Nada hay en la vida más inútil que una persona equidistante, tibia. Eso lo sabía perfectamente el ensayista Francis Ponge, que en 1942 escribió Le parti pris des choses, cuya traducción libérrima sería “tomar partido por las cosas”.

En su obra, una naranja o un cigarrillo toman vida aupados por la objetividad fenomenológica y un trabajo del lenguaje rico y lírico que, además, rechaza la subjetividad, poniendo el foco no en el yo clásico del poeta sino en el otro.

Ponge muestra una ternura extrema al tomar partido por las demás cosas. Al hablar de ellas desde el detalle más respetuoso.

Permítanme contarles lo que hizo con la lluvia, sin ir más lejos, en su emblemático texto La Pluie. Es tan osado que se desmarca de la tradición lírica al abordar la lluvia no desde la emoción o el simbolismo, sino como un fenómeno físico tangible.

Lo aborda desde su concepto mecanicista. Su mirada es una lente de aumento sobre el comportamiento de la lluvia: la describe con una minuciosidad casi científica, pero vehiculada a través de un lenguaje poético de alta precisión.

El lenguaje es una herramienta con la que igualar su complejidad, buscando la palabra exacta, la textura verbal que permita casi palpar esa ‘caída intensiva’ del agua, en un ejercicio de observación que revela una ‘ternura’ –entendida como un cuidado extremo y una atención devota– por el modo en que se toma partido por las cosas.

¿Por qué les hablo de Ponge? Es sencillo. Cuando pienso en el autor francés no puedo evitar hacer un paralelismo con una pequeña, incipiente y jovencísima editorial valenciana: Bamba Editorial.

El origen de este proyecto se remonta a octubre de 2022, cuando Bamba inició la recuperación de la obra de Elena Quiroga, la primera novelista en ingresar en la Real Academia Española.

Ahora presentan una nueva colección: Híbrida, que debuta con publicaciones de autoras icónicas como María Luisa Bombal, Hilda Doolittle o Elena Garro, escritoras que trascendieron las estructuras
convencionales.

Fundada por Raquel Bada, acompañada por Lucía Navarro Pla, Laura Baufalc y Cristina Portela, llevan un par de años tomando partido por la literatura. Por un modo de hacer las cosas. Una delicadeza que se encuentra en todo el proceso: desde la elección de su catálogo hasta los colores de las fajas de los libros y, lo que es más importante, los motivos.

Raquel, generosa líder del proyecto, no se esconde: “Sentimos que hay sobrecarga de productos y ruido, así que la energía que nos queda la tenemos que poner en algo que tenga sentido porque el proceso editorial es agotador. Por eso apostamos por estos textos desaparecidos pero con un componente de calidad literaria indiscutible. Necesitábamos sentir que el sobreesfuerzo de traer a las librerías a estas autoras merecía la pena, porque hay momentos en que dan ganas de tirar la toalla pero no lo hacemos. Porque sabemos que el qué y el cómo merecen la pena”.

Tienen un modo. Una manera de tomar partido. Ya no solo en el cuidado del libro como artefacto y objeto casi de culto, sino en cómo se conducen en el terreno empresarial y editorial. “Somos así. Hay una intencionalidad de hacer las cosas sagradas. Es nuestra intensidad. No nos sale nada contra nuestra propia naturaleza. A las cosas hay que ponerles ternura, amor y cuidado. Así,
se llega de verdad a la gente. A lectores y lectoras que son tu público, pero también al que no lo es porque, simplemente, con el modo, el mensaje cala más y mejor”.

Bamba es una pequeña editorial independiente que ha decidido vivir bajo el radar tomando partido por las cosas. Y las cosas de estas cuatro mujeres son la ternura, el cuidado, el detalle y la trascendencia.

Exactamente como la lluvia de Ponge: son lo que son y hay que mirarlas con todo el mecanismo del fenómeno porque, cuando uno deja de mirarlas, se han perdido cosas verdaderamente bellas.