Conocimos el teléfono fijo de casa situado, cual escultura de bronce, en la mesita auxiliar al ladito mismo del sofá; las noticias en el periódico de todas las mañanas y el informativo mediodía y noche y, para el trabajo de historia o la Enciclopedia Universal por fascículos o a la Biblioteca, más no había.
Ahora, menos de medio siglo después, no somos nadie sin nuestro reloj multifunción, que en modo “no molestar” no te marca ni la hora. Eso sí, pagas la cuenta del restaurante donde previamente has escaneado el menú desde un QR, no antes sin preguntarle a ChatGPT qué recomienda para mantener una nutrición adecuada en función del estilo de vida y los objetivos marcados con el personal training. Bueno, salvo que toque un Cheat Meal, que eso no es más que un "todo vale".
Y en este orden de cosas, viviendo el esplendor actual de máxima conexión, con la información a golpe de click, hemos decidido llamarlo la era de la post-verdad.
Cuanto menos, es sorprendente que a mayor facilidad para contrastar la información vaya en descenso el pensamiento crítico esa potestad que otorga el raciocinio de equilibrar, valorar y sopesar para hacer la composición de lugar necesaria en la toma de decisiones.
Nos acercamos a una más que temible verdad en la que la humanidad se divida en grupos de lectores de un solo libro, que ya en el segundo volumen de la saga del Capitán Alatriste, escrita por el autor Arturo Pérez-Reverte, en Limpieza de Sangre, se afirmaba con todo rigor:"Desconfíen siempre vuestras mercedes de quien es lector de un solo libro".
Solamente la contraposición de ideas permite obtener la perspectiva para diferenciar aquello que es lo que ahora se llama fake, mentira de toda la vida, barro, fango y derivados, de lo que es real e
incontestable.
Pero, además, resulta ya más que necesario para acometer los análisis politológicos, introducir en el estudio los argumentarios y relatos que no son verdades como tales entendidas, pero se crean con intención de serlo. Dirigidas, por una parte, para los que forman el grupo ideológico en aras a mantener el pensamiento único, y, por otra parte, para causar incertidumbre en el ajeno al grupo.
De nuevo, muy a nuestro pesar, esta misma semana volvemos a vivir momentos de tensión ante una situación climatológica adversa, un trabajo de prevención ante el que no se han realizado críticas, pero sí generado un relato popular entorno a las ausencias, sin tener en consideración las ausencias de territorios autonómicos vecinos ante idéntica situación, lo que demuestra que un relato no es más que una “cuña publicitaria”.