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Carla Andrade, la cineasta gallega que experimenta con lo invisible

La joven experimenta con el cinearte, una disciplina artística "libre" en la que juega con las imágenes y los sonidos para crear "poesía audiovisual"
Carla Andrade.
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Carla Andrade.
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El viaje cinematográfico más personal de Carla Andrade surge de un desafortunado robo, ocurrido tras varias semanas acompañando a una tribu aka de la República Centroafricana (conocidos como pigmeos). Después de muchos días de trabajo, a Carla le roban el material de grabación y todas las imágenes del documental que estaba rodando, lo que supone, "además de un drama", la necesidad de volver a empezar.

En ese momento nace una idea que desemboca en Ningún río me protexe de min, un cortometraje documental en el que la joven nigranesa se adentra en su interior buscando respuesta a todas las dudas éticas que le surgieron durante el periodo en el que acompañó a la tribu. La artista, que hace un documental experimental, trata de reflejar cómo un desafortunado robo acaba siendo una reflexión sobre "por qué un material que ahora no existe nunca debería haber existido".

"Los aka siguen viviendo de la caza y la recolección, son una tribu nómada y son muy diferentes a nosotros: es una realidad extraordinaria", dice Carla. Por ello, ya cuando comenzó a acompañarlos, se vio en el problema de poder caer en el cliché "de la chica blanca que vive una aventura en África o en la posibilidad de apropiarme de su cultura como si yo estuviera enseñando algo".

Con la necesidad ética de evitar caer en el exotismo, para la cineasta fue casi un triunfo haber perdido su material. "Aproveché para hacer una película sobre un material que no existe porque no debería existir: me llevó a buscar mis propios orígenes y entender esa necesidad de buscar realidades lejos de mí y de mi hogar para mis creaciones", explica.

De esta reflexión nace un cortometraje casi poético que mezcla imágenes de su Nigrán natal con sonidos de la selva centroafricana, así como grabaciones de la tribu entre los árboles y la fauna con el trasfondo de las conversaciones con su madre sobre su infancia. "Hablo de ideas y estados mentales a través de símbolos hasta desembocar en el Atlántico, el mar que me vio crecer, como símbolo de disolución de mi ego en algo mucho más grande".

Cinearte

Carla Andrade comenzó a experimentar con el audiovisual hace más de una década, tras haber trabajado en el cine "convencional" y descubrir que aquel mundo no encajaba con ella. "Es difícil de entender en España porque se ve poco, pero el audiovisual es una disciplina artística más y también nosotros vamos más allá de la realidad: puede ser tan libre como las artes plásticas o la poesía".

Aunque comenzó como fotógrafa amateur, pronto se interesó por lo que el arte y la consciencia artística puede evocar en el receptor, cómo las creaciones pueden apelar a la emoción de quien las vea. "Después incorporé el elemento tiempo y empecé a hacer películas de carácter experimental", cuenta.

Para ella, confiesa, "es más fácil hacer películas más abstractas y poéticas que el cine convencional, donde no hay esa libertad que te da el arte de hacer lo que tú quieras". Su cinearte es "más libre, sin restricciones de formatos ni de horarios" como ocurre con los largometrajes convencionales. "Me interesa crear un lenguaje diferente del heterogéneo".

Gracias a su modo de comprender el cine y el arte, Carla Andrade ha recibido reconocimientos nacionales e internacionales y ha sido becada en varias ocasiones para poder desarrollar su obra. Asimismo, sus obras han sido adquiridas y expuestas en colecciones públicas y privadas de todo el país.

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