocupado, quién es “el malo” y quién es “el bueno”, quién tiene un carácter introvertido y quién es el canalla. Todo esto se refleja en el combate, e incluso si viésemos a Liam Neeson y Tim Roth representando este combate vestidos con vaqueros y camiseta, se verían todas estas características.



Por último es muy deseable que un combate escénico sea riguroso y veraz. Este es un defecto perdonable si se cumplen las dos características anteriores, pero si cumple las tres características entonces es un combate memorable. Aquí, una vez más Al final del camino no cumple las expectativas. En el combate central que mencionaba en el párrafo anterior vemos golpes sin sentido contra un escudo (en vez de dirigir los ataques contra el enemigo), movimientos extremadamente amplios con las armas (como si el rival no le fuese a atravesar en cuanto descubra su guardia), los mismos tres ataques una y otra vez (como si el rival no se fuese a dar cuenta de que hace siempre lo mismo, sabiendo por tanto por donde atacar).

Sin embargo lo menos creíble de todo es como el protagonista acaba con el rival. El caballero musulmán levanta su espada en alto y se dirige directo hacia el rival, en un acto que sólo se puede definir como suicidio asistido. En el combate final, en el que se enfrentan dos grupos de combatientes vemos otra muestra más de la falta de credibilidad de los combates. Dos grupos de soldados, experimentados, dirigidos por capitanes supuestamente capaces, se lanzan sin ningún orden ni concierto, sin mantener ninguna formación, de una manera totalmente alocada unos contra otros. Una pequeña lectura al I33 (el primer tratado de esgrima medieval que se conserva) podría haber solventado estos inconvenientes, la consulta a un maestro de HEMA (y en España tenemos varios) podría haber mejorado sustancialmente los combates.



Hacer un buen combate escénico no es difícil (yo mismo he hecho muchos), no es más caro para la producción que hacer uno malo, no es más difícil para los actores que hacer uno pobre (sobre todo si son actores preparados como los de esta serie), no requiere de más tiempo ni más medios que uno deficiente. ¿Por qué se siguen haciendo tristes, planos y vacíos? Es un misterio.