Ninguna institución del país ha destinado menos energía a la apariencia de neutralidad que el CIS desde que José Félix Tezanos, un veterano socialista, llegó a su presidencia.

Estos días, el centro sociológico ha ido más lejos que nunca en sus propósitos. Lo ha hecho a la manera habitual, ofreciendo un sondeo electoral con cifras inverosímiles y escogiendo con mimo las preguntas de su encuesta para orientar las respuestas hacia los intereses no ya del Gobierno, sino de Pedro Sánchez en particular. 

Si existían dudas sobre los motivos de Pedro Sánchez para congelar su agenda presidencial durante cinco días hasta anunciar si seguía o no como jefe de Gobierno, el último estudio del CIS ha sido suficiente para despejarlas. 

Porque Sánchez ha comunicado hoy, después de media semana de suspense, que continuará su mandato "con más fuerza" que antes. También ha adelantado que esta decisión marca un "punto y aparte" en su legislatura.

Los encuestadores de Tezanos no se han quedado de brazos cruzados. Al contrario, se han empleado a fondo durante estos días para tratar de justificar la controvertida declaración de Sánchez. La selección de temas es útil para detectar los objetivos del nuevo "punto y aparte" del presidente.

Después de que un juzgado abriese diligencias previas por la denuncia a Begoña Gómez, esposa del presidente acusada de tráfico de influencias, el CIS ha preguntado a apenas 1.800 españoles (menos de la mitad que en un barómetro mensual) si creen que la Justicia "actúa siempre de forma imparcial o en ocasiones se ve influida por otros poderes políticos o económicos".

La respuesta más habitual (82,6%) ha sido que "en ocasiones" se ve influida por esos estamentos.

La pregunta es tendenciosa. ¿Pretende hacernos creer el CIS que hay una percepción generalizada de que la Justicia no es neutral en España? ¿Por qué? ¿Sólo porque un juez aceptó abrir diligencias previas por una denuncia que, por otra parte, apenas tiene recorrido judicial? 

Es más, ¿qué valor tiene que la población española, pobremente representada por esos 1.800 entrevistados, muerda el anzuelo de Tezanos y responda ambiguamente que "sí, en ocasiones"? ¿Supone algo más que una conclusión imprecisa sobre una materia que exige una conclusión más seria, matizada y documentada que una sospecha lanzada a la ligera?

El CIS también ha preguntado a sus entrevistados si creen que la causa busca "intentar hacer daño" al presidente. Casi la mitad ha opinado que sí. La otra mitad ha reconocido que carece de la información suficiente. Sólo el 3,5% lo ha rechazado.

A continuación, el CIS ha consultado si la Justicia merece "reformas", sin especificar cuáles. El resultado es igualmente abrumador: más de ocho de cada diez valoran que son necesarias.

¿Por qué ideó el CIS preguntas tan burdas? ¿Sugiere, con sus consultas, que la Justicia no sólo no es percibida como neutral, sino que es cómplice de quienes tratan de "hacer daño" al presidente? ¿Por qué no ha aprovechado el CIS para preguntar si creen que el presidente y su círculo deben o no rendir cuentas por sus acciones, o someterse o no a los mismos procedimientos judiciales y con la misma condición ante la ley que el resto de los españoles?

Llueve sobre mojado con el CIS y ya no llama la atención que, en plena campaña de las elecciones catalanas y después del amago de retirada del presidente, publique que el PSOE está casi diez puntos por encima del PP en intención de voto (38,6% del PSOE por 29,2% del PP).

¿Cuándo sugiere Tezanos que se produjo el trasvase masivo de votos? ¿Durante los cinco días de retiro del presidente? Los datos quedan muy lejos de los de las últimas elecciones, celebradas hace apenas nueve meses y ganadas por los populares.

El problema del CIS no es la torpeza o la falta de fiabilidad de sus pronósticos. El problema es su descarada intención de manipular la opinión pública para inclinar la balanza, en la medida de su influencia, a favor de Sánchez.

Lo más grave del CIS de Tezanos es la perversa explotación de un ente público para premiar los intereses particulares del presidente y de su partido. Si la promesa de "regenerar" la democracia fuese algo más que una trampa retórica, ¿acaso no empezaría con la liberación del CIS del yugo socialista?

Después de la declaración institucional de Sánchez, cuesta creer que la encuesta exprés del CIS sea una coincidencia y no una maniobra coordinada para impulsar una hoja de ruta incierta y preocupante.

Esta idea abre otras incógnitas. ¿Es posible que los ministros más cercanos del presidente no estuviesen al corriente de su plan, pero sí Tezanos? La duda es pertinente y no concede demasiada credibilidad a Sánchez cuando afirma que "esto no va del destino de un dirigente en particular".

La explotación de una situación familiar para su último truco confirma que el presidente carece de líneas rojas. Lo mismo sucede con un CIS sometido a su arbitrariedad.