
Palmira y Mar en sus respectivos comercios afectados por la dana. EE
Del "ha sido como arreglar nuestra casa" al "haría falta una fortuna" para reabrir: el dilema de los comercios de la dana
Dos dueñas de negocios relatan sus decisiones tras la tragedia: una ha logrado reabrir su cafetería, mientras otra descarta reactivar su horno.
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Ilusión, motivación y muchas ganas son algunas de las sensaciones que alguien experimenta cuando abre un negocio. Con sudor y mucho esfuerzo, se consigue reunir una gran cantidad de dinero para ello. Pero de repente, una riada se lo lleva por delante.
Esto es lo que ha ocurrido en los 75 municipios afectados por la dana en la Comunitat Valenciana. Los sueños de muchos emprendedores, pequeños comercios de toda la vida y tiendas abiertas con gran ilusión se vieron frustrados.
Suele decirse que, ante esta situación, como en otras tantas, existen dos opciones: tirar la toalla o recomponerse, levantarse y seguir adelante.
Este dilema lo han tenido los 8.106 comercios que, según el último informe de la Cámara de Comercio de Valencia, han resultado afectados por las riadas.
Según el presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos, Alberto Ara, cerca del 75% de los profesionales autónomos ya han podido reabrir sus negocios, aunque "en condiciones extremas".
Así, expone que el 25% restante todavía no ha tomado la decisión "porque están esperando las ayudas del Consorcio" o ya han decidido cesar su actividad. Se trata de "cerca de 4.000 personas" según Ara.
El impacto económico que conlleva es de 4.503,8 millones de euros en el total de 87 municipios, según el informe de la Cámara de Comercio de Valencia.
Así, este documento también detalla que el valor estimado de los daños ocasionados en comercio minorista y otros servicios y actividades urbanas es de 1.789 millones de euros.
Seis meses después, la Cámara de Comercio de Valencia ha emitido un nuevo informe sobre la recuperación económica de las zonas afectadas. En él se pone de manifiesto la "asimetría en el proceso de recuperación de la actividad económica".
De esta forma, aseguran que las empresas de los polígonos industriales de Albal, Alfafar, Algemesí y Sedaví son las que registran una mayor lentitud, frente a la "sensible recuperación" de las de Riba-roja o Catarroja.
Levantarse y seguir no es fácil, como tampoco lo es despedirse de un comercio de toda la vida que con tanto esfuerzo se ha ido construyendo. Pero a esto es a lo que se han enfrentado cientos de personas en los múltiples municipios afectados.
Mar, una joven emprendedora
Sus amigos la llaman 'Mareta', y desde 2023 regenta una cafetería en Paiporta. Con tan solo 25 años, Mar Pastor decidió dar el paso y atreverse a cumplir su sueño: abrir su propio negocio.
Cuenta que, hasta el momento, ella trabajaba en una cafetería, y el local que ahora es su propio negocio era de su familia.

Mar, dueña de 'La Mareta' de Paiporta. EE
"Pensamos en reabrir nuestro propio negocio y darle un toque personal, Sabíamos que teníamos un muy buen sitio y que íbamos a ofrecer algo que no existía en Paiporta", detalla Mar.
'La Mareta' está ubicado en la calle Albal, 1, de Paiporta. Es una calle bastante transitada del pueblo, y parar a tomar un café y un curasán en un sitio tan llamativo como este siempre apetece.
El 29 de octubre de 2024 todo cambió. Tan solo dos años después de abrir el local, este fue "destrozado" por la riada: "El agua llenó todo el local, rompió los ventanales e incluso entraban y salían coches", relata Mar.

'La Mareta' de Paiporta tras la dana. EE
Por suerte, no había nadie en el lugar: "Mi madre y otra compañera se fueron media hora antes de que llegara el agua, pero por la calle ya había corriente".
Así, Mar pasó la noche sin saber lo que ocurría en su local. "Teníamos cámaras, pero funcionaban con Internet. Como estábamos incomunicados no pudimos ver nada", recuerda la dueña de 'La Mareta'.
Y añade: "Tenemos un vídeo porque una vecina grabó desde su casa cómo entraban y salían los coches".
Después de la dana, lo que quedó de 'La Mareta' se convirtió en un punto de abastecimiento. "Gracias a World Central Kitchen pudimos dar comidas y ayudar a abastecer al pueblo", comenta.
Además, Mar subraya que en su familia no exsistió el dilema de reabrir o no el negocio: "Ha sido como arreglar nuestra casa porque el local es nuestro. Además, soy joven y puedo enfrentarme a esto".

'La Mareta' de Paiporta tras la dana. EE
Eso sí, destaca que no se trata de una tarea fácil. "Estuvimos meses limpiando y reacondicionando el local. Perdimos alimentos, maquinaria... todo", señala.
Tras este duro trabajo, el 19 de febrero lograron reabrir las puertas de 'La Mareta', y desde el primer minuto los paiportinos volvieron a acudir a este local para desayunar, almorzar o merendar.
Así, la gente del pueblo se ha volcado con este valiente negocio. "Había mucha alegría, muchos nos daban la enhorabuena, aunque el tema más comentado es la dana", detalla Mar.
Palmira, veterana en el sector
Pero no todos han podido seguir adelante. Y, lógicamente, no por falta de voluntad. Palmira Cortina no sabe hacer otra cosa que no sea pan y pasteles artesanales. Tiene 54 años, los mismos que ha estado vinculada a un horno tradicional de Paiporta. Antes de ella lo estuvieron sus padres y abuelos.
El Horno Cortina, ubicado en la calle Lepanto, 4 de Paiporta, lleva abierto desde 1905. "Lo compraron mis abuelos, pero antes ya era un horno.Luego lo heredaron mi madre y mi tía y, ahora, mi hermano y yo. Pero el día de la dana acabó todo", subraya Palmira.

Palmira, dueña del Horno Cortina de Paiporta. EE
Esa tarde, recuerda cómo le extrañó ver un local cercano cerrado: "Me llamó la atención porque no llovía. Luego supe que, como tenían tiendas en otros lugares que sí que estaban peor, parece que recibieron órdenes de no abrir".
Rememora cómo escuchó a media tarde un ruido "de agua con mucha fuerza, como una cascada". Era el barranco del Poyo, cuando el agua ya iba por encima de su cauce.
Admite que, en un primer momento, le dio curiosidad y se acercó a ver el agua, "igual que muchos vecinos". Pero le hicieron falta pocos minutos para darse cuenta de que era serio y dio la voz de alarma a comercios y vecinos cercanos.
Eso sí, nunca se llegó a imaginar la magnitud de la riada: "Subí los sacos de azúcar a lo alto de un congelador creyendo que el agua nos llegaría por la rodilla".
La realidad fue bien distinta, y el agua cubrió prácticamente la totalidad del local. "Teníamos el agua por el torso mientras veíamos los congeladores volcados y encendidos", resalta Palmira.

El Horno Cortina destrozado por la dana.
Estos bloquearon la salida, pero tanto ella como sus compañeras pudieron escapar por otra escalera. "Este edificio es de mi familia, y por una escalera interior subimos al piso de mi madre", explica.
Desde el primer momento supo que había perdido la batalla, que no podría reabrir el negocio de toda una vida. "Tengo 54 años y hace falta una fortuna para adecentar esto, y sé que después de mí nadie querrá continuar, es una tontería hacerlo", lamenta Palmira.
Sin negocio físico y sin trabajo, todavía está esperando algunas ayudas seis meses después de la tragedia. "He recibido ayudas de la Generalitat, de Amancio Ortega y de World Central Kitchen, Del Gobierno de España, ni una", subraya.

El Horno Cortina destrozado por la dana. EE
"Llevamos tres meses sin cobrar el paro que me corresponde por ser autónoma y haber cerrado por catástrofe", denuncia Palmira. "Tanto yo como todos los autónomos con los que hablo", añade.
"Yo llevo 34 años trabajando y ahora me toca mendigar las ayudas que me corresponden, y cuando viene alguien de fuera les damos todo lo posible", dice.
Quien corrobora esta situación sobre la lentitud de las ayudas es el presidente de la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV), Salvador Navarro: "Seis meses después son muchos para que las administraciones todavía estén jugando y no se vea cooperación entre ellas".
Recuerda Navarro que los vecinos de las localidades afectadas "no son beneficiarios de una ayuda, son perjudicados de una catástrofe". Por ello, destaca que desde la CEV, "desde un primer momento se pidió agilidad y accesibilidad".
"La administración es muy lenta, y en estos casos de extrema urgencia no podemos tener la obligación de actuar igual", subraya Navarro.
A pesar de todo, el objetivo de Palmira tras la dana es claro: "Primero tengo que solucionar el tema del local, y luego buscaré trabajo de lo mío, porque aunque no sea mi horno, no sé hacer otra cosa".