El sentimiento es suyo

Estación de trenes de Atocha.

Estación de trenes de Atocha. Getty Images

Por Félix Jacinto Alonso Holguin

Hay zonas de la Tierra con espacios muy grandes de terreno. Habitados por seres humanos de una joven democracia, basan las relaciones entre sus ciudadanos en simples principios: unión y recuerdo a los antecesores. Pareciera algo básico. Sin embargo, en esta España del año 2016 es, cuando menos, extraño para nosotros. Mi amiga Natalia, Princesa Contadora de Olas en La Coruña, gusta de viajar allende nuestras fronteras. Estos días anda recorriendo lugares de Estados Unidos. Ya ha ido en varias ocasiones. Una de ellas visitó la llamada zona 0 del World Trade Center en Nueva York. Allí tuvo lugar el atentado de las Torres Gemelas donde fallecieron más de 3.000 personas. Además de heridos, sus familias, amigos y resto de gentes de buena voluntad, que sentimos aquello como algo muy cercano.

Este viaje ha decidido conocer Washington, Distrito de Columbia, que viene a ser la capital de U.S.A. Es un gran pueblo, con enormes jardines y monumentos. Sus fotografías son extraordinarias: el monumento a Washington, a Martin Luther King... y el recuerdo de aquellos que dieron la vida por su país: el Cementerio de Arlington. En perfecta alineación, las lápidas de los soldados fallecidos en numerosos conflictos bélicos tienen su homenaje de por vida. Un extraordinario Anfiteatro de la Tumba al Soldado Desconocido, la constancia del nombre de todos aquellos allí sepultados, el mimado césped entre los enterramientos y la escultura de aquellos soldados levantando la bandera de su país, son algunos de los grandes detalles de esa nación.

Pasear por nuestra España es muy bonito -¡cómo no!-. Estas tierras llenas de colores, sabores; calles repletas de sentimientos y cariños; estas gentes con cuidados recuerdos de nuestra historia... Aquí algo es “diferente”. Mal llevamos algunos tener dificultad con las matemáticas, ya que todo se basa ahora en las encuestas, los porcentajes y en los previsibles -o no- resultados de las elecciones que serán “perpetradas” al final de junio. En Madrid, capital del reino de España, a las víctimas del terrorismo nos es complicado caminar con cierta tranquilidad. Desde estaciones de cercanías, calles, puentes, rotondas, plazas... hay demasiados sitios donde nuestros antecesores dieron la vida por nuestra democracia actual.

Si te fijas un poco en el Congreso y Senado podrás ver que, a diferencia de otros lugares de más reciente conformación de estado, el brazo político de un grupo armado está en el Parlamento. Es una formación política con representación, incluso gobierna en más de una corporación local tipo ayuntamiento.

Hace pocos, muy pocos meses y años, ha nacido una nueva opción de ideas estructurada en partido político. Se han declarado “amigos” y hecho manifestaciones a favor de los presos de la banda terrorista ETA. Incluso han abogado por la salida de prisión de todas esas “gentes” que cumplen condena por sus acciones terroristas. Es muy complicado afirmar que pertenecemos a la misma especie animal que nosotros, sus víctimas.

Llegar a la estación de Atocha, lugar donde se alzó deprisa un monumento a las víctimas del terrorismo, que aún hoy lucha por mantenerse en pie, semiabandonado a las inclemencias meterológicas, entre otras, provoca un inmenso dolor interior a personas de buena voluntad.

La Princesa Contadora de Olas y un servidor de ustedes somos víctimas del terrorismo; diferentes años y modos, mismas lesiones; terribles sueños y pesadillas actuales, prácticamente todas las noches. Ellos, los norteamericanos, tienen allí un sentimiento muy extraño; las comparaciones son odiosas y, con mayor motivo, cuando su nación es tan joven respecto a la nuestra.

Aquí corren otros vientos, corrientes e ideas muy diferentes. España se caracteriza por el auge de las ideologías que pretenden separarnos del resto, eso sí, financiadas por todos; aquéllas que arremeten con toda fuerza contra quienes no piensan como ellos. El sentimiento de profundo odio hacia la bandera de España y los símbolos han propiciado la agresión de unos bárbaros a dos jóvenes chicas en las calles de Barcelona... y todo por apoyar a la Selección de fútbol de España. ¡Terrible pecado! Por cierto, el ataque se produjo por la espalda de las jóvenes, por un grupo de personas abusando de superioridad y sorpresa. ¿Se puede ser más vil?

Estados Unidos, esa nación donde se oye con respeto y veneración el himno cada vez que hay un evento deportivo al inicio... es algo, como mínimo, envidiable. ¿Llegarán algún día al “asqueroso” punto donde discurre nuestra amada España?

-Pa mí que no -que diría el castizo.

Hoy me duele España. Estas navidades voy a pedir a los Reyes Magos un poco de sentimiento de orgullo para todos en España, incluidos aquellos que trataron de matarnos y continúan queriendo “jodernos” la vida. Me acordaré también de algunos políticos, aunque de ellos un poquito... “menos”.