Yo acuso

El líder de Podemos, Pablo Iglesias/Ballesteros/EFE

El líder de Podemos, Pablo Iglesias/Ballesteros/EFE

Por Juan Gallego Alférez

(Segunda parte)

Le acuso por mentiroso, cuando en el debate dijo que el derecho a la educación no es un derecho fundamental, cuando éste está reflejado en el artículo 27 de nuestra Carta Magna. Le acuso por inventar sobre un referéndum de Andalucía, el cual no fue de autodeterminación sino sobre la aprobación del Estatuto, al igual que en todas las demás Comunidades Autónomas. Le acuso por publicar un vídeo utilizando el 2 de mayo con fines políticos y numerosos errores históricos (léase los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós). Y le acuso con el agravante de que, a diferencia del resto de los políticos, que seguramente mienten incluso más, a ellos por lo menos les tiembla la voz y te desvían la mirada cuando lo hacen.

Le acuso por fraude, cuando propone eliminar el artículo 135 de la Constitución que determina el control del déficit público, mientras que a la vez en su programa político propone el impago de la deuda, lo que quiere decir que no tengamos límite para endeudarnos, pero a la vez no queremos pagar la deuda, con la esperanza, sin duda, de que así nos presten. Le acuso por hacer promesas sobre prestaciones sociales previendo que el Producto Interior de España crecería al 6% durante los siguientes años, algo que ni se prevé por ningún economista que suceda, ni ha sucedido en la historia de España, ni siquiera en aquellos años de la burbuja inmobiliaria. Le acuso por cambiar el programa político a su antojo como las serpientes cambian de piel, mientras se rasgaba la camisa porque el PP no cumplía el suyo.

Ya en 1929 profetizaba Ortega y Gasset la venida de este falso mesías en su libro La Rebelión de las Masas, describiéndolo de esta manera: “el diagrama psicológico del hombre-masa actual se caracteriza por dos rasgos: la libre expansión y la radical ingratitud a cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia. Uno y otro rasgo componen la conocida psicología del niño mimado. Y en efecto, no erraría quien utilice ésta como una cuadrícula para mirar a su través el alma de las masas actuales. Heredero de un pasado larguísimo y genial- genial de inspiraciones y esfuerzos-, el nuevo vulgo ha sido mimado por el mundo en torno.”

Si toleramos estas acciones como propias de una regeneración democrática, al final acabaremos presumiendo de lo que no tenemos. Acabaremos con una democracia del calibre de la “República Democrática Alemana”, donde la gente se iba cada vez más a la izquierda, pero no de la política, sino del muro de Berlín, huyendo. No les voy a pedir que no le voten, ni que no le apoyen, pero sí que no lo justifiquen. No lo justifiquen porque, aunque hemos tenido políticos nefastos, cobardes y ruines en la historia de la democracia, en esta nueva etapa es cuando veo que las faltas pesan más en un lado del espectro político que en otro. Y de toda la vida los vicios de la política se esconden, no se aplauden.

Pero afortunadamente, al igual que Zola en su tiempo, o tantos otros… como decía Edmund Burke “para que el mal triunfe lo único que se necesita es que los hombres buenos no hagan nada”, todavía quedamos un par de entusiastas de la Constitución y sus valores: libertad, igualdad, justicia y pluralismo político. Y estaremos allí donde nos corresponde, entre esos valores y quienes pretenden destruirlos; cueste lo que nos cueste, y digan lo que digan.