Amalia (28) trabajó un año en Perú. EE
Amalia, una joven española de 27 años, sobre su vida en Perú: "El salario mínimo son 287€, yo cobraba 1.600 todos los meses"
La joven valenciana se embolsaba 26.000 euros anuales, mientras que un ciudadano medio gana cerca de 3.000.
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De Valencia a Australia y de allí, a Perú. La valenciana Amalia Ramírez dejó su trabajo fijo en su ciudad, cogió una mochila y se fue a la otra parte del mundo a viajar y trabajar.
Tras vivir un año en el país por excelencia de los canguros mientras se dedicaba al sector hotelero, quiso centrarse más en su futuro laboral.
Amalia ya había acabado sus estudios de Administración y Dirección de Empresas y había tenido experiencia en el mundo laboral, pero consiguió una beca de prácticas en una empresa valenciana en Perú.
La joven volvió a coger su mochila y con 27 años cruzó el charco. Tuvo la suerte de estar contratada por una empresa valenciana, por lo que su sueldo era el de una trabajadora de España: 26.000 euros anuales. Sin embargo, los peruanos no cobran lo mismo.
"A mí me entraban netos 1.600 euros todos los meses", apunta. Teniendo en cuenta el nivel de vida de este país, era mucho dinero, pues el salario mínimo peruano es de 1.130 soles al mes, lo que equivale a 287 euros.
En realidad, lo suyo no fue suerte, sino trabajo. Amalia explica cómo antes incluso de volver de Australia, ya estaba "aplicando a muchas oportunidades interesantes" de trabajo.
"Justo al llegar a España me llama una empresa, me querían entrevistar", recuerda. Al llegar a la entrevista, se sorprendió: "Valoraban mucho mi experiencia en Australia, más allá de mi currículum".
Consiguió el puesto y, de hecho, se esforzó tanto que la empresa confió en ella para contratarla de manera indefinida: "Quise dar lo mejor de mí para poder volver a mi ciudad y trabajar en una buena compañía".
Piso en Perú
Como dato curioso, Amalia recuerda cómo el idioma le hizo tener algunas confusiones al principio: "Hablamos español, pero las expresiones no siempre son iguales".
La valenciana dormía en la capital (Lima), en una habitación en un piso compartido por 300 euros al mes. "Estaba en una zona que los peruanos decían que era pija", destaca.
Lo de la zona "pija", indica la joven, se trata de "simple seguridad": "No he llegado a ver nada, pero en el barrio de mi trabajo escuché disparos. Eso en mi casa no pasaba".
Amalia (28), tras trabajar un año en Australia. EE
El tema de la seguridad es algo que marcó mucho a Amalia: "En España muy poca gente conoce a alguien que haya sido extorsionado, secuestrado o asesinado. En Perú, todo el mundo".
Ya de vuelta en España, Amalia confiesa que estas cosas evitaba contárselas a sus padres "para que no se preocuparan": "En España no salen esas noticias, al volver yo es cuando lo han sabido".
Quitando los 300 euros de alquiler, a Amalia le sobraban 1.300 euros mensuales para dedicar a alimentación, ahorro y viajes. "Muchas veces nos salía más rentable pedir comida a domicilio que ir al supermercado", asegura.
Precios altos
"Los precios eran, en gran parte, más elevados que en España", señala. Es algo que le sorprendió, por ejemplo, con la leche: "El litro costaba 1,80 euros, y en España te cuesta menos de un euro". Pero también pasa todo lo contrario: "Una sandía gigante la vendían por 20 céntimos".
A pesar de todo, para Amalia, Perú "es un país estupendo que lo tiene todo", como "la mejor gastronomía del mundo". Mucha naturaleza, grandes paisajes y diferentes climas. Eso sí, recalca que siempre por detrás de España.
En ese tiempo en Perú también pudo darse cuenta de que no le gustaban "las ciudades grandes": "Lima tiene más de 10 millones de habitantes, el tráfico es horrible y mucha gente sin gran poder adquisitivo vive en condiciones pésimas".