Tradicional 'punxà' de la flor. JCF
La desconocida tradición que tiene lugar en Valencia el último sábado de julio: "Hoy en día prácticamente nadie se acuerda"
La jornada previa a la Batalla de Flores sirve para pinchar la flor en las carrozas que participan en este evento.
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Si algo marca el mes de julio en Valencia en cuanto a fiestas se refiere, sin duda es la celebración de la Gran Feria de julio. Durante el mes se cuentan por centenares las actividades que se llevan a cabo, y aunque todas se disfrutan igual, algunas destacan sobre otras.
Es el caso de la Batalla de Flores, una tradición que pone punto y final a la Gran Feria. El día previo también tiene lugar un acto de gran importancia, pero que con el paso de los años se ha ido transformando y "hoy en día prácticamente nadie se acuerda".
Se trata de la Nit de la Punxà. Tradicionalmente era durante este día cuando se decoraban las carrozas que pocas horas después concursarían en la Batalla de Flores. Se pinchaba la flor, de ahí su nombre, para decorarlas de la forma más natural posible.
Son más de 1.300.000 clavelones los que se suelen lanzar cada año en esta batalla floral valenciana, y otras tantas que se utilizan para decorar los carruajes.
Con el paso de los años esta tradición se sigue manteniendo, se sigue pinchando la flor, aunque el foco de la celebración parece haber cambiado.
En su origen, la Nit de la Punxà era el momento en el que, los amigos de quienes habían creado las carrozas para la batalla, se reunían en los talleres para pinchar la flor. Esta no es una labor que lleve un par de horas, sino que es un trabajo elaborado que requiere de bastantes manos.
Además, este trabajo se dejaba para última hora para que la flor se mantuviese fresca el máximo tiempo posible. Así, las horas empleadas pinchando la flor se combinaban con una cena en la calle para premiar el trabajo. Así se pasaba la noche previa a la batalla.
El día de la Punxà, el epicentro de la celebración es la Ciudad del Artista Fallero. Hasta allí acuden actualmente cientos de personas para compartir una velada única con tradición, música y cultura valenciana. Otros tantos se suman después para disfrutar de una verbena.
Las cortes de honor y las falleras mayores de Valencia visitan los talleres que albergan algunas de las carrozas que al día siguiente desfilarán en la Batalla de Flores. Previamente se desplazan a otros puntos cercanos donde aguardan el resto de las carrozas, ya que no todas están en este barrio de Valencia.
A esta cita también acuden las candidatas a fallera mayor de Valencia, en este caso 2026. De hecho, se trata de su primer acto público tras ser preseleccionadas durante el mes de julio en sus sectores falleros.
Para ellas es una cita especialmente importante. Aunque hasta el 27 de septiembre, cuando se celebre el acto de la Elección en el Roig Arena, tendrán que pasar varias pruebas y entrevistas, es una oportunidad única para lucir su valencianía y demostrar que serían unas reinas de la fiesta ejemplares.
Además de visitar talleres, las calles de la Ciudad Fallera se llenan de mesas para acoger una cena popular al aire libre. Por un precio simbólico, cientos de personas se reúnen para cenar el último sábado de julio.
Una vez acabada la cena, una orquesta ofrece ambientación musical hasta la madrugada. Esto ya es completamente abierto al público, y son muchos quienes, aunque no hayan cenado en el lugar, luego deciden unirse para pasar un buen rato de verbena.
Al día siguiente por la tarde llega el colofón de la Gran Feria de julio: la Batalla de Flores. Esta se celebra cada último domingo de julio desde el año 1.891.
Un total de 30 carrozas decoradas con claveles desfilan por el Paseo de la Alameda, también con la presencia de las niñas y mujeres preseleccionadas, representantes de los sectores falleros, y las falleras mayores de Valencia y sus cortes.