El Celta de Vigo se midió al Sant Andreu en 1/32 de final de la Copa del Rey. Sin embargo, en muchos momentos y pese al dominio que logró generar en algunos minutos, no se supo durante el encuentro qué equipo era el "grande" y cuál "el pequeño".
Y es que uno de los grandes males del Celta, las dificultades para materializar los goles, apareció en el Narcís Sala de Barcelona y puso en peligro la continuidad de los vigueses en esta competición.
El pulso fue tal que el resultado final, un 1-1, llevó a la necesidad de iniciar la ronda de penaltis para decantar la balanza. Antes de los tiros a portería, el Sant Andreu fue quien de ponerse por delante en los minutos de la prórroga pero, una vez más, apareció uno de los titulares indiscutibles, Borja Iglesias, para revivir a los visitantes.
El entuerto se resolvió desde los 11 metros con ventaja para los de Vigo: Al final, 6-7, y una victoria con la sensación de abordar un examen que estaba más suspenso que aprobado.
