Isabel Celaá, ministra de Educación y Formación Profesional, sin que termine el curso actual, con los centros todavía en alerta sobre una posible apertura de los colegios para los menores de seis años o el regreso de los estudiantes de 4º de la ESO o 2º de Bachillerato –como ha pedido la Comunidad de Madrid–, ha avanzado un nuevo escenario de cara al próximo curso. “Si no hay un remedio (para el coronavirus), los centros tendrán que estar a la mitad de su capacidad. Esto obliga a que una parte de los alumnos trabaje presencialmente y otra parte, telemáticamente”, ha reconocido.

Pero, ¿es esto posible? “A día de hoy, no”, aventuran desde asociaciones de padres y sindicatos en conversación con EL ESPAÑOL. Para que así fuera el Gobierno tendría que dotar a los centros educativos de los recursos necesarios: más profesores, mejoras en las plataformas online existentes, ordenadores o tablets para los que se queden en casa… Al fin y al cabo, de media, acudirían 10 estudiantes a las aulas y los otros 10 seguirían el curso telemáticamente, según la media de alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo).

En concreto, de salir adelante la medida –que no ha sido “consensuada” entre el Gobierno y la comunidad educativa– no afectaría igual a los más de ocho millones de estudiantes escolarizados en España. El ratio de alumnos –según datos de la OCDE– cambiaría en función de la etapa educativa: en Infantil acudirían 7-8 alumnos (del total de 15); en Primaria, 10-11 (del total de 21); y en Secundaria, 12-13 (del total de 25). La otra mitad se quedarían en casa. ¿En qué condiciones? He ahí la cuestión.

El experimento telemático que se puso en marcha el pasado 11 de marzo, cuando el Gobierno de la Comunidad de Madrid decretó el cierre de los centros escolares, ha puesto de manifiesto las carencias del sistema. El propio Gobierno ha dejado constancia en sus intervenciones de la existencia de una “brecha digital” por subsanar y de que, en definitiva, las condiciones en las que se ha desarrollado el tercer trimestre no han garantizado el principio de equidad.

Brecha digital

Por eso, para cambiar esa realidad, el Gobierno tendría que hacer un esfuerzo económico dotando a los centros y a los alumnos de recursos. “En una encuesta elaborada por Concapa (Confederación Católica Nacional de Padres y Alumnos), el 15% de las familias reconocen que no se pueden conectar con total seguridad a la red. Es decir, necesitaríamos que Internet y las plataformas online funcionaran correctamente”, explica Pedro José Caballero, presidente de la Confederación, a EL ESPAÑOL.

“No estamos en contra. Puede ser positivo”, puntualizan desde Concapa. Pero, al mismo tiempo, piden recursos para los alumnos que se tengan que quedar en casa. “Hay mucho por solucionar. Hay familias numerosas que tienen solo un ordenador. Necesitaríamos una inversión pública fuerte que ayudara a poner en marcha todo el sistema. Hay zonas rurales de Castilla-La Mancha, por ejemplo, donde tienen todavía ADSL de tres megas...”, lamenta.

“El Gobierno tendrá que poner los recursos. Igual que está ayudando a reflotar empresas, o a pagar los ERTEs… Habrá que poner dinero para que esto sea posible. Para que el sistema educativo responda, habrá que dotarlo de esos recursos”, insiste también Paco, de CCOO (Comisiones Obreras) en conversación con EL ESPAÑOL.

Aula de Infantil del Colegio de Educación Infantil y Primaria Joaquín Costa de Madrid. Europa Press

Pero estas ayudas tendrán que venir acompañadas de otras medidas: “Ajustar los currículos, facilitar a los profesores herramientas online… Va a plantear muchos retos”, prosigue Paco. Uno de ellos, sin duda, adecuar las plataformas digitales, que, según la comunidad educativa, se han “mostrado insuficientes: se han colgado, caído… de todo”.

Más profesores

El próximo curso iniciará, sin duda, con un cierto déficit: los alumnos tendrán que empezar por los contenidos que hayan quedado pendientes durante este tercer trimestre. Por eso, desde Comisiones Obreras, piden al Gobierno que invierta en contratar más profesores. “Harán falta en grupos de apoyo y de refuerzo para ‘recuperar’ todos los contenidos no dados este año, y también si hay una parte de alumnos que se quedan en casa y otros en clase. Entonces, ¿qué tienen que hacer los docentes: estar pendientes de las dos cosas?”, explica Paco.

La otra posibilidad que se abre, tras las declaraciones de la ministra, es que se habiliten espacios en los propios centros para desdoblar los grupos. Eso sí, actualmente, según todos los consultados, no existen esos espacios en muchas comunidades. “No los hay”, insiste Paco.

La única posibilidad que existe para desdoblar grupos es buscar otros espacios que puedan servir de aulas. “Para eso haría falta la colaboración de los ayuntamientos, pero necesitaríamos más profesores y recursos materiales: pizarras, tizas…”, pide Camilo desde FAPA (Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos). Y proponen, al mismo tiempo, una alternativa: “Quizás se podría ir quitando espacio a los mayores para que los más pequeños acudieran presencialmente a las clases; y el resto, telemáticamente”.

Efe

Conciliación

Pero, a la situación de la escuela, se le añade otro problema: la conciliación laboral. ¿Cómo pueden los padres que trabajen atender a sus hijos cuando tengan que seguir el curso telemáticamente? Ese es otro de los grandes hándicap de la propuesta de Celaá. “Es una utopía. Ojalá y se pudiera compaginar la vida laboral y familiar. Quizás lo puedan hacer los empleados de grandes empresas. Pero, ¿y los autónomos? Parece difícil”, reconoce Pedro José Caballero, de Concapa.

Esta medida no es la única que ‘atenta’ contra la conciliación de unos pocos. La semana pasada, Pedro Sánchez, en su comparecencia para explicar el Plan de Transición hacia la “nueva normalidad”, ya anunció que los niños de hasta seis años podrían acudir a los centros en fase dos si no tenían con quién quedarse. “¿Y los que tenemos hijos de siete para arriba?”, se quejaron, entonces, los padres.

Pues bien, esta situación se podría volver a repetir en septiembre, cuando arranque el curso escolar –aunque las fechas sean distintas en cada región. Entonces, los colegios deberían estar preparados para tener la mitad de los alumnos por clase. La medida, en definitiva, la aprueban desde la comunidad educativa. “En principio, no estamos en contra”, espetan todos. Pero, eso sí, le piden a la ministra que hable con ellos, que no haga las cosas sola, que no tengan –una vez más– que enterarse de los cambios educativos por la prensa.

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