Imagen del Mercadillo de Coia, que se organiza cada miércoles en el Parque de A Bouza

Imagen del Mercadillo de Coia, que se organiza cada miércoles en el Parque de A Bouza Treintayseis

Comercio

Así es el tradicional mercadillo de Vigo que desconoce el 90% de la ciudad

Los feriantes del mercadillo de Coia, que se celebra cada miércoles por la mañana en el parque de A Bouza, perciben que cada vez hay menos puestos a pesar de mantener los mismos clientes

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Cada miércoles por la mañana, cientos de vecinos de Coia dejan a un lado los supermercados y los centros comerciales para acercarse a sus feriantes de confianza. El desconocido mercadillo del barrio es un clásico en la zona y la calidad de sus productos es prácticamente inmejorable, pero cada vez "es más pequeño", según perciben tanto clientes como comerciantes.

"El problema es que el 90% de la gente no sabe de este mercado", asegura el único panadero que mantiene su puesto en el parque de A Bouza, que, aunque parezca una contradicción, defiende que "se está yendo más al mercadillo porque es donde están los mejores precios y una mayor calidad". Los comerciantes son conscientes que están vendiendo en un barrio obrero y los precios van acordes a sus ingresos.

Así lo confirma una de sus clientas de toda la vida, que aparece en medio la conversación con Treintayseis. "Llueva, haga frío, aquí estoy", asegura mientras pide una pieza de pan de trigo. Y es que ambos coinciden en que el trato, casi familiar, que se vive en el mercadillo no es comparable a ningún otro lugar. "Es un sitio para charlar, para socializar", añade el panadero.

Además, tanto los puestos de alimentación, como los de ropa y calzado de toda la vida, presumen de la calidad de sus productos. "Yo tengo muchas clientas aquí en Vigo que me vienen porque saben que lo que trabajo es español y es buena calidad", explica Nieves, desde su puesto de artículos de mercería, y destaca además que "siempre se ahorra un par de euros con el comercio" aunque suponga tener un margen de beneficios más bajo.

Menos ventas entre los puestos de ropa y calzado

La alimentación es el punto fuerte de cualquier feria de la comarca. Bacalao, embutidos, panes, frutas y verduras captan el paladar de cualquier ciudadano. Pero la realidad del resto de puestos es diferente. Manolo, que vende zapatos en la entrada al parque desde la Rúa Nigrán, considera que todos los mercadillos han bajado sus ventas en los últimos años.

Mercadillo de Coia

Mercadillo de Coia Treintayseis

"Ahora hay mucha venta por Internet", argumenta este comerciante que lleva más de 30 años en Coia. "Empecé en el otro lado —en la zona cercana a los vestuarios del campo de fútbol— y cuando fue el conflicto de los morones me pasaron de allá para aquí", explica en los pocos minutos que ha tenido libre a lo largo de la mañana.

Esta versión la comparten Higinio y Nieves, que aseguran que, de ser más jóvenes, estarían buscando otro trabajo. "Hoy en día, tal y como está, me marcharía", asevera el hombre que explica que "no son los años antiguos, cuando venías al mercado vendías y defendías bien la mañana".

Tercera generación de feriantes

Nieves lleva 38 años acudiendo cada miércoles al mercadillo de Coia, arrastrada por su marido. La familia de Higinio acumula una tradición de más de cien años, ya su abuelo se dedicaba a la feria. "Mi abuelo se cruzaba la ría en barco, cargado con dos maletas para ir a vender en Bueu, Cangas y Moaña", recuerda este vendedor ambulante que destaca que antes tan sólo llevaban un plástico, que se colocaba en el suelo, para exponer los productos.

Entonces, era mucho más duro. Los inviernos "no son lo que son ahora" y cuando llovía no podían vender. Aunque ahora tienen que aguantar igual los cambios meteorológicos, al menos están algo resguardados en su puestos. "Los tiempos cambian, el negocio ha cambiado", añade este feriante de tercera generación. Aun así, Nieves señala que la peor época de venta para su negocio no es el invierno, sino estos meses de marzo y abril.

Un feriante en su puesto del mercadillo de Coia

Un feriante en su puesto del mercadillo de Coia Treintayseis

A pesar de no ganar el dinero que desearía, esta veterana pareja están orgullosos de ser feriantes y les gusta trabajar en este sector. Como sus compañeros, son conscientes que "no es para todo el mundo", porque "te puede quemar pronto", pero valoran la libertad que les ofrece. "La gente cada día es diferente, no es como estar en un local cerrado donde tienes que estar ahí metido todo el día", resalta Nieves.

Menos puestos que hace ocho años

Tanto vecinos como comerciantes han notado una pérdida de puestos en los últimos años. Ahora, el mercadillo cuenta con 87 puestos, 34 menos que hace ocho años, lo que supone un descenso del 28%. La caída es especialmente aguda entre los puestos mixtos —que incluyen los de ropa, calzado y variedades—. En 2017, había 97 puestos, de los cuales había 84 ocupados y 13 vacíos. En cambio, de los 68 puestos de este tipo que cuentan con licencia, tan solo están abiertos 48, frente a los 20 que permanecen vacíos.

Mercadillo de Coia, en Vigo

Mercadillo de Coia, en Vigo Treintayseis

Los comerciantes apuntan diferentes causas, desde la gestión municipal hasta la falta de relevo generacional. "El Concello no da licencias para más", apunta Manolo, que cree que ose piden "demasiados requisitos". Mientras, el panadero considera que "no hay gente que quiera dedicarse" a la feria. "Esto es duro, sobre todo en invierno, cuando la lluvia y el viento pega", añade.

"No sé dar una explicación, sólo sé que hay compañeros que están en lista de espera", dice Higinio, que lleva trabajando en Coia desde hace más de 30 años. "Los otros concellos están concediendo licencias y están completos, mientras que aquí no", asegura. Eso sí, señala que se deberían abrir más puestos que vendan para gente más joven y así incentivar el relevo generacional entre sus clientes.