Juan Cuenca, el valenciano afectado por Covid persistente. EE

Juan Cuenca, el valenciano afectado por Covid persistente. EE

Valencia

La Covid persistente cambió la vida de este valenciano: "Con 40 años estoy atrapado en un cuerpo de 80"

Fatiga, dolor de cabeza, mareos y dificultad para pensar, entre los síntomas que padecen las personas de esta pandemia silenciosa.

10 diciembre, 2023 17:14
Valencia

La pandemia de la Covid-19 se llevó 121.852 vidas por delante en España. Son datos obtenidos por el Ministerio de Sanidad, del Instituto de Salud Carlos III, que recoge el diario Expansión. Pero existe una pandemia silenciosa que ha quedado relegada a un segundo plano: hay más de 700.000 personas que siguen luchando contra síntomas que no desaparecen. Es el llamado Covid persistente o Long Covid.

Las afecciones tras el primer contagio incluyen una amplia variedad de problemas que siguen, aun habiendo pasado meses. Es el caso de Juan Adrián Cuenca, cuyos síntomas le imposibilitan llevar una vida normal, pues la enfermedad le causa disnea, fatiga crónica y fotosensibilidad.

El afectado cuenta a EL ESPAÑOL que su organismo no funciona: "Tengo 40 años y estoy atrapado en un cuerpo de 80". La mayor parte del tiempo se encuentra débil, con dolor de cabeza y mareos, además de ansiedad provocada por la propia enfermedad y "el desconocimiento de los profesionales acerca de esta 'nueva' afección".

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Los doctores le han cambiado tantas veces la medicación, como tantas veces han intentado "buscar una causa lógica"a lo que le pasa, lamenta Juan. "Me han llegado a diagnosticar depresión, pero yo sé que nunca tuve. Mis ganas de luchar por la enfermedad y curarme no han desaparecido nunca", señala.

La pesadilla se remonta al 16 de enero de 2022, cuando Juan da positivo en el test por Covid. Asegura que se contagió trabajando, ya que nadie de su alrededor lo padecía en aquel momento. La fiebre le duró hasta el noveno día, cuando aún seguía con tos seca y se ahogaba. 

Su empleo consiste en vender cara al público y atender en todo momento al cliente. "No había distancias", afirma. 

También ciclista de afición, decidió a los pocos días hacer la ruta "de siempre", pero algo falló: no alcanzó los ocho kilómetros. Un día cualquiera Juan podía recorrer más de 100 kilómetros, es decir, unas cuatro/cinco horas montado en la bici. Sin embargo, no completó ni un tercio. 

Juan Cuenca, realizando ciclismo en Tourmalet, los Pirineos Franceses. EE

Juan Cuenca, realizando ciclismo en Tourmalet, los Pirineos Franceses. EE

Otra mañana, mientras realizaba su jornada laboral, se empezó a marear y le tuvieron que llevar en ambulancia al hospital Arnau Vilanova de Valencia. Allí le diagnosticaron un "principio de ictus", pero la valoración de los profesionales fue errónea. No ingresó y, por esta razón, estuvo una semana en casa sin poder moverse.

"El cuadro era grave, podía haber muerto", lamenta Cuenca, a quién a la semana, el neurólogo del hospital le explicó la negligencia que hubo por parte del equipo médico, con posibles consecuencias irreversibles. 

A pesar de ello, no interpuso una demanda, pero siguió sometiéndose a pruebas médicas. Según los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades), "las evaluaciones clínicas y los resultados de los análisis de sangre de rutina, las radiografías de tórax y los electrocardiogramas pueden ser normales" en estas personas.

Los resultados fueron óptimos tras una resonancia cerebral, pero a los meses le sucedió algo parecido. Una madrugada se levantó con una presión "muy fuerte" en la cabeza.

"No quería despertar a mis hijos ni a mi mujer. Salí de casa a las 7:30 horas, pero no lo recuerdo muy bien. Si de normal llegar al médico me cuesta tres minutos, tardé tres cuartos de hora", expresa Juan. Cae en la cuenta que alguien le acompañó hasta el centro sanitario. Después, la ambulancia lo volvió a llevar al hospital y esta vez, sí que estuvo bajo observación durante una semana.

El malestar continuó. "Entre pruebas, médicos, la negativa de la sanidad privada ante la imposibilidad de ayudarme y la falta de estudios en la sanidad pública, me puse en contacto con asociaciones sobre la Covid persistente", prosigue el afectado.

Esperanza

Es cuando le remiten al Instituto Valenciano de Neurociencias (IVANN). Las conclusiones del informe indican que el paciente muestra alteraciones neuropsicológicas "moderadas y graves", con dificultades "severas" tanto en el mantenimiento como en la manipulación mental de la información, entre otras causas cognitivas.

Se muestra en el escrito que todos los síntomas son "compatibles con Trastorno COVID Persistente".

Juan Cuenca también ha tenido que desplazarse a Madrid para poder demostrar que tiene el denominado Long Covid, pues en Valencia no hay casi estudios que puedan esclarecerlo.

Gotero de Juan Cuenca, por el que le administran la medicación experimental en Madrid. EE

Gotero de Juan Cuenca, por el que le administran la medicación experimental en Madrid. EE

De hecho, es parte de un estudio internacional experimental sobre la enfermedad que el médico Francisco Mera Cordero lleva a cabo en la clínica BLUE Healthcare de la capital española y que se lo subvencionan.

En el análisis, al paciente valenciano le encontraron una proteína clave, la HERV-W. Se trata de una toxina dañina asociada a procesos neurodegenerativos. Al dar con ella, Juan aceptó someterse al ensayo clínico y a esta terapia innovadora que, según estudian, modificaría la enfermedad. 

El afectado aún no conoce si ha hecho efecto, pues puede tratarse de dosis de placebo, aunque es el inicio y su esperanza para recuperarse. "Al menos puedo demostrar sobre el papel que esta toxina me provoca el malestar que arrastro desde que enfermé por Covid", asevera.

Futuro incierto

"La seguridad social no reconoce el coronavirus persistente. Yo estoy de baja por 'afección tras Covid'", afirma el joven valenciano. Reivindica que muchas personas se han quedado sin trabajo por falta de pruebas.

A pesar de ello, Juan se siente afortunado por haber encontrado la razón de su problema, pero insiste en que se tendrá que sentar ante un tribunal médico para que le evalúen si es apto para volver al mundo laboral.

"Es una incógnita. En los demás informes no aparece nada físico que me impida volver al trabajo", declara con la incertidumbre de si le despedirán. "¿Me darán la discapacidad, más meses de baja, me enviarán al trabajo...?", se pregunta.

El joven valenciano padece dolores de cabeza 20 de los 30 días que tiene un mes: "Quiero tener una vida parecida a la de antes. Esto me ha afectado en el ámbito laboral, familiar y a mis aficiones, como el ciclismo".

Pero su objetivo es que se dé visibilidad a la Covid persistente y haya financiación desde las instituciones para que se estudie más y se ayude a quienes se encuentren en su misma situación. "Por lo menos, que se reconozca a nivel laboral", exige Cuenca.

Hasta hoy, testimonios como el de Juan puede ayudar a diagnosticar de manera más fácil a otras personas y poner sobre la mesa cuestiones olvidadas como que la Covid sigue estando más presente de lo que se cree.