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El convento de Santa Clara al descubierto: 750 años de historia en el corazón de Pontevedra

De convento de clausura a posible museo público, con 5.400 metros cuadrados de majestuosas edificaciones góticas y 10.000 metros cuadrados de impresionantes jardines que se erigen como el mayor pulmón del centro de la Boa Vila
Convento de Santa Clara en Pontevedra.
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Convento de Santa Clara en Pontevedra.
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Hace solo una semana que el convento de Santa Clara abría por primera vez sus puertas a los pontevedreses en sus 750 años de historia. Aunque solo se pudo acceder a sus jardines, es todo un privilegio redescubrir esta joya arquitectónica tras más de siete siglos cerrada al público.

Sus más de 5.400 metros cuadrados de superficie edificada se suman a 10.000 metros cuadrados de espacios verdes, entre los que se encuentran un pequeño bosque de especies autóctonas, un huerto o un viñedo, entre otros. El valor patrimonial de los edificios es, además de indiscutible, la principal razón por la que el Concello de Pontevedra ha luchado por devolver este espacio a los ciudadanos, que pronto podrán disfrutar de un convento construido en 1271.

A pesar de que todavía no se sabe cuándo abrirá sus puertas, todo apunta a que el espacio se musealizará y se convertirá en un referente cultural y arquitectónico de la provincia y de Galicia. Por el momento todo lo que ha transmitido el consistorio local es que el conjunto necesita ser reformado y adaptado, un proyecto ambicioso que se prevé comenzar en los próximos meses.

1271: Extramuros

El convento de Santa Clara de Pontevedra, vinculado a la orden monacal de las clarisas, comenzó a construirse en el año 1271 tras una donación de un noble pontevedrés, Mayor Pérez. La situación de la Boa Vila en el eje del Camino de Santiago hace que se decida instalar aquí el monasterio, en un lugar extramuros cercano a la propia ruta hacia Compostela.

Fotografía estereoscópica de F. Zagala © Museo de Pontevedra

La construcción del monasterio es de largo recorrido y se sostuvo gracias a las donaciones de familias burguesas de la comarca, incluso se cree que se instalaron en un edificio preexistente y el convento de Santa Clara como tal no comenzó a edificarse hasta 1339. En ese momento se tiene constancia del establecimiento de la obra de Santa Clara, cuya cabecera (la fachada bajo la que se erige el altar mayor de la iglesia) se construiría en 1362.

El edificio, que se levantó en la baja edad media, se enmarca en el estilo gótico y sería en esa segunda mitad del siglo XIV cuando se construirían los elementos más característicos de la iglesia y convento de Santa Clara.

Sin embargo, a medida que pasa el tiempo el edificio va transformándose, y la llegada del barroco impregna también sus paredes. En los siglos XVI y XVII se añaden, modifican y amplían espacios, dando lugar hoy a 5.417 metros cuadrados de edificaciones entre las que se encuentran la iglesia, el claustro, coros, fuentes y, por supuesto, el convento. En el siglo XIX se añade el último edificio, que sería más tarde la residencia del cardenal Quiroga Palacios.

Siete siglos de clausura

La vida dentro del monasterio pasa lentamente, con la norma básica de vivir enclaustradas y cumplir con sus tareas diarias compatibilizándolas con el rezo y la devoción. Como un pequeño pueblo, el convento cuenta con habitaciones, su propia cocina, su enfermería e incluso varias salas dedicadas a la enseñanza y el trabajo de las monjas.

El claustro es el espacio central del complejo y el refectorio es el lugar en el que las clarisas se reúnen, toman decisiones y, en definitiva, llevan a cabo su vida social. La oración marca su día a día y el único contacto que tienen con el exterior ocurre a través de tornos y celosías que hoy hacen recordar que dentro de las paredes del convento había otra vida muy diferente.

Aunque el convento y la orden tuvieron una enorme importancia en la vida económica de Pontevedra durante buena parte de su actividad, lo cierto es que en el siglo XX comenzó a vivir un declive que acabaría en la disolución de la congregación en la villa. Así, en el año 2015, se suspendió el estatus de convento autónomo y se reubicó a las únicas dos monjas que todavía vivían en Santa Clara.

2021: Santa Clara para los pontevedreses

Han pasado 750 años desde el establecimiento de la Orden y el comienzo de la construcción del convento en Pontevedra y hoy por fin puede decirse que Santa Clara es de los pontevedreses. Una complicada operación inmobiliaria, años de negociaciones, 3,2 millones de euros y un ambicioso plan de reforma y musealización han culminado con una operación que el propio alcalde del municipio, Miguel Anxo Fernández Lores, declaraba como "histórica" el día de la presentación del espacio a los medios.

Zagala © Museo de Pontevedra

Si bien la iglesia podía visitarse durante estos últimos años en horario de culto, el resto de los espacios del complejo son desconocidos todavía para muchos pontevedreses. Tras los altísimos muros de Santa Clara, de hecho, pocos esperan encontrar el impresionante claustro, el hermoso bosque o un refectorio y unos coros magníficamente conservados a lo largo de los siglos.

El futuro del complejo, que ya es un referente de la arquitectura barroca de Galicia, es incierto, pero solo con visitar sus largos pasillos y sus impresionantes salas se intuye el potencial del espacio. Hoy por hoy, menos de un mes después de la firma de su compraventa, el debate sigue en el aire y únicamente unos pocos afortunados han podido sentir la magia y majestuosidad de los siete siglos y medio de historia que esconden las paredes de Santa Clara.

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